Igual que hicimos hace unas pocas semanas con el tema de las funciones ocultas, o menos conocidas, del centro de consciencia universal, vamos a entrar hoy a explicar, con algo más de detalle, otras funciones, también poco conocidas, del cuerpo causal, uno de los cuerpos “básicos” que todos tenemos “de serie” por el simple hecho de poseer nuestro avatar humano.
Como el cuerpo “básico” más elevado en vibración y jerarquía de los que poseemos (físico – etérico – emocional – mental – causal), el cuerpo causal es uno de los más importantes a la hora de “traducir” las instrucciones del alma hacia la psique y acomodar los procesos energéticos que “bajan” desde los niveles superiores de nuestra estructura hacia la parte más física, energética y etérica.
Por este motivo, el cuerpo causal es un cuerpo muy estructurado, igual que el mental. Tiene cuatro subcapas o estratos donde cada uno de ellos hace una función muy concreta para trabajar diferentes aspectos de la psique y de los procesos de creación de la realidad, pues, como ya explicamos hace algunos años cuando hablábamos de cómo proyectar la realidad desde el plano causal en vez de desde el plano mental para evitar interferencias de REC y de otras personas, vimos que es un proceso que se puede llevar a cabo con relativa facilidad si se hacen los ajustes necesarios en nuestra estructura mental.
¿Cómo es que podemos traspasar estos procesos desde la parte mental hacia la parte causal?
A priori, la percepción que se tiene del cuerpo causal es que es un cuerpo más bien “espiritual” y, por lo tanto, suena raro que, en realidad, sea una extensión más elevada del cuerpo mental que hace de puente y entrelaza procesos álmicos con procesos mentales y psíquicos. De algún modo, el diseño del cuerpo causal está hecho para poder sostener en sus estratos inferiores la información y contenidos más elevados del cuerpo mental y, en sus estratos superiores, la información y contenido más bajos en vibración del cuerpo álmico y del espíritu.
Así, los cuatro estratos del cuerpo causal tienen funciones que van desde almacenar copias de seguridad de la realidad personal de cada uno, que son provistas por el cuerpo mental, hasta almacenar copias de seguridad del plan de vida de cada uno que es provista por el alma. Entre medio de todo ello, el cuerpo causal, que además es autoconsciente de sí mismo como todos los demás cuerpos cada uno en su nivel jerárquico, se encarga de hacer la función de enlazar ambas cosas y traducir, o ayudar a convertir, los planes evolutivos en experiencias mentales que luego serán las que se manifiesten como parte de la realidad personal de cada persona y como parte de lo que nos pasa en “el mundo de ahí fuera”.
Para hacer esta función de “conversión” el cuerpo causal usa un proceso de varios pasos en los dos estratos intermedios o subcapas que posee. Es decir, si en la capa o estrato inferior el cuerpo causal trabaja activamente con el cuerpo mental, y en la capa o estrato superior el cuerpo causal trabaja y recibe activamente datos y procesos álmicos, en las dos capas centrales es donde se produce la alquimia de la transformación de ambas cosas y adecuación para que lo que viene de “arriba” tome la forma que lo de “abajo” necesita, y lo que viene de abajo sea traspasado arriba para que el alma lo analice y entonces decida si está yendo correctamente el proceso evolutivo y si se están manifestando correctamente las vivencias necesarias para este.
Por lo tanto, como una autopista bidireccional, todo lo que a nivel mental proyectamos en nuestra realidad se copia en el estrato inferior del cuerpo causal, este se lo pasa al alma y el alma, junto con la supralma y el YS lo analizan. Dependiendo del resultado de ese análisis el alma recibe las nuevas instrucciones evolutivas del momento desde la supralma y el YS, y las vuelca en el cuerpo causal en su estrato más alto. El cuerpo causal las vuelve a pasar al cuerpo mental y los programas y yoes, arquetipos y rutinas de la psique lo trabajan para convertirlo en parte de la “onda” que emite la glándula pineal para formar el mundo que vemos cada mañana ante nuestros ojos.
Además, como el alma se puede comunicar directamente con el programa ego de gestión global de la psique a través del chakra del timo, se hacen ajustes en “tiempo real” sobre la proyección de la realidad acorde al feedback que el cuerpo causal recibe desde el cuerpo mental de cada fotograma de realidad que está siendo emitido por la mente hacia nuestro holograma personal.
Esta función del cuerpo causal es, entre otras, tremendamente importante, pues el alma, la supralma y el YS pueden, de esta manera, ajustar prácticamente fotograma a fotograma muchos de los procesos de proyección de la realidad que la personalidad y nuestra programación realizan de forma automática, ya que, con la cantidad de influencias que marcan el contenido del mundo que emitimos continuamente, y que no siempre están acorde a lo que uno realmente desearía emitir si pudiéramos tener un mejor control de esa proyección, se hace necesaria toda la ayuda y asistencia posible desde nuestros niveles superiores para corregir, o al menos regular, parte de esas “ondas” que conforman el entramado de realidad en el que cada uno existe.
El cuerpo causal de la supralma
Como quizás muchos también sabréis, cuando fallecemos y nos desprendemos el avatar que usamos en cada encarnación, el único cuerpo que no se disuelve es el cuerpo causal, que se integra con la supralma tras cada vida. Es decir, al fallecer el cuerpo físico sus partículas y mónadas son reasignadas para crear cualquier otro elemento que sea necesario en cualquier otra parte del universo. El cuerpo etérico, igualmente, se deshace y diluye con el contenido energético del plano etérico al igual que el cuerpo emocional, y el cuerpo mental se desintegra por completo también una vez que se ha hecho una copia de toda la información que contiene y esta se guarda ya en los niveles superiores. Así, el cuerpo mental y nuestra personalidad igualmente desaparecen tras el proceso de fallecimiento y solo el cuerpo causal queda como “envoltorio” del cuerpo álmico local.
Cuando alma y cuerpo causal han pasado por ciertos procesos de sanación, recapitulación, “descanso” y otros procesos que se dan al fallecer tras cada vida, el alma y el cuerpo causal se reintegran con la supralma y se diluyen en esta, incorporando el alma local sus vivencias y experiencias a la supralma y el cuerpo causal incorporándose a una capa de energía protectora y envoltorio “causal” que recubre esta misma supralma. Por lo tanto, todos los cuerpos causales, de todas las vidas que estamos teniendo simultáneamente, forman un único envoltorio causal que va formándose a medida que vamos falleciendo físicamente en cada época histórica en la que estamos encarnados, y la supralma va “expandiéndose” con cada alma local que se reintegra con este tras fallecer en cada una de esas vidas simultáneas en las que seguimos presentes.
Esta es otra de las razones por las que, en general, el concepto de la reencarnación tiene un anclaje a una base teórica de conocimientos que nos permiten hablar de que vivimos muchas vidas y de que se traspasan cosas de una vida a otra, no porque sea asi en tiempo lineal, sino porque si pudiéramos percibir la actividad supralmica y causal en la parte alta del plano etérico y parte baja del plano mental, entonces nuestra psique podría describir este proceso como que salimos de una vida y nos preparamos para entrar en otra trayendo información de la vida que acabamos de dejar atrás.
Es un proceso complejo que no podemos llegar a comprender del todo porque seguimos codificados y programados para percibir el tiempo de forma lineal, y nuestra esfera mental consciente-continuo, que es donde se ubica esa programación lineal del tiempo, no puede ser “eliminada” para que nos demos cuenta realmente de que todo sucede a la vez, ya que sería un caos y sería imposible para nuestra estabilidad mental empezar a notar todos los momentos del tiempo como coexistentes “ahora”, provocando que la realidad lineal de las cosas ya no tuviera sentido y con ello desaparecería todo concepto de pasado, presente y futuro, al menos para nuestra realidad humana. Por lo tanto, la programación que tenemos nos sigue manteniendo la ilusión de la propagación lineal del tiempo pero solo hasta el nivel mental, ya que tanto a nivel causal, como álmico como superiores, los programas y rutinas temporales de la esfera mental consciente continuo ya no aplican, no tienen efecto, así que el alma local de esta vida se sabe coexistiendo con el alma local de tu vida en la Edad Media y con tu vida en la China antigua, y no le causa ninguna alteración en sus parámetros de funcionamiento que así sea y que todo esté coexistiendo y sucediendo a la vez.
Gracias a que el cuerpo causal hace además de envoltorio temporal y conecta con el cuerpo mental de cada avatar, además de conectar con el cuerpo causal que envuelve la supralma, los procesos temporales lineales que la personalidad experimenta en cada encarnación se pueden traducir en experiencias y procesos que se manifiestan de forma simultánea en otras vidas y épocas históricas en paralelo, y, por lo tanto, se pueden conectar en esos niveles cosas de “ahora” con cosas del “pasado” e intercambiar datos o información entre sí, mover lecciones de vidas de hace mil años a lo que vas a vivir el mes que viene y todo este tipo de cosas que nos hacen gastar más de unas pocas neuronas cada vez que tratamos de darle sentido.
En todo caso, la función de los cuatro estratos del cuerpo causal y su papel mediador entre la realidad personal “diaria” y los planes evolutivos “álmicos” es lo que facilita las experiencias que cada uno se plantea para su vida desde esos otros niveles de nuestra estructura sutil, y es gracias a esta intermediación que podemos manifestar cientos de miles de situaciones que traigan todas y cada una de ellas una micro lección y un mini aprendizaje imbuidos por decisiones álmicas, suprálmicas y de YS, permitiendo una expansión de consciencia y creciendo, evolutivamente hablando, pasito a pasito con todo lo vivido en todas las vidas que estamos teniendo y disfrutando a la vez.