Nos habíamos quedado, en el artículo anterior, con la explicación de la influencia y poder que tienen las creencias personales en la proyección y manifestación de la realidad individual de cada uno, y cómo afectan la manera en la que cada ser humano vive dentro de su “burbuja holográfica”, e interactúa con su propia “creación” y versión de las cosas. Habíamos explicado que, al sanar, limpiar, desprogramar y cambiar profundamente nuestras creencias, miedos, patrones, etc., cambia todo nuestro mundo, y, con ello, poco a poco, se avanza en el camino de crecimiento personal que cada uno recorre como cree conveniente o tiene planificado desde sus niveles superiores.
Un salto “cualitativo”: la “citrinitas”
En ese proceso, y en algún momento, se alcanza la siguiente fase del proceso alquímico de transformación personal: la citrinitas, u obra amarilla, que, aunque menos mencionada en textos alquímicos, es el siguiente y tercer estado importante en el camino de la transformación del ser humano.
Y es que a medida que todos y cada uno de nosotros vamos ejecutando fase tras fase de nigredo y albedo, como habíamos explicado en el artículo anterior, llega un momento en el que tu sistema energético empieza a tener ya una estructura más limpia, más sana, más desprogramada. Cuando llegas a un punto en el que, ya de forma natural, puedes sostener un nivel de realidad por encima del 10-12 de la LT42, pero sobre todo, puedes mantenerte sin mayor esfuerzo en el nivel 15 de esta línea temporal, detrás de una de las membranas energéticas que existen entre el 14 y el 15, entonces has llegado al equivalente en nuestra época actual de lo que los antiguos alquimistas buscaban en esta fase: la manifestación de la realidad muy fluida y la integración del conocimiento adquirido con cada descubrimiento que has hecho en las primeras etapas (que pueden durar años o lustros) de tu camino.
En esta fase, el sistema energético del ser humano se acerca al estado de “oro espiritual”, simbolizando un nivel de autoconciencia donde la claridad, un nivel elevado de vibración que te ancla a un nivel alto de realidad y la sabiduría recogida durante el viaje comienzan a impregnar todas las áreas de la vida. Es un momento en el que la transformación interna se traduce en acciones externas más coherentes y significativas. Aun no es el final del camino, simbolizado por la fase final que veremos en otro artículo, la rubedo, pero ya estás muy avanzado en el proceso.
La relación entre creencias individuales y colectivas
Ahora bien, para poder llegar a ese estado, no solo hemos de tener en cuenta el trabajo personal que hacemos cada uno internamente, sino la influencia del entorno en el que nos movemos. Y es que, como todos emitimos nuestra propia realidad en márgenes de frecuencia y niveles de realidad muy parecidos (la mayoría de la humanidad se mueve entre el nivel 14 y el 28 de la LT33), y todas las “burbujas holográficas” se superponen unas con otras, tenemos que, el resultado de todo ello, provoca que se sumen las creencias individuales más potentes y se cohesionen en estructuras mentales que dan lugar a las creencias “colectivas”, las cuales, por lo tanto, influencian y tienen un peso importante a la hora de manifestar la realidad “colectiva” y común para todos.
¿Qué son las creencias colectivas?
Las creencias colectivas son sistemas de pensamiento compartidos por grupos, comunidades o incluso toda la humanidad. Estas creencias colectivas tienen un impacto significativo en la realidad, ya que crean una «atmósfera mental» que influye en las experiencias de mucha gente, permean también hacia el cuerpo mental de cada ser humano, y pueden también colorear tu proyección personal por el “impacto” de las creencias globales de la zona en la que vives, la gente con la que te juntas, la “atmósfera familiar” en la que te encuentras o la psique de la nación o el país en el que habitas.
Por ejemplo, una sociedad de una zona determinada de cualquier parte del planeta que cree profundamente en la escasez económica tenderá a manifestar crisis financieras y desigualdades con mucha más facilidad que una sociedad en otro país donde la psique colectiva de ese lugar tiene otra concepción de la riqueza y la abundancia, y, por tanto, en esa región, se generarán sistemas que reflejen esos principios, independientemente de que, dentro de esa misma región, haya personas que estén más alineadas o menos con la creencia general de la psique colectiva del lugar.
En muchos casos, a menos que seas muy consciente de tu sistema de creencias y mecanismos de proyección de tu realidad, las creencias colectivas pueden “sobrescribir” las proyecciones individuales, y, alguien con una tendencia “más bien pesimista” puede llegar a proyectar una vida mucho más prospera en una zona donde localmente hay una psique colectiva de “prosperidad”, de lo que alguien muy “optimista” y “positivo” puede llegar a hacer en una zona donde rige una psique colectiva de “pesimismo” o de “decadencia”.
En todo caso, esto es solo una forma general de explicarlo, porque es 100% correcto que, aunque las creencias colectivas son poderosas, cada uno de nosotros a nivel individual siempre tenemos el poder de influir en la versión de las cosas que nos pasan exclusivamente a nosotros, al cambiar nuestras propias ideas, a la vez que también podemos contribuir con una energía diferente al campo colectivo. Pero, en general, es más difícil “luchar” energéticamente por manifestar algo en un lugar donde, globalmente, se tiende a proyectar un entramado mental más “bajo” y denso que en uno donde ya, de por sí, el entorno es más dado a otro tipo de manifestaciones de la realidad en niveles o estratos más elevados.
El sistema de creencias colectivo y su influencia en el mundo físico
Por lo tanto, es importante comprender que el sistema de creencias colectivo desempeña un papel central en la creación de la realidad compartida por todos nosotros en el mundo que percibimos como físico.
Así como las creencias individuales moldean la experiencia personal y la forma en la que te pasan las cosas que te pasan solo a ti, las creencias colectivas —que surgen de las ideas, emociones y expectativas compartidas por un grupo de personas— dan forma a las circunstancias y eventos que afectan a comunidades, culturas o a toda la humanidad.
Estas creencias colectivas actúan como un campo energético que influye en la materia prima con la que se forma la realidad, y, con ello, en la sociedad y en sus dinámicas globales, creando una realidad consensuada que refleja los valores, temores y aspiraciones predominantes de la gente que forma parte de ese grupo o comunidad, y, por ello, nos afectan de una manera determinada según donde estemos viviendo, trabajando o pasando un tiempo en cada momento.
Pero, de igual manera que dijimos en el artículo anterior que las creencias personales se pueden cambiar, los sistemas de creencias colectivos no son tampoco fijos ni inmutables. Son maleables y pueden transformarse a medida que las personas individuales que forman parte de este cambian sus percepciones, y contribuyen con nuevas ideas al colectivo.
Esto implica que cada uno de nosotros tiene el poder de influir en la realidad colectiva, y, al hacerlo, participamos activamente en la evolución de la ciudad, de la región, del país o de la humanidad. Es el concepto de “masa crítica” que muchas veces habréis oído y que supone que, cuando un número determinado de personas cambia la proyección individual de sus burbujas de realidad, influirá poco a poco en el resto de “burbujas” de los demás para poder cambiar la psique colectiva de esa zona, simplemente porque hay más gente emitiendo algo nuevo que gente emitiendo lo que se proyectaba hasta ese momento.
El resumen de este concepto lo dice la canción: “If you want to make the world a better place, take a look at yourself, and make the change.” (“si quieres hacer del mundo un lugar mejor, mírate a ti mismo y haz el cambio”)
¿Cómo se formó el sistema de creencias colectivo?
Como hemos dicho, un sistema de creencias colectivo es la suma de las creencias, expectativas y emociones compartidas por un grupo de personas. Todo lo que emitimos desde nuestro cuerpo mental es recogido en los diferentes inconscientes colectivos a los que estamos conectados, sea el familiar, sea el de tu barrio, de tu ciudad, de tu región, de tu país, etc. Estos ICs, con su contenido, no solo incluyen los pensamientos conscientes que ahora pudiéramos estar proyectando, sino también patrones subconscientes y arquetípicos que se transmiten a través de la programación interna de nuestra psique, y que moldean cómo los individuos percibimos y experimentamos el mundo.
Como habíamos explicado en el artículo sobre los “Yoes Globales”, una parte de nosotros recoge todo eso que cada uno tiene en su interior, lo envía hacia los ICs y, con ello, el SER de la Humanidad (y las jerarquías que le asisten) cohesiona y aglutina todo el conjunto de datos y escenarios que dan lugar a la realidad común para todos, pero a diferentes niveles, de manera que, la realidad de mi barrio se forma por la suma de las emisiones recogidas por los “Yoes Globales” de quienes vivimos en este barrio, y su “atmósfera” y sucesos, cosas que pasan, tipo de barrio, cómo es la gente, qué ambiente se respira, etc., depende únicamente de lo que emitimos los que estamos “dentro” del paraguas psíquico que forma el IC del barrio.
Cada lugar, ciudad, región, localidad, país, zona, etc., es diferente a la del al lado si la gente de esas comunidades emite cosas diferentes, se consolidan escenarios diferentes, y se manifiestan realidades diferentes.
Por este motivo, por ejemplo, en países donde existe la creencia colectiva de que “el progreso depende del esfuerzo constante”, aparece y se manifiesta “físicamente” una cultura de productividad extrema, donde el descanso y la conexión emocional son vistos como secundarios. De manera similar, una sociedad que cree en la importancia del estatus social como medida del éxito puede crear (por proyección subconsciente) sistemas económicos y sociales de múltiples estratos, que entonces manifiesta situaciones que perpetúan desigualdades, mientras que una comunidad que valora la cooperación y la igualdad de “todo” y de todos puede generar estructuras sociales que reflejen esos principios (funcionen luego mejor o peor, pero son el reflejo de lo que la psique de esas zonas contiene). Esto, como podéis imaginar, se manifiesta en escenarios donde, decimos, pues ese es un país más rico, o esa es una zona donde hay un nivel de vida tal, o en tal cultura la gente se ayuda más entre sí, o en tal país las cosas son así, pero en tal otro las cosas son de otro modo, y todo por el estilo. Según como sea la psique colectiva de una zona, comunidad o lugar, así es la realidad y así se suele adaptar la gente que vive en esa zona a la atmósfera “psíquica” del entorno.
Luego, como estas psiques colectivas no son “nuevas”, sino que llevan siglos en construcción, sino milenios, no es solo cuestión de que la gente que viva ahora en ese lugar sea la responsable (únicamente) de la realidad de esa zona, que también, ya que todos los que vivimos ahora en tal ciudad o tal sitio estamos apoyándonos en las estructuras ya creadas y manifestadas por todas las generaciones anteriores que han vivido en ese sitio, han pasado por el sitio o han tenido influencia en tal sitio. Por lo tanto, mi mundo actual en la zona del planeta en la que habito depende tanto de los que estamos viviendo en esta zona ahora mismo como de todo lo que ha sucedido en esta zona anteriormente, y de todo el “impacto” energético y “carga” dejada en la zona por las cientos o miles de generaciones anteriores que han marcado y dejado su huella psíquica en el lugar.
Cómo las creencias colectivas moldean la realidad física
Entonces, a la hora de manifestar un determinado evento en una determinada manera, las creencias colectivas operan como plantillas energéticas que influyen en la densificación de la realidad y en las circunstancias físicas de materialización de eventos y situaciones. Estas plantillas actúan como un marco organizador, dando forma a los eventos y estructuras que experimentamos en el mundo físico. Por ejemplo:
Eventos globales
Las guerras o conflictos, crisis económicas, revueltas populares o cosas por el estilo no son simplemente casualidades, o resultados inevitables del proceso o decisión de una persona, o del buen o mal hacer de los que gobiernan el mundo, sean políticos “visibles” y conocidos, o sean miembros de SC ocultos entre bambalinas. Todo ello siempre nace como manifestaciones de las tensiones, aspiraciones y creencias predominantes en el sistema colectivo de la zona donde “eso” se produce. Cuando hablamos de que REC y SC activan este conflicto por aquí o por allá, manipulan este evento por aquí o por allá, o hacen esto por aquí o por allá, solo lo pueden hacer si existe en la psique colectiva de ese lugar la energía, creencias, escenarios, etc., listos para ser detonados o activados. Por este motivo, no se puede crear nada en un lugar que no haya sido primero moldeado, proyectado, diseñado y preparado en la psique colectiva de ese lugar. Para ello, REC y SC han usado, sobre todo, los medios de comunicación de regiones concretas para imbuir en las proyecciones individuales de la gente tal o cual idea o creencia o escenario, para que la gente, a nivel individual, una vez “eso” es parte de su psique a nivel subconsciente, lo subieran al IC de su zona, y, entonces, ya estando ese escenario en ese IC, poder “detonar” el evento que sea prendiendo la “chispa” que sea (ejecutando alguna micro acción que ponga en cascada en marcha el inicio del proceso de manifestación de ese escenario o evento), pues este ya existe como parte de la proyección individual de la gente, primero, y, segundo, como parte del conjunto de creencias colectivas del lugar en su IC correspondiente.
Estructuras sociales
Luego, siempre cualquier sistema colectivo que hemos creado, estén asociados a la educación, la política, las estructuras sociales o la religión predominante de una zona, reflejan las creencias compartidas sobre cómo son esos temas en cada zona.
A nivel político, por ejemplo, las personas que tienen un cargo “el que sea”, y que representan “algo” de cara al resto (en el sentido de que tu alcalde o alcaldesa representa a tu ciudad, o tu presidente de gobierno representa a tu país ante otros) reflejan siempre el estado psíquico colectivo de la ciudad, región o país que dirigen. Pueden tener más o menos acierto, pueden ser mejores o peores como personas a nivel individual, o pueden hacer las cosas bien o mal, pero no pueden estar en un puesto “de representación” si la psique colectiva de aquello que representan no “encaja” con lo que ellos son. Dicho de otra manera, las clases dirigentes son la imagen en el espejo de la psique de la gente del lugar a muchos niveles determinados, por lo tanto, cada pueblo tiene, en gran medida, aquellos representantes que cuadran con, al menos, una parte importante de la energía que hay en la psique colectiva de ese lugar. Por ello, si SC quiere que un partido político determinado gane unas elecciones, tiene que manipular la psique colectiva para que esta refleje y resuene mayoritariamente con la energía de aquellos a los que quiere poner en el poder. Sin este encaje, no hay resonancia, y no se puede manifestar una victoria electoral de alguien que no sea un reflejo de una parte lo bastante grande de la psique colectiva del lugar que esa persona representa. Sin cambio en las estructuras mentales de la psique de una comunidad, no hay posibilidad de cambio físico o material de ningún tipo, sea el gobierno de turno, sea las instituciones que se han creado como estructuras de organización social.
Crisis colectivas
También los sistemas de creencias colectivos pueden generar crisis, que, a menudo, son catalizadoras para el cambio. Cuando una creencia colectiva se vuelve restrictiva o disfuncional, acumula mucha tensión o no encuentra una válvula de escape, se vuelve un obstáculo para la evolución de la comunidad o representa un tope que se quiere cambiar, la propia psique colectiva, a través de los “yoes globales” y otros procesos de la psique individual de cada persona, puede provocar la manifestación de un conflicto, una crisis económica o una enfermedad social en esa región como medio de detonar una catarsis y proceso de reconfiguración completa, drástica y radical de esa zona.
Estas crisis no son vistas como castigos, sino que muchos niveles internos de nuestra programación lo ven como oportunidades creadas para que la humanidad (o la gente de esa zona) reevalúe sus creencias, suelte lastre, haga cambios drásticos que no se quieren hacer, o adopte nuevas perspectivas que “tocan” para un lugar determinado para que algo salga adelante, cambie, se regenere, se sane, etc.
Por lo tanto, estas situaciones de crisis se generan desde una posición de necesidad cuando un colectivo se ve atascado, bloqueado, limitado o con ganas de cambio, y se fuerzan por medio de los yoes globales que sienten la presión interna del colectivo para cambiar algo, aunque las personalidades “externas” de ese colectivo no sean conscientes de ello. Cuando ese cambio es detonado internamente por la psique colectiva de una zona, es cuando la personalidad “externa” recibe el shock necesario para replantearse lo que toque según lo que le impacte y cómo le impacte, y, a partir de ahí, se produce un salto en la vida de los afectados que ha de llevarlos a cambiar algo, modificar algo, mejorar algo o moverse a otro sitio si es lo que toca para esa comunidad, grupo, familia o individuo.
Fenómenos naturales
Luego, aunque los desastres naturales tienen causas, y muchos son producto de los procesos de limpieza, regeneración y sanación del planeta, puestos en marcha por las fuerzas de la naturaleza y las jerarquías logóicas, también su intensidad o impacto está relacionado con la energía emocional y mental colectiva existente en una región.
Según como interactúan las energías de limpieza y disolución que el planeta pone en marcha hacia una zona, la psique de esa zona se “revuelve” de una manera o de otra, y, al hacerlo, manifiesta una versión del evento “desastre natural” de una manera u otra, con una intensidad u otra. Es decir, cuando se limpian estructuras planetarias, nacionales, regionales, locales, etc., la reacción de las proyecciones colectivas de aquellas personas que se encuentra en ese lugar tamiza, colorea y adapta la forma en la que ese evento termina manifestándose a nivel físico, pues, por otro lado, las limpiezas siempre son energéticas, en el plano mental, en el sustrato astral, en el plano etérico, en las capas energéticas del plano físico, etc. El que esos movimientos de limpieza de lugares den como resultado un evento A que es una catástrofe o un evento B que resulta en algo menos desastroso depende de la psique colectiva del lugar que recibe las “ondas” y procesos de sanación del lugar que esa psique “rige”, y cómo se adapta a ellas, se opone a ellas, se imbuye en ellas, colabora con ellas o se acopla a ellas facilitando el cambio sin oponer especial resistencia.
En todos estos casos, esta relación entre creencias colectivas y realidad física no implica que cada individuo sea responsable de todos los eventos desastrosos (o beneficiosos) que pasan en su comunidad, ciudad, país, o los que son globales, pero sí que las creencias personales enviadas a formar parte de la psique compartida de cada zona actúan como un campo energético que influye en el desarrollo de estos eventos en esa zona, y no necesariamente en la zona de al lado si la psique colectiva de ese “al lado” tiene otra configuración, porque los que ahí habitan emiten y piensan y tienen otra psique local con otro contenido diferente.
Es decir, aunque los sistemas de creencias colectivos son poderosos, no son independientes de las creencias individuales. Cada persona contribuye al colectivo a través de sus pensamientos, emociones y expectativas. Esto significa que, al transformar nuestras creencias personales, también influimos en el sistema colectivo, aunque sea de manera sutil, creando un efecto dominó que, con el tiempo, puede alterar las dinámicas económicas o sociales de su comunidad.
La conexión con la conciencia «universal» de la especie
Finalmente, el sistema de creencias colectivo de cada región, zona o país no opera en aislamiento; está conectado con la conciencia más amplia de toda nuestra especie que abarca todas las posibilidades de lo que podemos llegar a ser como raza, y que se aglutina como la consciencia del SER de la Humanidad. Esto implica que, cuando una sociedad cambia sus creencias, no solo transforma su realidad inmediata a todos los niveles, sino que también accede a nuevas probabilidades dentro de esta conciencia “global” que formamos entre todos, y permite que la psique de la especie humana tenga capacidad, a través de su SER, de acceder a otros niveles evolutivos superiores en su conjunto.
Por lo tanto, igual que tus creencias personales marcan tu vida a nivel individual, el sistema de creencias colectivo es un reflejo de las aspiraciones, temores y valores compartidos por la humanidad. Este sistema no solo influye en nuestra realidad física, sino que también actúa como un vehículo para el aprendizaje y la evolución colectiva. Si habéis más o menos comprendido cómo operan estas creencias y cómo podemos influir en ellas, os daréis cuenta de nuestro poder para moldear no solo nuestras vidas individuales, sino también el mundo en el que vivimos, las estructuras sociales que hemos creado, los sistemas económicos y políticos con los que nos organizamos, los medios que permiten qué nos comuniquemos, la tecnología que tenemos o desarrollamos, etc.
Lo que veremos en el siguiente artículo es, entonces, las corrientes psíquicas principales que existen en estos momentos en la humanidad y el proceso de transformación que nos lleva a la “rubedo”, la última fase de la transformación alquímica del ser humano en su camino por convertirse, micro paso a micro paso, en la versión de lo que nos permite pasar como Hesiels al siguiente nivel evolutivo.