He terminado recientemente un libro, en inglés, llamado “The last hours of ancient sunlight”, algo así como “las últimas horas de la antigua luz solar”. Aunque la traducción del título no es del todo correcta, el libro va sobre como estamos destruyendo nuestro planeta y todos los recursos naturales que tenemos en el, sobre todo como el petróleo que nos queda, que según el autor no va a durar más de un par de generaciones, puede provocar todo tipo de conflictos y calamidades, además de escasez de alimentos, recursos naturales, etc.
La cuestión es que el libro no tiene un tono alarmista de “todo está perdido” sino que expone con hechos y argumentos y estudios científicos como funciona el ecosistema natural, los cambios climáticos, etc y al final del libro nos da algunas soluciones, la más importante de ellas, el cambio de conciencia en todo el planeta para salvar lo que queda. Habla de todo, de cómo la extracción de petróleo que sustenta el crecimiento de la humanidad se está acabando (aunque en retrospectiva, y habiendo aprendido sobre el origen mineral del petróleo esto está por discutir), de cómo los recursos de agua potable se están acabando (que nos lo digan en Barcelona con la sequía que tuvimos el verano pasado), de como los árboles que quedan en el planeta ya no pueden mantener la atmósfera limpia y el ciclo de lluvias funcionando, etc. Explica como los alimentos básicos van a seguir subiendo ya que cada vez será más caro producirlos (por falta de agua y por el aumento de la población, mucha demanda y poca oferta) y como todo esto puede llegar a hacer que la mayor parte del mundo pase más hambre de la que ahora se pasa en algunos países. A veces leyendo estas cosas me da la impresión que me han sacado de una realidad y me han abierto la ventana a otra para la cual no todo el mundo está preparado.
Hace poco decían las noticias que Naciones Unidas y su programa mundial de alimentos están teniendo problemas para encontrar y almacenar alimentos como maíz y arroz, ingredientes básicos en la dieta de medio planeta, ya que su precio y la especulación hacen que su escasez empiece a notarse cada vez más.
A mi lo que más me impacta, es que todo esto solo es noticia de vez en cuando y no es una alarma presente en nuestra realidad cotidiana. Es decir, que si no buscas información por tu cuenta de forma muy específica, la mayoría de la sociedad vivimos en una burbuja de desinformación total sobre la realidad global del estado del planeta en el que vivimos, lo cual no es de extrañar, ya que el 99% de los medios de comunicación pertenecen a los grandes grupos empresariales que a su vez controlan todo tipo de industrias relacionadas con temas de los que mejor no informar a la población. En realidad lo que me indigna es que si analizamos la información que se nos da por televisión, y lo que uno encuentra indagando por otros lados (como este tipo de libros) es como si viviéramos en dos realidades distintas.
Europa y el resto de los países desarrollados vivimos en una burbuja, el resto del planeta tiene una realidad diaria extremadamente diferente y muchísimo más difícil que la nuestra. Y lo peor de todo es que sin la explotación por nuestra empresas de esos países, nosotros no podríamos vivir como lo hacemos. La primera vez que alguien me dijo eso fue en Indonesia, no como reproche, sino como alguien que me contaba una realidad de la cual yo no era consciente.
El libro es más que recomendable a todo el mundo, quizás nos abra la menta a otra realidad bien distinta a la que creemos tener. Nuestro trabajo ahora es concienciarnos más de esta realidad y buscar formas de conservar lo que queda del planeta, aunque muchos dicen que llevamos ya varias décadas de retraso para salvar lo que queda.