En el post anterior sobre la Ley de los Opuestos decía que había un tema controvertido que poca gente se atreve a tocar, y que ni mucho menos aparece en todos los cursos sobre «cómo crear tu propia realidad», «cómo ser rico», «cómo manifestar lo que deseas» etc. Si es tan fácil aprender a manifestar la casa de nuestros sueños, el amor de nuestra vida, el dinero suficiente en el banco, el trabajo perfecto, etc., ¿porqué no enviamos cientos de miles de manuales y cursos a todas las personas que sufren, que pasan hambre, que viven sumidos en países explotados, en medio de guerras o condiciones infrahumanas y les ayudamos a que cambien «sus pensamientos» y usen la Ley de la Atracción para mejorar sus vidas?
En teoría, esto puede ser tan fácil como usar los métodos de pensar lo que queremos, visualizarlo día y noche, vibrar a la frecuencia de eso que deseamos y verlo reflejado en nuestra vida. Pero, si es así, ¿no estaríamos diciendo que los que pasan hambre, mueren por culpa de la guerra en Darfur o no tienen agua que beber es porque se lo han buscado con su pensamiento «incorrecto»? Algo no cuadra, ¿verdad? ¿Cuál es la respuesta a esta pregunta?
Personalmente no la he tenido, si es que se puede «tener», hasta que, como decía en el post anterior, leí una explicaciones sobre el proceso de creación de Neale Donald Walsch (autor de los libros «Conversaciones con Dios»). La respuesta es que, efectivamente, la causa del gran sufrimiento de la humanidad, es la manera de pensar de la humanidad. Aunque no es tan sencillo como la frase parece querer indicar. No se trata sólo del pensamiento de los que sufren. Se trata del pensamiento de todos manifestando la realidad común y macro en la que vivimos a través del inconsciente colectivo que nos une a todos los seres humanos.
El destino manifestado
He tenido que escribir un capítulo entero poniendo en orden mis pensamientos sobre el Destino y el libre albedrío en «El Poder de la Intuición«, y haber tenido una «revelación» sentado en una playa para entender que, efectivamente, muchos de los que sufren y viven en estado de problemas constantes, llegan a creer que realmente «eso es lo que les ha tocado vivir y es lo que hay», tal y como decía Neale. Muchos se han rendido, han tirado la toalla y no han luchado (no han podido, no han encontrado la forma) para rebelarse ante la situación en la que han nacido y en la cual les ha tocado vivir su existencia.
El pensamiento de la gente que sufre, en este caso, tiene también un papel en la representación de la realidad en la que viven, se han encontrado algo hecho, un mundo con unas condiciones y unas realidades que se han integrado en su forma de pensar, y pocos tienen energía o una forma de ver su realidad que, aunque poco, crean que puede ser cambiada, y con ello, cambiar, en la medida de lo posible, su situación. Pero ese no es el verdadero problema.
El problema principal es que el hambre, el sufrimiento de algunos pueblos, culturas, etnias, están siendo mantenidos y sostenidos, y muchas veces aumentados, por la conciencia colectiva del planeta, y un sistema de control y gestión del mismo. El inconsciente colectivo de todas las mentes del planeta, los que viven en abundancia y los que viven en la miseria, los que son felices y los que no, los que pasan hambre y los que comen cada día en restaurantes Michelín. Y es que muchos de aquellos que estamos «en este lado», proyectamos y seguimos proyectando en el inconsciente colectivo la imagen que «tenemos» de aquellos que están «en aquel lado», lo cual hace que la realidad de los que están «en aquel lado», siga siendo mucho más potente y difícil de cambiar por las mentes individuales de los que viven allí, aunque lo intenten. Y todo esto por una realidad también manipulada por unas estructuras de control complejas y profundamente instaladas en nuestra sociedad.
Muchas veces, incluso, nuestros pensamientos les otorgan cierta «culpa» de su situación o simplemente ignoramos las peticiones de ayuda. Pensamos que los problemas que puedan tener se los han podido buscar por alguna razón, o, sino, preferimos no pensar en «aquel otro tipo de vida». Este muro, esta realidad creada por las mentes de todo el planeta sobre la situación en una o más regiones, países, lugares, hace extremadamente difícil que las personas que vivan en él, puedan siquiera llegar a plantearse cambiar la realidad cambiando su forma de pensar.
La conciencia colectiva es más fuerte que la individual
Vivimos en una sociedad en la cual «manifestar un coche nuevo» tras haber comprado «El Secreto» es relativamente fácil. El inconsciente colectivo de nuestra «zona» está más que abierto a esa posibilidad, incluso diría que la potencia, por el nivel de vida y el deseo de más de una persona de obtener lo mismo. Todo eso está en ese inconsciente colectivo que puede o bien actuar como amplificador de nuestros deseos, o bien como un muro infranqueable para ellos.
Los pensamientos combinados de la multitud ejercen literalmente su poder sobre la vivencia de unos pocos. Mientras millones de personas en el planeta proyecten su imagen de niños en África muriendo de hambre, no habrá nadie que pueda cambiar esa realidad desde dentro. Todos estaremos contribuyendo a anular esos esfuerzos de pensamiento «positivo». Es muy difícil para un solo individuo superar con su poder «mental» la barrera que forma el inconsciente colectivo.
Rompiendo el muro
Pero esto no tiene que ser así para todos. Siempre hay casos de personas excepcionales que son capaces de cambiar su vida y su realidad en un entorno completamente en contra de ellos. Son esas personas las que demuestran que el poder del individuo, a base de elevar su conciencia personal, puede vencer el muro de la conciencia colectiva. Lo hagan de forma consciente o inconsciente, existen aquellos que han podido realmente ser ejemplo para el resto de los que vivían alrededor de ellos. Para conseguirlo probablemente hayan tenido que luchar contra un modo de ver la realidad que a ellos no les gustaba, o por supuesto no les convenía, y el poder mental, la energía de su mente consciente (e inconsciente) han sido capaces de atraer y manifestar la realidad que deseaban aún por encima de la realidad creada por el inconsciente colectivo. Y ahora, ¿Qué pensamientos queremos lanzar al inconsciente colectivo? ¿Qué mundo queremos llegar a construir o ayudar a mantener? Lo queramos o no, todos tenemos un papel en lo que pasa en el planeta, la cuestión es si aceptamos la responsabilidad o no que nos toca por ello.