De acuerdo con varias religiones, el karma sería una energía metafísica (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas, una acumulación de hechos energéticos que vuelven a nosotros a través de las Leyes de Causa y Efecto y de lo que llamamos la Ley del Boomerang.
Aplicado a la vida y al sentido metafísico que se le da al karma, el concepto es que todo aquello que hacemos, pensamos, ejecutamos, decimos, etc., genera una energía, es la causa que produce un efecto, a veces bueno, y a veces no tan bueno (karma negativo que podría llamarse). Ese efecto, debido a la ley universal que dice que todo lo que das lo vuelves a recibir, termina de nuevo incidiendo en nosotros, tanto positivamente como negativamente, convirtiéndose en lo que todos conocemos por acumulación de karma. La suma de problemas, eventos negativos, situaciones caóticas, etc., son debidos, muchas veces, al karma, a una acción anterior nuestra en la cual hemos precisamente creado algo parecido a lo que recibimos, aún sin saberlo o sin habernos dado cuenta. En términos generales, el concepto de karma está basado en una ley cósmica, por la cual toda fuerza que se genera manifiesta otra fuerza de igual fuerza pero contraria en sentido, dando lugar a nuestras interpretaciones de que «se recibe lo que se envía» y cosas por el estilo.
El Karma y la reencarnación
Las filosofías y religiones orientales nos dicen que el karma se acumula de una vida para otra, sobre todo cuando los hechos y causas provocadas por nosotros (nuestros actos) tienen una repercusión más allá del tiempo que pasamos en esta vida. Es como si el efecto de algo que hemos hecho tuviera tanto alcance, que el boomerang que nos lo ha de devolver no tuviera tiempo en esta vida para traernos de vuelta aquello que hemos enviado. En general, hemos de tener en cuenta que esta explicación parte de una visión lineal del tiempo, aun cuando el tiempo, de por sí, siga un patrón de simultaneidad de la existencia y todo existe en un eterno «ahora». En realidad, lo que sucede es que las fuerzas se se ponen en marcha y que luego manifiestan las fuerzas contrarias u opuestas que notamos, no están sujetas a las leyes del tiempo tal y como nosotros lo percibimos, por lo que a nuestra percepción humana, podemos vivir ahora el efecto de una energía que se puso en marcha hace 300 años o simplemente hace 10 minutos.
Así, se dice que arrastramos de una vida a otro hechos y acciones cometidas en una vida anterior, y que nuestra acumulación de karma es lo que muchas veces nos hace pasar por ciertas situaciones sin quererlo ni pedirlo, y sin saber de dónde nos viene (tanto positivas como negativas). Esto de nuevo, es simplemente nuestra mala interpretación de esta ley, ya que no se nos juzga por nada y no se nos castiga por nada de aquello que hayamos hecho o generado, sino que simplemente, como responsables de la co-creación de nuestra realidad que somos, vemos los efectos de muchas causas que hemos puesto en movimiento pero con cierta carga «negativa», asumiendo por nuestra decodificación mental que hemos «pagado» o estamos «pagando» el precio de alguna mala acción anterior.
El karma en el día a día
Por eso el karma no es solo algo que se genera y acumula de una vida para otra, sino que al estar continuamente en acción, creando «causas», continuamente estamos generando «efectos». Lo más común es que estos efectos vuelvan a nosotros realmente rápido, una buena acción que haces se ve recompensada por algo bueno que te hacen a ti unos días o semanas después, una pequeña «mala» acción se ve devuelta por algún «pequeño problema». Hay personas que no desean hacer daño ni al más pequeño de los insectos, sabiendo que así no recibirán ni siquiera la más pequeña de las repercusiones negativas, sin embargo, tratan de hacer las obras positivas más grandes que puedan llevar a cabo, para recibir de esta forma los beneficios de la misma. Este tipo de comportamiento puede venir dictado por su propia «intuición» y conocimiento interno de este tipo de procesos, pero en la mayoría de los casos, viene dictado por los sistemas de creencias que los rigen.
Cómo decidimos vivir con respecto a estas leyes universales es decisión nuestra. Si decidimos ir por el mundo sembrando rabia, temor, egoísmo, enfado, fastidiando a los demás, y toda la lista de actitudes negativas que se os puedan pasar por la cabeza, viviremos simplemente recibiendo lo mismo de los demás y de la vida. Si decides irte al otro extremo y no vivir más que en la alegría, la paz, el amor, la generosidad, en la medida de lo posible e implementable en la vida de cada uno, pues eso será lo que recibirás.
¿Se puede hacer esto? Pues depende. Es todo un problema de actitud y de elegir en cada momento, en cada instante, cómo queremos reaccionar a lo que otros nos están generando, podemos devolver una mala acción con otra, o podemos encontrar la forma de que la mala «acción» de alguien no genere en nosotros una respuesta que vaya a traernos consecuencias negativas, a corto o largo plazo. Simplemente tengamos en cuenta que nada ni nadie está juzgando lo que hacemos o dejamos de hacer, todo es energía, todo funciona bajo unas leyes y unas reglas, y causa que se pone en marcha, efecto que se produce y que, en algún momento, notaremos y percibiremos en nuestra realidad.