En toda terapia energética, se usa, obviamente, “energía”. Es un término genérico que intuitivamente todos entendemos. También comprendemos que, para limpiar, desprogramar, sanar o actuar sobre cualquiera de los cuerpos sutiles y elementos de nuestra estructura es necesario aplicar algún tipo de “energía” que permita disolver, disgregar, “romper” o eliminar ese “bloqueo”, disfunción o alteración que nos está causando aquello por lo que hayamos acudido a hacer la terapia o nos la estemos, nosotros mismos, auto aplicando.
Como ya habéis visto, en el trabajo que hacemos en el blog siempre usamos la energía del YS, y siempre explicamos que es porque es la de mayor potencia, vibración, frecuencia, etc., que está disponible para llevar a cabo las sanaciones. Sin embargo, ¿Cuál es la verdadera razón de que un tipo de energía pueda “disolver” otro tipo de energía? ¿Únicamente su potencia o frecuencia?
Desde un punto de vista “material”, evaluado desde la visión de la personalidad de cómo funciona el mundo, sí, son dos de los elementos que marcan la diferencia respecto a que energía podrá ser usada para hacer una limpieza o sanación sobre “algo”. Desde el punto de vista “no-físico”, y el más “correcto”, por decirlo así, la razón es que todas las partículas que forman cualquier tipo de flujo de cualquier tipo de energía tienen una jerarquía, que las “ordenan” según su nivel de consciencia, y es esto, y nada más, lo que determina si un tipo de energía es apto para hacer una sanación o desprogramación o no lo es.
Si pudiéramos tener un microscopio tan potente que nos permitiera ver las mónadas que bajan por el cordón dorado o línea del Hara cuando hacemos una petición al YS para que elimine un programa de la psique, transmute una masa emocional enquistada o limpie la matriz etérea de un órgano físico, observaríamos que las mónadas de la energía del YS no vienen como la caballería entrando por la fuerza sobre las energías del problema “enquistado” o del bloqueo, sino que, simplemente, como tienen mayor jerarquía que las energías emocionales, por ejemplo, solo tienen que “presentarse” en la zona donde se halla el problema a sanar, y las mónadas que forman parte de ese “problema energético” deben “obedecer” las instrucciones de disolverse y romper sus enlaces “monádicos” entre ellas, (que es lo que mantiene, por ejemplo, un bloque compacto de energía negativa y densa unido entre sí).
Cuando las partículas de una energía de mayor jerarquía interactúan con las partículas de jerarquía inferior, en su nivel de actuación, se produce un intercambio de instrucciones entre las partículas que llevan el rol de “sanar” respecto a las partículas que han producido la “disfunción” o problema que ahora estamos sanando o desprogramando (ya que, el YS, cuando recibe la petición de ejecutar la sanación, envía pulsos energéticos codificados con esa instrucción a la zona que debe ser sanada).
Estas instrucciones son muy simples: “debéis disolver vuestros enlaces “monádicos” y disolveros en el campo genérico terrestre” (que en Irdin recibe el nombre de “Muán”, lo que llamaríamos el “éter” o energía etérica). Las mónadas que forman parte de ese bloqueo (desde un taponamiento en un chakra o en un meridiano, un quiste emocional, un parasito anclado a cualquier capa del aura, un implante etérico, hasta un problema en un órgano o un programa en una esfera mental), ejecutan las instrucciones de “separarse” y “disolverse”, porque así está codificado en todos los niveles de la Creación, donde, de forma automática, se ejecuta siempre de igual manera y sin que medie ningún tipo de intervención forzada, las instrucciones que algo de una jerarquía superior indica a algo de una jerarquía inferior.
De nuevo, como alguna vez ya hemos explicado, las jerarquías no dependen de la fuerza, o inteligencia o poder que un ser, ente o logos tenga o deje de tener, sino de la consciencia que se tiene. El nivel de consciencia y de comprensión de las cosas otorga grados jerárquicos en todo el universo, en todos los universos, y, a medida que crece tu nivel de comprensión aumenta automáticamente el grado que los logos otorgan (automáticamente) a todos los seres vivos y a todo lo que existe en esa “Creación”. Ese grado jerárquico se codifica, en el caso del ser humano, en la esfera de consciencia del cuerpo mental, que es lo que permite a otros seres identificar nuestro nivel evolutivo, simplemente viendo la información existente en nuestra esfera de consciencia.
Niveles jerárquicos de la tabla periódica de elementos
Esto también aplica a los elementos químicos de nuestra tabla periódica. Creo que todos recordáis que hay elementos más “fuertes” que otros, cuyos enlaces químicos son más difíciles de romper, mientras que otros elementos se diluyen y separan con mayor facilidad. Hay elementos en la naturaleza que se disuelven en otros elementos de la naturaleza, como la sal en el agua, pero otros no lo hacen. Hay elementos que reaccionan de una determinada manera con la presencia e interacción de otros elementos (reacciones químicas) mientras que otros no. ¿Cuál es la razón de este comportamiento? La química nos lo explica desde el punto de vista material y físico, pues efectivamente podemos comprobar, en cualquier momento y de mil maneras, qué pasa si juntas una molécula del elemento A con una molécula del elemento B.
Pero la razón de estas reacciones y comportamientos “químicos” no es otra que la jerarquía que estos elementos “de la naturaleza” tienen entre sí, ya que si la sal no tuviera, por decir algo, “instrucciones” codificadas de disolverse en agua, como el plomo no las tiene, la sal no sería soluble, ya que la jerarquía de las mónadas que se juntan de una determinada forma para generar la combinación de H20, que es el agua, no sería suficiente para que las mónadas que se juntan de una determinada manera para generar NaCI, cloruro de sodio, o sal, rompieran sus enlaces “monádicos” al entrar en contacto con estas, si las mónadas del agua les indican que lo hagan.
Por lo tanto, para que algo interactúe con algo y ese “algo” pueda actuar sobre ese otro «algo», es necesario que las partículas que forman el primer elemento tengan mayor grado jerárquico que las partículas que forman el segundo elemento. Ninguna fuerza en el universo puede saltarse esta ley, pues está codificada en todos los campos y niveles de las estructuras del planeta, del sistema solar, de la galaxia o de cualquier universo y, de esta forma, la estabilidad del sistema queda asegurada. Si el ser humano se fuera a otro planeta donde existieran otros elementos químicos y energéticos, formados por otras composiciones diferentes de partículas, formadas por estructuras diferentes de las mónadas presentes en ese planeta, aun así, nuestro YS, podría hacer una sanación en nuestro sistema energético aunque la energía de ese otro planeta sea diferente a la de la Tierra y tuviéramos un problema “energético” debido a la interacción con los campos de ese otro sistema planetario diferente al nuestro.
Como la jerarquía del YS es de las mayores que existen y es accesible para aquellos que estamos “encarnados” y poseemos un avatar fisiológico, cualquier problema en nuestra estructura sutil provocado por cualquier tipo de energía podría ser tratado con la energía del YS conectado a ese ser o avatar, simplemente porque la jerarquía del primero siempre es superior a la jerarquía de las energías presentes en el segundo.
Con esto no quiero decir que se puede sanar todo, otras consideraciones entran en juego tales como los procesos evolutivos que se están llevando a cabo a través de esa experiencia, la capacidad de la personalidad de comprender los procesos de sanación y tomar consciencia de ellos para que se pueda llevar a cabo la misma, la intensidad de energía que es necesario imbuir para eliminar “algo”, etc., pero el concepto que intentamos transmitir es que no depende de la “fuerza bruta” que la energía que apliquemos sobre algo lleve a cabo, sino única y exclusivamente del nivel jerárquico y de consciencia que la energía usada para sanar algo tenga sobre aquello que ha de ser sanado.
¿Qué energías tienen mayor nivel de consciencia?
Tienen mayor nivel de consciencia, y, por lo tanto, mayor nivel jerárquico, las energías que dependen de un ser “consciente” aplicando “conscientemente” la sanación y comprendiendo aquello que ha de ser sanado.
Esto, dicho así, puede que no se entienda mucho. Si yo canalizo a través de mi sistema energético la energía del “éter cósmico”, vamos a decirlo así (“muán” en Irdin para la parte etérica y “nuán” para la parte que nosotros percibimos como física), ese “éter cósmico” que recojo por mis receptores energéticos y llevo hasta mis palmochakras, ¿es consciente del problema que ha de solucionar? ¿tiene información sobre dónde ha de ser aplicada? ¿ha recibido instrucciones sobre qué ha causado el problema?
La respuesta es no en todos los casos, pues las energías “cósmicas”, “genéricas”, “planetarias”, “ambientales”, o que componen los diferentes planos de la Tierra están codificadas para hacer de sostén a los entramados de la realidad y a las estructuras que forman parte de estos, y, su nivel de consciencia se encuentra acorde a las necesidades que los diferentes logos les otorgan para ello. Por lo tanto, cuando usamos una energía de este estilo, su nivel jerárquico puede ser, en muchos casos, inferior a la energía que ha causado el problema o disfunción que queremos sanar y, por lo tanto, no puede actuar correctamente sobre el mismo.
Es por esta razón que la energía de nuestro YS, de aquellos que llamamos nuestros “guías” o de seres como los propios elementales de la naturaleza, en muchos casos, producen sanaciones y resultados más eficazmente que la energía “genérica” de los campos planetarios, ya que es una cuestión de jerarquía y de consciencia, con el añadido de las instrucciones que se codifican en ese pulso energético para que las partículas de este entreguen a las partículas del “bloqueo” aquello que deben hacer. Puede parecer una tontería, pero no hay lucha entre mónadas, no hay “discusiones”, ni forcejeos para que algo se disuelva o desaparezca, solo hay instrucciones que partículas de mayor “nivel” entregan a partículas de menor “nivel” diciéndoles: “debéis disipar este problema que se está generando en este sistema energético por instrucciones de este nivel de consciencia que aquí os entregamos.”
Solo entonces, las partículas que forman parte de ese “problema energético” empiezan poco a poco a ejecutar las instrucciones y, con el tiempo, con repetidas “visitas” (diferentes pulsos energéticos que se ponen en marcha con cada petición que hacemos), se va completando el proceso de eliminar algo, sanar algo, desprogramar algo, etc.
A nivel planetario
El mismo proceso se pone en marcha cuando trabajamos para limpiar algo a nivel “planetario”, o un egregor, o para eliminar algo de un inconsciente colectivo, o limpiar una zona de un lugar que está muy densamente cargada, etc. Solo que, en este caso, las instrucciones imbuidas en la energía que el YS puede enviar hacia el IC de un país, por ejemplo, para ayudar a limpiarlo, tienen un alcance más limitado por la intensidad del pulso que el YS puede emitir hacia esa zona. Su jerarquía sigue siendo superior, y, por lo tanto, el YS tiene la capacidad, a través de una petición de la personalidad o del alma, de limpiar “algo” presente en un IC, en un egregor o bolsa energética en cualquier punto del planeta, pero no puede hacerlo solo porque no tiene codificado ese trabajo como parte de su responsabilidad genérica, y, por lo tanto, no siempre tiene ciertos permisos que otras fuerzas de la naturaleza si que tienen para hacer el mismo trabajo más rápidamente.
El tema de los permisos ya lo vimos en su momento y lo tenéis explicado en este otro artículo, y es que, dentro de los pulsos energéticos que un ser emite para que su energía interactúe con otra, tienen que ir codificados los permisos de “yo poseo mayor nivel de consciencia que tú y además tengo el permiso del logos para pedirte que ejecutes la disolución del “esto” de lo que eres parte”.
Este mecanismo está instalado en toda la Creación para salvaguardar el equilibrio de todos los sistemas, para que nada pueda alterar nada sin los permisos correspondientes. De esta forma, ningún ser que no tenga permiso para hacer algo puede hacerlo, y ni siquiera lo intentará, pues el mecanismo está diseñado para que el equilibrio y el balance de todo con todo se mantenga inmutable. Si nuestro YS no tiene permiso consciente para hacer algo, no lo puede poner en marcha. Si nuestros “guías” no tienen permiso consciente para ayudar en algo, no pueden asistir. Si las fuerzas de la naturaleza no tienen permisos conscientes para trabajar en algo, no pueden hacerlo. Ya vimos que esos permisos los otorgan los propios logos o los seres de mayor jerarquía a cargo de ese “algo”.
A nivel terapéutico
Aplicando, por lo tanto, este mismo proceso a nivel terapéutico, vemos porqué el resultado de la sanación hecha a nosotros mismos o a terceros depende del nivel de consciencia que tenemos sobre aquello que ha de ser sanado. Cuando le pedimos al YS que ejecute una sanación sobre algo o alguien, ¿Cómo sabe el YS que nivel de consciencia ha de imbuir en las instrucciones de las mónadas que forman el pulso energético que se usa para sanar?
Pues el YS comprueba la comprensión que tiene el terapeuta y el paciente del problema que se desea sanar. Una vez determinado el grado de consciencia que se tiene sobre aquello que se está solicitando, se codifica en el pulso energético instrucciones hasta el máximo de nivel de consciencia adquirido de forma combinada tanto por el terapeuta como por el paciente. De esta manera, las partículas energéticas que han de sanar o desprogramar “algo” actúan siempre hasta el límite jerárquico que tengan las personas que solicitan y reciben la sanación, no pudiendo ir más allá del mismo porque el nivel evolutivo de terapeuta y paciente no ha alcanzado el grado jerárquico (combinado) para poder usar un nivel de energía superior presente en el YS.
Lo que queremos decir con esto es que, el YS, no pone el 100% de su grado jerárquico en la codificación de la energía que usa para responder a una petición de sanación, igual que no lo hace ningún ser en la Creación, sino que se decide que nivel de consciencia, y por tanto que grado jerárquico se otorga a la energía que va a ser usada para sanar, según el grado jerárquico combinado de consciencia que tengan entre paciente y terapeuta (o el que tenga yo si me estoy auto sanando o auto desprogramando respecto a lo que estoy solicitando).
De la misma forma, cuando pedimos a otros seres, guías o fuerzas de la naturaleza que hagan algo, como hemos hecho múltiples veces en el blog, siempre lo ejecutan con el nivel de potencia e intensidad que se obtiene del grado jerárquico que tiene la persona que realiza la petición, y que, como hemos visto, viene determinado por el nivel de consciencia que esa persona tiene de aquello que ha de ser sanado o limpiado o desprogramado.
Con este mecanismo, se aseguran todos los sistemas y niveles de la Creación que nadie puede poner en marcha “olas de energía” de mayor intensidad que aquella que le otorga la comprensión de la acción que está ejecutando o solicitando que se ejecute, y, así, el equilibrio de todo con todo se mantiene lo suficientemente estable para que solo se “altere”, cambie, diluya, sane, disuelva o elimine lo que “algo” o “alguien”, con suficiente nivel de compresión de lo que involucra esa sanación se haga consciente de ello (y, por lo tanto, se haga responsable del proceso).
Esto nos permite darnos cuenta de porqué cuanto más experiencia, conocimiento y comprensión de las terapias energéticas y los diagnósticos tenemos, mejores son los resultados de las sanaciones, ya que los YS y seres que hacen la sanación codifican niveles jerárquicos más elevados en las instrucciones de la energía que se usa para esa sanación. También por ello podemos intuir porqué cuando repetimos una petición que hemos encontrado en un artículo sin entenderla su efecto es mínimo, ya que la energía que el YS usa para ejecutar la sanación o petición tiene el mismo grado jerárquico que el nivel de comprensión de la persona en el momento en el que se solicita, y este, suele ser, en muchos casos, inferior al nivel jerárquico de las mónadas que forman parte de aquello que se pide que sea “sanado” o “eliminado”, produciendo nulo efecto sobre ello.
De alguna forma, siempre se cumple la misma regla: «Para manipular la realidad material es necesario alterar el aspecto energía de esta, pero la energía de algo solo se puede cambiar incrementando la consciencia sobre ello. La consciencia es, pues, el motor y el catalizador de cualquier cambio en la vida, en el universo y en la Creación»