En cierta forma resulta desalentador tener la percepción de que en nuestro entorno hay mucho más de lo que podemos percibir con nuestros sentidos físicos y no tener manera de comprobarlo. Me refiero a vivir en un entorno “multidimensional”, en el cual muchas realidades diferentes están superpuestas las unas a la otras, pero de las que nosotros solo somos capaces de notar y percibir la realidad “física” a la cual estamos sintonizados.
El conjunto de cosas, personas, eventos, etc. que percibimos están todos dentro de una misma “realidad” que es la que nuestros cinco sentidos comprenden, pues están programados para decodificar una serie de patrones frecuenciales que son los que marcan el mundo en el que existimos. Sin embargo, en el mismo punto donde está la mesa del comedor que tenemos delante, existen otros niveles de realidad más “altos” o más “bajos” en los cuales existen otros “mundos”, otros “planos” y otras percepciones que no podemos captar, pero que son tan “reales” para “quien” hipotéticamente resida en ese plano, como para nosotros el nuestro. Puede tanto existir otra versión de esa misma mesa como otra cosa completamente diferente, interocupando lo que nosotros llamamos el mismo espacio “físico” aunque en realidad se trate simplemente de niveles de realidad que no tienen nada que ver el uno con el otro.
Percepción de otras realidades
Cuando nuestros sentidos físicos dejan paso a los sentidos internos de la conciencia (la percepción “extrasensorial” que llamamos) muchas personas pueden percibir algunos de esos otros planos de existencia que existen en paralelo al nuestro. No somos el centro de nada, sino que simplemente existimos en un nivel que es el único que podemos percibir. Si pudiéramos afinar esos sentidos que todos tenemos, dormidos, pero existentes al fin y al cabo, podríamos percibir esos otros planos de realidad, esos otros mundos en los cuales otros seres, conciencias, eventos, objetos y situaciones tienen lugar. Si la realidad de ese otro plano pudiera solo ver su propio mundo, estarían igual que nosotros, pensando que la única “realidad” que existe es la suya.
Cuando alguien empieza a despertar cierta sensibilidad y logra conectar con esas otras realidades y dimensiones superpuestas a la nuestra, se asusta. Pues no sabemos qué es, ¿son entidades que vienen a “atacarnos”?, ¿Qué son esas luces, o esas cosas que percibo? Normalmente no hay nada que “venga a por nosotros”, simplemente son «cosas” que están sucediendo en otros planos y que nosotros estamos percibiendo, como si abrieramos una ventana y echáramos un vistazo a lo que está pasando en la calle, claro que para nosotros sería una calle completamente desconocida, y no tendríamos ni idea de cómo hemos abierto esa ventana.
Cuando nos suceden cosas así, es sano acercarnos a ellas con un aire de curiosidad y espíritu de exploradores. Pues si tenemos la facultad de percibir otras realidades estamos más cerca de comprender la multidimensionalidad de la existencia. Quien sabe, igual puedes encontrarte con alguna entidad capaz de trascender a placer por los diferentes planos y puedas sonsacarle conocimiento sobre “los otros lados” de los que por aquí andamos escasos.