En el primer nivel de DM, cuando explicamos cómo se forma y se crea la personalidad que poseemos, con la multitud de “yoes” o “subpersonalidades” que “son” cada uno de los rasgos de cómo nos mostramos al mundo, vemos que es importante ir eliminando y “borrando” esos diferentes personajes para unificar, en un solo “yo”, las diferentes facetas y caracteres de aquello que nos define como seres humanos. El objetivo, como veis en el curso, es para que, tanto el alma como el Yo Superior, tengan más facilidad para poder asistir a la personalidad, cuando está formada por un único “personaje”, a la hora de gestionar la realidad externa.
El trabajo que hacemos de ir borrando “yoes” según nos va indicando nuestro YS nos ayuda a ser menos maleables por fuerzas externas que activan o desactivan los componentes de nuestra personalidad a través del patrón conductual, “obligando” al programa ego a poner una “careta” u otra según las circunstancias externas lo requieran, pero disminuyendo la capacidad de los niveles superiores de nuestra estructura de intervenir y tomar las riendas del conjunto con mayor facilidad. Y es que cada “yo” es un ser completamente autoconsciente con todo un conjunto de parámetros y comportamientos que nos hacen ser demasiado volubles e influenciables, y estar siempre en continuo cambio, ajetreo mental y con ruido en la psique, pues todos esos “yoes” hablan entre sí, hablan con el programa ego, generan pensamientos, discuten entre ellos, y, todo eso, forma parte de la cantidad de formas mentales y “conversaciones” que mantenemos en nuestra cabeza, sin saber quizás de que parte de la personalidad provienen y por qué están tan activas, aun cuando nosotros (que nos podriamos definir como el “yo observador” que es quien se da cuenta de todo ello), tengamos más o menos ganas de escuchar o ser conscientes del gallinero que está activo 24h al día en nuestra esfera de consciencia, o quisiéramos apagar del todo el parloteo constante de todos nuestros “yoes” sin control.
Sin embargo, no solo estos “yoes” que forman parte de la personalidad están activos, comunicando hacia el mundo exterior múltiples facetas de nuestro carácter, sino que existen otros tipos de “yoes” que realizan otras funciones y que, siendo igual de importantes, no se muestran ni son tan visibles para nosotros mismos, pero si que lo son, sin que los demás seres humanos se den cuenta de qué son, para el mundo exterior. Me refiero a los “yoes cronológicos” que proyectan el “holograma” de nuestro cuerpo, algo que ahora vamos a explicar de qué se trata.
La edad que tenemos vs el holograma corporal que proyectamos
Si la realidad es una proyección mental generada desde la glándula pineal, con ayuda de los mecanismos del cuerpo mental y de las esferas mentales, para dotarnos de un escenario en el que poder experimentar la trama de la vida, ¿es el cuerpo un holograma dentro de esta proyección mental?
Pues, en cierto modo, si que lo es.
Es evidente que si yo me toco la cara con las manos el cuerpo es sólido y tangible, no considero que mi cuerpo sea un holograma de nada y no considero que mi realidad “sólida” sea algo que sea fácil de interpretar como tal, sin embargo, no deja de ser una proyección energética, y, cuando nos referimos a los “yoes cronológicos”, nos estamos refiriendo al “yo” que tiene como misión mostrar una imagen corporal determinada para reflejar la edad “de calendario” que tenemos.
Si esto resulta un poco confuso, pensad en lo siguiente.
¿Os habéis levantado algún día y os da la impresión de que parecéis más jóvenes o más viejos de lo que ayer o antes de ayer veíais en el espejo? ¿Os habéis encontrado con alguien y os ha dado la impresión de que ha envejecido más de la cuenta respecto a su edad, pero, sin embargo, un par de días después tiene de nuevo más o menos la imagen que le corresponde según los años que haya cumplido?
¿A qué se debe esa imagen “temporal” que muestra una edad cronológica que puede estar más o menos alejada de la edad “real” que tenemos, según lo marca la fecha de nuestro nacimiento? Se debe, como hemos mencionado, a unos componentes de la personalidad y de la esfera de conciencia, que tienen por misión dotar al mundo exterior, es decir, proyectar, una imagen corporal determinada, según la edad cronológica del cuerpo, para, de esa manera, hacer encajar al avatar dentro de la burbuja de realidad que proyectamos con los parámetros adecuados según medimos nosotros el flujo del tiempo.
Con esto quiero decir que, según los calendarios de la humanidad, la manera en la que gestionamos y medimos el paso de los ciclos energéticos, que para nosotros son segundos, semanas o años, tenemos que adaptar también nuestro cuerpo a una determinada “edad”, y, aunque los órganos y elementos que nos forman no tienen por qué ir cambiando y adaptándose a ese paso del tiempo respecto al flujo macro temporal de nuestra sociedad, la “imagen” que hemos de mostrar hacia el resto de personas está a cargo de unos “yoes” determinados que adecuan la energía proyectiva del avatar para consolidar un “yo” cronológico que muestre que tenemos 30 años o que muestre que tenemos 56. En otras palabras, según que “tiempo” sea dentro del holograma de nuestra realidad, nuestra psique debe ofrecer una imagen corporal acorde a ese “tiempo”, para que, para nosotros, y para todo el resto de la sociedad, todo “cuadre” respecto a la “pinta” que mostramos según los años que decimos que tenemos a partir de la fecha en la que hemos nacido.
Parece una tontería, pues es obvio que si he nacido hace 20 años debo tener una imagen que muestre que mi cuerpo tiene 20 años, pero no es correcto, pues el cuerpo no tiene por qué poseer fisiológicamente la misma edad de calendario que tiene o cree tener nuestra mente cuando nos preguntan por la edad que tenemos. Sin embargo, para evitar “problemas” de sincronismo respecto al conjunto de la sociedad, la mente adapta el cuerpo a la imagen que “toca”, sea o no la que realmente, y fisiológicamente, las células que forman el cuerpo tengan o mantengan en ese momento.
A veces, la edad “real” del cuerpo corresponde a esos 56 años de calendario, y aquí todo bien, no hay desfase, tu avatar realmente se encuentra en un estado de “conservación” idéntico o casi idéntico a tu edad “cronológica”, pero, a veces, tu cuerpo fisiológico puede estar realmente en forma, mantenerse “joven”, estar muy bien conservado, y existir un desfase enorme entre ambos parámetros (el estado del cuerpo vs los años que tienes según nuestro computo del tiempo). En este caso, estás más o menos obligado (los mecanismos de la mente) a mostrar un holograma corporal acorde a la edad más aproximada a la real que tienes, creando un “envoltorio” con uno de estos “yoes cronológicos” que serán el “holograma” que los demás verán de ti, y el que tu verás si te miras al espejo.
Así, si hipotéticamente tienes 56 años de calendario, pero tu organismo está tan sano y joven como a los 20, por programación no puedes mostrar el “yo” de 20 años hacia los demás, porque descuadraría toda la lógica de la sociedad respecto a cómo creemos que envejecemos, pero quizás puedes ajustar y mostrar cinco o siete años menos, para que, aunque sea más o menos sorpresivo (¡qué joven parece!) no choque del todo con la concepción del paso del tiempo que tenemos codificada los seres humanos.
Por otro lado, sucede también todo lo contrario. Tenemos 40 años cronológicos pero nuestro avatar se encuentra en un estado de “desgaste” cercano a los 50, así que, sin problema alguno, el programa ego posee un “yo cronológico” que proyecta una imagen de un cuerpo de 50 años hacia los demás, aún cuando solo recién hemos cumplido la cuarentena. Y esto, además, no tiene por que ser permanente, sino que, si por alguna razón hoy se ha activado el “yo 50 años” (que habría que explicar en otro momento por qué se activan estos yoes “futuros”), entonces la proyección de tu cuerpo es la de una persona de 50 años, y todos te verán más mayor de lo que eres y te dirán, por ejemplo, que hoy no tienes buena cara, que te ven más cansado o que te ven más «envejecido», pues no llegan a comprender que están viendo un holograma corporal generado por tu psique que está mostrando a los demás una imagen distorsionada del estado real y de la edad de tu organismo.
Como sé que esto puede seguir pareciendo muy confuso, veamos por qué tenemos estos “yoes cronológicos”.
La proyección de la realidad a varios años vista
Hemos estudiado ya que la realidad se proyecta desde el plano mental, a partir de las “ondas proyectivas” que generamos con el contenido de nuestro cuerpo mental y parte del resto de nuestra estructura sutil. Todo lo que proyectamos al plano mental luego “baja” al plano etérico, se estructura, se densifica y, luego, en el plano físico, se materializa como “el mundo de ahí fuera”.
Igual que lo que nos pasa hoy lo hemos proyectado hace un par de días o hace cuatro horas sin saberlo conscientemente, la imagen que tenemos hoy de cara a los demás la hemos ido creando y proyectando automáticamente a medida que generamos el tipo de avatar que necesitamos para lidiar con las situaciones que se van creando, y los eventos por los que hemos de atravesar en los próximos días, semanas o meses, dentro de nuestra “lista de experiencias” a vivir terrenalmente.
Como el cuerpo es el que tiene que ir experimentando aquello que vamos a vivir “en el futuro”, pero que nuestra mente ya está co-creando, los programas que rigen el funcionamiento del avatar también proyectan a su vez el tipo de “cuerpo” que vamos a necesitar en cada momento “futuro” de esos eventos que estamos emitiendo y creando. Así, como la proyección de nuestra realidad se pone en marcha desde que nacemos y siempre va muchos años por delante (en los elementos macro, los detalles cambian continuamente), el cuerpo también prepara su “holograma” general a varios años vista, para estar preparado para “encajar” en los eventos mentales, etéricos y luego físicos que se presentarán en el “futuro”.
Por lo tanto, como desde mi mente ya estoy emitiendo los escenarios y experiencias principales que voy a vivir en los próximos cinco años como mínimo (sobre una trama de situaciones que he venido proyectando ya anteriormente desde que nací), mi mente y sus mecanismos ya tienen creado el “yo” que asumirá la imagen que tendremos en cada uno de esos cinco años “por venir”.
Si ahora tengo 35 años, ya tengo creado el “yo 36”, el “yo 37”, el “yo 38”, el “yo 39” y el “yo 40 años”, como mínimo, y, cuando llegue el momento en el que realmente cumplo 36 años, mi programa ego solo actualiza la imagen del holograma corporal con el “yo 36 años” y esa es la imagen que todos verán de mi poco a poco a partir del día de mi cumpleaños.
Eso no significa que mi avatar a nivel celular esté mejor o peor, puede estarlo si lo hemos cuidado mucho o descuidado por completo, pero puede estar exactamente igual que como estaba hace un año a nivel de salud y energía, y, sin embargo, es necesario mostrar un “yo cronológico” ligeramente diferente, que cuadre con la idea que el mundo tiene de la edad que decimos que tenemos. No es que tenga que ser radicalmente distinto, pero si que tenemos que acompañar un mínimo el paso del flujo temporal para que no haya mucho descuadre entre la edad de calendario y el holograma de nuestro cuerpo que los demás ven de nosotros, simplemente para evitar situaciones “no lógicas” en los que tu imagen no cuadre en absoluto con tu edad “oficial”.
No es un mecanismo 100% exacto
Por otro lado, estoy seguro de que todos conocéis excepciones a esta regla, y habéis visto a personas muy mayores que parecen tener 20 años menos y personas jóvenes que parecen tener 10 años más. Es correcto, pero es debido a “fallos” en la actualización del yo cronológico, debido a que hay tanta diferencia entre el estado “real” del cuerpo (una persona se cuida mucho y su cuerpo está como cuando era veinteañero) respecto a la edad que le tocaría “mostrar” por conveniencia humana y por necesidades de ajustarse a las convenciones sociales. Al final, son estas las que marcan, en nuestra programación común, que cada año debemos aparecer un poquito más viejos para cuadrar con el resto de la población y la manera en la que creemos que pasa el tiempo y envejecemos.
En realidad, nada de esto es correcto, son solo parámetros codificados en la psique, en el ADN, en las esferas mentales, en las células, en los órganos, en los centros de control, etc., que le dicen al cuerpo cómo debe “envejecer” para que todo cuadre, y, el cuerpo, envejece sin problemas y se va “atrofiando” y malfuncionando, pero es pura programación, imbuida por asimoss, para evitar que tuviéramos, igual que ellos, experiencias terrenales con avatares que duraran 15000 años sin prácticamente sufrir ningún problema de salud.
Como esto no era aceptable a su concepción de lo que querían para la raza humana, simplemente codificaron todos los mecanismos del cuerpo, la mente y el sistema energético, para que fuéramos envejeciendo lentamente a nivel orgánico, pero, además, mostráramos a los otros seres humanos ese envejecimiento como mecanismo de retroalimentación, para que el resto de programaciones de los demás validaran que, efectivamente, al pasar los años uno se hace más viejo, porque así es como veo que sucede en todas las demás personas y, por lo tanto, debe ser como yo mismo debo envejecer y como el “paso del tiempo” me afecta a mí también.
Como digo, no es correcto, el cuerpo puede permanecer con una edad determinada a partir de un momento en el que ya no necesita crecer ni cambiar más, puede estabilizarse en torno a los 25 años, por ejemplo, y mantenerse así toda la vida, pero esa programación evidentemente está fuertemente protegida y no tenemos capacidad, aun, de llegar a limpiar nuestra psique, sistema energético y programación en el ADN para que eso suceda.
En todo caso, lo que sí que podemos y vamos a hacer, si así lo consideráis oportuno, es eliminar los yoes cronológicos que estén en vuestro “futuro” temporal, es decir si ahora tenéis 40 años, podemos eliminar todos los yoes futuros que ya se hayan creado y el mecanismo de generación de estos, para que no mostréis un holograma corporal de más edad, en ningún momento, de la que realmente tenéis.
Esto no supone ningún problema de cara a lo que “vendrá”, pues si ya no se crean más yoes futuros o solo se crean año a año cuando realmente tenéis esa edad cronológica, la gestión de vuestra realidad se puede hacer perfectamente con el “yo” del año pasado o el “yo” de hace dos años, o el “yo” del año que toca y que se crea expresamente en el momento en el que toca, pero no 5 o 10 años antes. De esta manera, no solo no proyectareis una imagen vuestra de un “yo de más edad”, sino que dejamos de gastar los recursos energéticos que son necesarios para mantener todos estos hologramas activos en la psique y en el cuerpo mental, pues es, literalmente, como si tuvierais que mantener 10 imágenes holográficas completas de vosotros mismos a la vez, la que tenéis ahora según vuestra edad, y las 9 imágenes que corresponden a los siguientes 9 años de vuestra vida que ya están formadas y latentes para irse activando cuando llegue el momento.
Puesto que mantener estos 10 “yoes cronológicos” (por ejemplo) también consume espacio en el cuerpo mental, en las esferas mentales, energía en las redes neuronales que tienen asignadas, etc., al eliminarlos vamos a soltar un montón de carga mental, emocional y etérica, incluso algo física también, y nos habremos de sentir más livianos, al no llevar 10 “versiones” de mí mismo a cuestas en todo momento.
Para proceder con esto, debéis usar la misma petición que tenemos para eliminar los yoes de la personalidad en el módulo de DM1 que habla de ello, pero tenéis que indicar a vuestro YS que, en vez de quitar el “yo inquieto”, como hacemos en los ejercicios del tema, por ejemplo, elimine todos los “yoes” cronológicos que correspondan a edades “futuras” respecto a la edad que tenéis ahora. Además, añadís que se eliminen todos los parámetros, sustrato de datos, programas, arquetipos y elementos que se usan para mantener latentes estos “yoes”, los mecanismos de generación de los mismos, y que se libere todo el espacio físico y energético que estos ocupan en todas las estructuras sutiles de vuestro avatar.
Con ello, y con unos días de trabajo, eliminareis por completo esta parte de la personalidad, os mantendréis con el yo cronológico que corresponda a vuestra edad actual o inferior, y reduciréis el consumo de energía, recursos y trabajo que, subconscientemente, realizamos todos los instantes de nuestra vida para mantener una coherencia “a futuro” y “por preparación” de experiencias por venir, sin que sea en absoluto necesario que tengamos ese “yo de 50 años” a la espera en nuestra psique durante 10 años para que se active cuando llegue ese momento de usarlo o mostrarnos así ante el mundo.