En algunas de las conferencias que he estado impartiendo, cuando hablaba de que debemos dejar salir la luz de cada uno, el potencial que todos llevamos dentro, algunos asistentes me comentaban que, aunque todos entendemos a lo que nos referimos, no deja de sonar muy poético y muy romántico, y querían saber si podía explicarlo de forma más concreta o poner algún ejemplo sobre como llevarlo a cabo.
Creo que para ello me viene perfecto el artículo anterior que publiqué hace un par de días sobre la estructura o componentes del SER, que podéis leer en esta otra entrada.
Manifestando el ser que somos
Sabéis que todos somos una encarnación de una porción de nuestro SER. El Yo Superior, a través del espíritu y del alma, esa porción de energía divina que ahora está usando un cuerpo físico para obtener experiencias y encarnar, es la que debería tener las riendas y la gestión de nuestra vida, y, el hecho de “sacar la luz que llevamos dentro” no es otra cosa que hacerle hueco y dejar que ese núcleo o esencia de energía divina se manifieste completamente y se expanda. Y eso se hace limpiando su territorio y dejando que tome posesión del mismo. Ese territorio no es otra cosa que el corazón y su conexión a través del centro espiritual inferior en el centro del cuarto chakra.
La energía de nuestro YS se proyecta así a este centro espiritual inferior relacionado con en el corazón. Se que muchos hablamos de que la glándula pineal es el asiento del alma, pero alma y espíritu son dos cosas distintas, y nuestro YS tiene su punto de enlace en nuestro cuarto chakra, y se expande desde ahí al resto de nuestro cuerpo y sistema energético. La mejor forma para lograr esta conexión, y manifestación, es a través de la meditación, como ahora os explico.
¿Cómo está la cosa ahí dentro?
¿Notas que estás conectado con algo más profundo y elevado en tu interior que tus procesos mentales? ¿Cómo se cual es el estado de mí ser en mi interior? Está ahí, evidentemente, pero ¿está “instaurado”, rigiendo y manifestado, o se mira la vida que lleva el cuerpo en el que encarna desde lejos sin poder influenciar en ella porque los procesos emocionales y mentales (del alma y de la personalidad) llevan todo el control el 100% del tiempo?. Pues eso podemos comprobarlo simplemente entrando en meditación.
Cierra los ojos, entra en el estado de conciencia más profundo que puedas, y luego visualízate bajando y entrando a tu corazón. Busca mentalmente el centro del mismo, imagínalo o visualízalo. Ahí debería estar un punto donde tendría que haber “algo” que representa la luz de tu ser y tu potencial. ¿Cómo está eso? ¿Apagado? ¿Inerte? ¿Resplandeciente? ¿Brillante? En mi caso, durante mucho tiempo, hubo un sillón vacío, básicamente eso era lo que veía hasta que empecé a trabajar profundamente (y sigo haciéndolo, esto no es un trabajo de un día) en la conexión con mi SER (el de arriba) y la manifestación de mí espíritu en mi vida a nivel de personalidad. Una vez empecé a ver a mi ser como una energía en ese punto central de mí corazón, empecé a trabajar para expandirla y alimentarla, avivarla y potenciarla.
Para ello, trabajamos entonces con nuestro SER y nuestro Yo Superior (ver el esquema del artículo anterior). En la misma meditación, conectamos con ambos, a través de los cuales conectamos con nuestra Fuente, el lugar de donde hemos nacido, y hacemos que la energía de mayor potencial que seamos capaces de canalizar (usando vuestra intención) entre por vuestro chakra corona, y baje al cuarto chakra, alimentando y recargando a vuestro centro espiritual inferior, que crece y se expande desde vuestro corazón hacia el resto de vuestro cuerpo.
Haciendo espacio
Lo que nos sucede a la mayoría es que esa energía no se expande porque no tiene sitio para hacerlo. ¿Por qué no habría de tener sitio? Porque nuestro corazón físico, etérico y emocional, suele estar lleno de todos esos bloqueos, miedos, preocupaciones y demás energías que lo suelen mantener parcialmente cerrado en muchos casos. ¿Cómo hacerlo? Pues con otra técnica de meditación muy sencilla pero muy potente que nos explicó hace ya algún tiempo una guía, en una sesión de regresión, a través de una amiga y compañera con la que estaba trabajando. Así, su guía, con quien hablé en aquel momento, nos instó a “bajar directamente al interior del corazón y limpiarlo por dentro”. Y la técnica es muy sencilla.
Simplemente hacemos la meditación y la visualización de bajar al corazón. Podéis representarlo como bajando por unas escaleras hasta que llegáis a una puerta que pone “corazón”, y entráis dentro. Tenéis que visualizar que estáis en el centro de una sala, o de algo parecido, desde donde podéis ver montones de puertas. En el centro de esa sala o lugar es donde tiene que manifestarse y asentarse la energía de vuestro ser, y cada una de las puertas representa un miedo, bloqueo o historia a solucionar. No os agobiéis si aparecen centenares de puertas, pues vais a ver todas las relacionadas con vuestras historias de vidas pasadas que os están afectando o tenéis pendientes.
El trabajo de limpieza se hace puerta a puerta. Dejaros guiar por la que os llame más la atención, y dirigiros a ella. Abrid la puerta, y a ver que hay dentro. Imágenes, recuerdos, objetos, personas. Lo que haya allá dentro debe ser sanado, entendido, solucionado o perdonado. Hay que dejar que la meditación siga su curso y vuestro ser interior os vaya guiando sobre lo que hay que hacer (aunque este proceso funciona mejor cuando alguien te dirige desde fuera y le vas contando lo que estás percibiendo, para evitar quedarte atascado si percibes cosas que no sabes como lidiar con ellas). Una vez comprendes que hay en esa habitación, o lo que sea que hay detrás de la puerta que has abierto, hay que limpiarla toda, barrerla, eliminar todos esos recuerdos y bloqueos. Podéis pedir ayuda a vuestros guías, podéis imaginar una escoba mágica, podéis abrir un agujero en el suelo y echarlo todo ahí para que se transmute, etc., los recursos son infinitos. Luego hay que desmontar esa habitación o lugar, del todo, incluso la puerta por la que habéis accedido, de forma que volváis a veros en la sala central de vuestro corazón pero con una puerta, un bloqueo y una historia pendiente menos, y un poco más de espacio para vuestro ser.
Repetir el proceso
Y así repetimos y repetimos y repetimos. Es un proceso muy terapéutico, suelen salir siempre primero las cosas más sencillas, aquellas que no os costará nada lidiar con ellas, por ser las que en estos momentos vosotros mismos, a nivel de vuestro ser interior, os permitís enfrentar. A medida que uno limpia “lo fácil”, entonces vienen cosas y situaciones que requieren enfrentar miedos, historias o bloqueos más profundos. Y poco a poco vuestro ser tendrá más espacio, se irá expandiendo, e irá manifestando su potencial en vuestra vida de forma cada vez más presente. Es un buen ejercicio para empezar el año, y no dejar de hacerlo ya nunca, para que realmente podamos sacar la luz que todos llevamos dentro, y os pueda decir con total sinceridad y veracidad aquello de “nayare serinoa”, que sabéis que significa: sois la luz del mundo.