Cada vez que voy a algún sitio a dar un curso, presto atención a lo que percibo en mi propia conexión energética con, especialmente, mi Yo Superior. Estoy acostumbrado a notar, por ejemplo, en las grandes ciudades, más dificultades o más pesadez en el canal que todos tenemos con esa parte nuestra no encarnada, y llega como sorpresa, algunas veces, encontrarte en según que sitios, que esa “pesadez” no existe o está muy atenuada.
Y es que el entorno en el que vivimos, siendo un popurrí de campos electromagnéticos rodeándonos por todas partes tiene una gran parte de la culpa en el éxito y la claridad con la cual conseguimos buenos resultados en las canalizaciones, meditaciones, lecturas de registros, etc. No es solo que tengamos por defecto y hayamos trabajado esa conexión por nuestra cuenta, es que nuestro campo energético está literalmente “frito” por todo tipo de interferencias las 24 horas del día, algunas más potentes que otras.
Así, no es de extrañar que acostumbrado a un nivel de “calidad en la conexión”, bueno, o al menos satisfactorio para mi, de repente al percibir esa conexión 10 veces más limpia y potente uno se pregunte que está pasando. La respuesta fue muy simple, aquí donde estás las interferencias son menores y tu campo energético está menos bombardeado por radiaciones externas.
Nada de extrañar que sea mejor irnos al campo o a la montaña a hacer estas cosas, ¡cuando se puede!