Continuamos nuestra introducción al origen de los números y los campos conscientes que los forman. Habíamos explicado el origen del cero, el uno, el dos y el tres, con lo que para poder seguir construyendo los elementos de la “Creación” y usando las cualidades del campo “dos”, los logos “cósmicos”, los “seres” que rigen la evolución de los universos, crearon el campo numérico “cuatro”.
El número “cuatro” hizo falta para apuntalar lo que el tres estaba creando sin parar, incrementando la cantidad de elementos que en ese punto de su formación, el universo, a nivel energético, aún lejos del momento en el que se formara materia física, estaba insertando en si mismo.
El campo del “cuatro”, pues, se creó a partir del campo del dos y se le dio el equilibrio del tres para entonces crear la energía de la “estabilidad” y de la “sostenibilidad”, pues, como podemos intuir, todo lo que se asienta y apoya en cuatro pilares, por ejemplo, es mucho más estable que lo que se apoya en tres y en dos.
Una vez que las energías del cuatro se imbuyeron en los elementos creados por el tres y por el dos, empezaron a formarse estructuras más compactas, y más resistentes, de manera que se les pudo dotar de más funciones, y de más robustez a los pilares de los planos superiores de cada universo, galaxia y sistema solar, hasta llegar a los planos mentales y etéricos, aun sin materia física ni nada denso ni “sólido” como lo conocemos o percibimos nosotros existentes en ningún rincón de la Creación.
Cuando estos pilares estuvieron bien “asentados”, el cuatro empezó a ser usado igual que el tres e igual que el dos anteriormente, para incrementar exponencialmente el número de elementos existentes en cada universo, y clonando “por cuatro”, cada cosa que los niveles y combinaciones de partículas hechas de campos numéricos inferiores iban creando por mezcla de trillones de mónadas de todas las configuraciones y características existentes hasta entonces.
Mientras el ritmo de la “Creación” iba aumentando, más seres de alto nivel podían ir “naciendo” y tomando responsabilidad por doquier, así “nacieron” o fueron creados por los “logos galácticos” (el ser que rige la vida de cada galaxia), además de lo que ahora llamaríamos “logos regionales”, que es una forma de describir a seres de enorme nivel evolutivo que se encargan de coordinar toda la vida y evolución de las diferentes regiones en las que se divide cada galaxia a nivel energético y metafísico. En algún artículo anterior habíamos mencionado que el nombre en Irdin para el logos regional de la zona de la Vía Láctea donde estamos es Umar y el nombre en Irdin para el “demiurgo” regional (la contrapartida en polaridad “negativa” del logos) es Abraxas.
A nivel psicológico y arquetípico
Por lo tanto, y analizando este número en nuestro planeta y en el plano mental del mismo, el campo numérico del cuatro está conectado fuertemente a los arquetipos de estabilidad, solidez, robustez, inmutabilidad, etc. Por otro lado, cuando vemos en los resultados de análisis numerológicos el número cuatro, también significa que algo no se mueve, que está parado, que no avanza, y esto en algunas circunstancias puede ser positivo y en otras puede tener una connotación negativa, si lo que queremos es, precisamente, que las cosas se muevan y avancen, con lo que hay que prestar atención y darse cuenta de si ese cuatro que aparecer por doquier en señales en nuestra realidad, está indicando algo que está estable o sólido o algo que ha sido bloqueado y que no nos deja avanzar. Como todo, es cuestión de consultar con nuestro YS al respecto si realmente lo vemos repetido muy a menudo a nuestro alrededor.