Todos sufrimos, o hemos sufrido, situaciones en la vida que nos han dejado huella, a veces en forma de pequeños traumas, malas sensaciones, sentimientos negativos, o directamente nos han causado un gran dolor que ha bloqueado cierta parte de nuestros recuerdos hacia esa situación. Siempre que no se trate de casos que realmente requieran ayuda profesional, hay algo que podemos hacer nosotros mismos para eliminar ese trauma o, por lo menos, reducir su impacto negativo.
Enterrado en la memoria
Cada vez que pasamos por una situación negativa, traumática, y potencialmente dañina, tendemos a protegernos mediante la ocultación en profundos rincones de nuestra memoria de aquello que pasó. Todos los sentimientos, recuerdos y sensaciones siguen estando ahí, pero vamos tapándolos con más y más capas de otros recuerdos para intentar que aquello que una vez nos hizo daño, no vuelva a salir a la superficie. Lo malo de este comportamiento, que todos tenemos, y que nos sirve como forma de autoprotección, es que a la larga no va a hacer otra cosa que causarnos más daño de forma inconsciente si no eliminamos del todo eso que tenemos enterrado. De lo contrario, un buen día explotará y saldrá a la superficie con más fuerza si cabe de la que tenía cuando quisimos olvidarnos de él.
Revivir la situación
Probablemente nadie quiere volver pasar por la misma situación que le causó el trauma, pero si queremos sacarlo debemos por lo menos hacer un ejercicio de limpieza que nos lleve a mitigar los efectos de ese recuerdo. ¿Cómo lo hacemos? Simplemente tratando de revivir en nuestra mente partes del mismo, y concentrándonos en diferentes sentidos y características del recuerdo. Imaginémonos que cuando éramos pequeños hemos tenido una caída jugando, en la cual nos hemos hecho mucho daño o nos ha mordido un perro que nos ha dejado un pánico terrible a estos animales. Lo que vamos a hacer es intentar acordarnos de aquel suceso varias veces, por unos minutos cada vez, pero en cada pasada que le demos al evento mentalmente lo que vamos a hacer es revivirlo desde un punto de vista distinto.
La técnica en sí es muy simple. Primero anota en una hoja la siguiente lista:
- Vista
- Olor
- Tacto
- Color
- Emoción
- Sonido
- Posición
Y ahora relájate, y vuelve a revivir mentalmente, por ejemplo, el momento en el que el perro te atacó. Concéntrate en el primer punto de la lista: la vista. Se trata de acordarnos de todo lo que se podía ver en la escena en aquel momento, ¿Cómo era el perro? ¿Qué ropa llevabas puesta? ¿Quién estaba contigo? Tienes que conseguir, por lo menos, tener la sensación de estar viendo lo que pasaba en el momento en que sucedió el hecho. Una vez hayas podido revivir la escena desde este punto de vista, vuelve a pensar en ella pero concéntrate esta vez en los olores. ¿Qué podías oler? ¿Cómo era el aire, la atmósfera? ¿Qué se sentía en aquel momento? Repite la operación con cada una de las opciones que hemos indicado: tacto (que sensaciones táctiles tenías, ¿tocaste al perro? ¿la dureza del suelo cuando caíste?), color (qué colores tenía la situación, la gente, el entorno), emoción (que sentiste), sonido (que se oía, ¿gritaba alguien? ¿llorabas?) y posición (cómo estabas, dónde se encontraban los diferentes elementos de la escena, etc.)
Mitigando y eliminando el trauma
Si lo prefieres, antes de empezar, y para aprender a revivir las situaciones complicadas usa primero estos ejemplos. Revive una situación en la que:
- Te sentías muy feliz
- La vida era divertida
- Habías terminado de construir algo
- Alguien te había dado un regalo
- Comías algo realmente bueno
- Te sentías lleno de energía
- Hablabas con un buen amigo
El objetivo de revivir una escena es sacarla a la luz, traerla desde las profundidades de nuestra memoria, y darle varias pasadas para eliminarla o mitigar su efecto. En situaciones divertidas y agradables como las de los ejemplos anteriores, tu mente cogerá práctica con el hecho de aprender a visualizar y sentir de nuevo cosas pasadas. Una vez te sientas cómodo, puedes empezar con esas otras situaciones que si que son un problema. Ya verás que cuando hayas hecho varias pasadas y lleves varios días trabajando en ellas el resultado será inminente. El trauma desaparece, o por lo menos reduce su efecto, nos sentimos aliviados y parece como si nos hubieran quitado un peso de encima.