Y es una de las razones principales por las cuales estamos aquí, literalmente.
Dicen que cuando fuimos creados (modificados genéticamente a partir de las primeras formas de vida conscientes existentes en la Tierra), unas 20 razas de todos los rincones de la galaxia dieron parte de su ADN para la experimentación genética que, aquellos que trataban de controlar el planeta y sus recursos, realizaban con tal de crear un ser «algo» inteligente (pero no mucho) que pudiera trabajar para estos nuevos «dioses». Largo sería resumir la literatura y canalizaciones al respecto, pero lo que nos interesa es que, gracias a una de esas razas, tenemos lo que se llama «emociones».
Parece ser que enterados en media Vía Láctea de lo que sucedía aquí, todos quisieron aportar su «granito» de ADN. Uno de esos contribuyentes fue el que regaló un ADN que contenía la habilidad de sentir y generar emociones, el bien más preciado hasta ahora y poco visto, en la forma en la que se ha desarrollado en los humanos, por otros mundos.
El placer de sentir
Provengan de donde provengan, a veces se nos olvida que es un don escaso. La habilidad natural que tenemos de sentir, tener, generar, incorporar y transmitir emociones es única y magnífica. Yo hasta no hace mucho no comprendía al 100% el potencial que tienen, y que si saltamos a evolucionar y encarnar en la Tierra, es porque gracias a las emociones el alma puede sentir a través del cuerpo, y se puede enviar mucha más información y experiencias hacia nuestro Yo Superior. Las emociones son el vehículo energético de lo que no se puede poner en palabras: la alegría, la satisfacción, la ilusión, el escalofrío que te da cuando escuchas tu canción, lo que descargas cuando la cantas a pleno pulmón, lo que sientes por los que quieres, la pasión, el placer de ver algo que te gusta, el disfrutar haciéndolo, el reír, el vibrar…
Por supuesto que no nos podíamos quedar solo con la parte buena, y el lote venía completo con todo tipo de emociones negativas también, pero cuando encarnas sabes que los beneficios superan los desafíos. Las emociones es lo que nos hace estar vivos y gestionar nuestro paso por el mundo disfrutando de él. Esta habilidad de sentir y tener emociones se ha desarrollado de tal forma que no existe ningún otro sitio físico donde se pueda experimentar como lo experimentamos nosotros.
Otras razas tienen y pueden experimentar emociones, pero no en el rango y con la intensidad que en un cuerpo humano. Por eso este lugar de aprendizaje y sus «personajes físicos» son tan codiciados. Primero, ya lo hemos dicho muchas veces, es el tablero de juego para aquellos que encarnamos preparando nuestra graduación de este curso evolutivo, luego, porque es gracias a las emociones que tenemos que se adquieren gran parte de las experiencias y lecciones y eso nos acelera aún más.
Abducciones y Experimentos
Varios grupos no demasiado amigables (por lo que parece) tratan de, genéticamente, conseguir los beneficios de ser humano (emociones y otras propiedades) sin tener que encarnar en un cuerpo humano. La abducción de humanos para su experimentación trata de crear híbridos entre esas razas y nosotros, de forma que puedan encarnar en esos cuerpos obteniendo cosas que ahora no poseen, la principal de ellas, un gran rango de emociones. Mucho de lo que vemos en películas es más que real.
Disfrutar de las emociones
Así que mientras otros entes siguen intentando lo imposible nosotros podemos y debemos seguir disfrutando de nuestras emociones, porque literalmente, somos de los pocos que podemos hacerlo a este nivel. Déjate inundar por ellas, que desborden los chakras y el cuerpo emocional, que salten lágrimas, risas o gritos, que se te ponga la piel de gallina. No las reprimas, déjalas salir, aprende a transmutar las negativas en positivas (pues las emociones negativas generan tanta energía que las entidades del bajo astral se dan un festín con ellas cada dos por tres). sobre todo recuerda que tenemos lo que muchos envidian, que avanzamos al ritmo que muchos quisieran, y que tenemos más potencial que el que muchos quisieran, simplemente, todo está preparado para que nos creamos todo lo contrario.