Aunque no seamos conscientes, nuestra frecuencia de resonancia o nivel de vibración es nuestro bien más preciado en ámbitos tales como la protección energética, el desarrollo personal, o la auto sanación. Esto que parece tan “genérico”, es algo tremendamente simple, se trata de la “frecuencia media” que emites, el nivel vibracional que tienes de forma global, sumando todos los patrones energéticos, mentales, anímicos y emocionales que tenemos y que constantemente emitimos. Una persona con todos esos componentes vibrando a un nivel “alto” (hablando en Hz, la unidad de medida de la frecuencia de una onda cualquiera), incrementará su frecuencia base y verá reflejado este nivel en su realidad cotidiana, no solo por lo que a nivel de “ley de atracción” pueda manifestar, sino por la influencia que esa persona tendrá en los entornos en los que se mueva por su sola presencia.
Influencia de la frecuencia de resonancia en el ámbito de la sanación
Todo sanador, o toda persona que es capaz de influir en otra a distancia está tocando tu frecuencia de vibración o resonancia, sea a nivel local (por ejemplo actuando sobre uno de los cuerpos sutiles, sobre un chakra, o a nivel general como en un baño de energía). Cuando hacemos algún tipo de sanación, remota o presencial, estamos modificando el sistema energético del paciente simplemente modificando un patrón concreto de onda que es la causa del bloqueo, y lo hacemos modificando su frecuencia de resonancia, de forma que al poner a vibrar su sistema energético a un nivel más alto, en esa zona, automáticamente se desbloquea aquella energía que se había quedado estancada.
Por poner un ejemplo, sería como poner a sacudir una coctelera que tuviera pegada trocitos de papel en el exterior. La fuerza de la vibración de la coctelera hace que se despeguen y caigan esos papeles, simplemente por haber incrementado el movimiento y modificado las fuerzas que mantenían los papeles (entendidos como bloqueos energéticos) enganchados.
Así, es sencillo comprender como simplemente “ordenando mentalmente” la eliminación, tras haber descubierto un cierto bloqueo, con la “intención” de sanar algo, esto se empieza a sanar, y es que la energía detonante del sanador, al ser recibida por el “paciente”, pone en marcha el mecanismo de vibración interno y modifica el patrón energético de la zona donde se encuentra el bloqueo incrustado y este “pegote” empieza a desprenderse poco a poco de esa zona (es decir, la misma persona se auto sana, el sanador solo hace de detonante del proceso de cambio vibracional).
Esta energía recibida, sea directamente, sea remotamente, sea autogenerada, no ha hecho sino modificar al alza ligeramente la vibración del lugar donde se encontraba el problema, haciendo que la zona de “enganche” ya no sea compatible con la energía del bloqueo. Al no ser de igual patrón energético, la energía causante de ese bloqueo no puede mantener el “enganche” o acople al sistema energético, y deja de tener efectos negativos paulatinamente en la salud de la persona.
Sanación presencial o remota
¿Tiene el mismo efecto el estar a un metro de la persona o a 100km para detonar este incremento vibracional? Pues la experiencia nos dice que es parecido (aunque la sanación presencial sea más intensa a veces), y es simplemente debido a nuestra conexión a través del campo mórfico que une a todos los seres humanos, trabajemos al nivel que trabajemos (es decir, podemos conectarnos a niveles de alma o Yo Superior, a niveles de “inconsciente”, a nivel “mental”, etc.), pero todos estamos enganchados los unos con los otros. Es este mismo método, en el fondo, el que hace que técnicas como el Ho’oponopono, la curación cuántica, la sanación akáshica, magnified healing, la terapia de respuesta espiritual, etc., etc. funcionen. En todos los casos, estamos modificando la frecuencia de resonancia de la persona con la simple emisión de una intención u orden mental de sanación, al nivel que sea, lo que hace que se libere, desenganche, transmute o solucione el bloqueo mental, emocional, físico, anímico, espiritual, o de las profundidades del subconsciente.
Influencia de la frecuencia de resonancia en el ámbito de la protección energética
Ocurre lo mismo cuando hablamos de protección energética. Tu frecuencia de resonancia es tu escudo antimisiles porque si se mantiene en un nivel de vibración “alto”, impide que un buen puñado de energías externas, parásitos astrales, pequeñas entidades “negativas”, etc., sean compatibles contigo. De nuevo, es como mantener la coctelera sacudiéndose a una velocidad tal, que no hay forma de que nada que no sincronice con esa velocidad de vibración pueda engancharse. Por supuesto que no se trata de la panacea, siempre hay energías de niveles mucho más altos de los que nosotros podemos alcanzar en estos momentos polarizados “negativamente” y que pueden engancharse o acoplarse a nosotros si lo desean (para nutrirse), pero no así todo aquello que vibre a un nivel menor que el nuestro (frecuencialmente hablando).
Influencia de la frecuencia de resonancia en el ámbito del crecimiento personal
Por último, todas las cosas que hacemos, ejecutamos, decidimos, etc., generan en nosotros un cierto tipo de energía. Esta energía forma parte de algún patrón energético bien a nivel mental o emocional (principalmente), que puede añadirse a cualquiera de nuestros cuerpos sutiles y resto de componentes del sistema energético, así como influenciar el “crecimiento” o cristalización (como lo llamaba Gurdjieff) del espíritu en cada uno. Es decir, básicamente lo que aprendemos a través de lo que nos pasa o lo que hacemos que nos pase, influye sobre nuestra frecuencia de vibración o resonancia pudiendo incrementarla o reducirla (fluctúa siempre, y no es estática), y que puede hacer que “potenciemos” más nuestra “esencia” interior, o la sigamos manteniendo dormida. Eventos que nos hacen crecer, como experiencias y lecciones superadas, incrementan el nivel de resonancia hacia frecuencias mayores. Eventos generadores de efectos tales como traumas, bloqueos de diversa índole, contagios del inconsciente colectivo, o ataques energéticos, pueden alterar y reducir nuestra frecuencia de resonancia haciéndonos más débiles o vulnerables.
Cuando vemos por todas partes que nos dicen que el “conocimiento protege» y la “ignorancia nos pone en peligro”, no solo es un consejo que suena bien, sino que literalmente cada pieza de conocimiento “objetivo y factual” trae consigo su propia carga energética, que se suma a nuestro cuerpo mental incrementando su frecuencia de resonancia global, potenciando la frecuencia de resonancia global del sistema energético.
Puesto que además nuestro nivel de vibración global depende de la suma del nivel de vibración de cada parte de nuestro sistema físico y energético, cuando hablamos de que es necesario tener una salud óptima, un robusto cuerpo etérico, un cuerpo emocional sano y un cuerpo mental limpio, nos estamos refiriendo a que todos los componentes se apoyan y necesitan entre si, y que de nada sirve tener unos en perfecto estado, y otro hecho un asco, pues nos hará caer en picado el nivel vibracional que tengamos.
Frecuencia de resonancia vs polarización
Evidentemente el tener una alta frecuencia de resonancia no significa ser un ser más “positivo”. El nivel de vibración es simplemente eso, un nivel de vibración, el número de ciclos por segundo que genera el conjunto de tu sistema energético, pero esta vibración tiene polaridad, como ya hemos visto en artículos anteriores y como comenté durante horas en la conferencia de hace unas semanas. Esta polaridad es lo que llamamos “positiva” o de servicio a otros, o “negativa”, o de servicio a uno mismo. Tenemos personas y entidades no corpóreas de todos los niveles de vibración que os podáis imaginar, y más o menos repartidas equitativamente entre las dos polaridades. Es decir, que como os decía antes, a mayor nivel de frecuencia de resonancia más poder y potencial, aunque este pueda estar orientado hacia la polaridad que la persona o entidad haya escogido como camino evolutivo, sea el camino del servicio a otros, o sea el camino del servicio a uno mismo. Nuestro trabajo consiste en trabajar ambas cosas, incrementar nuestra frecuencia de resonancia, y polarizarla hacia el servicio a otros, todo en busca de un crecimiento evolutivo y paso de “curso” que esperemos esté pronto por llegar.