Si pudiéramos ver realmente el entorno en el que existimos, nos daría la impresión de estar reviviendo la escena de la película Matrix, donde, Neo, solo hace que ver números en filas, llenando las paredes, el suelo, el techo, y todo lo que tiene alrededor suyo. Líneas energéticas, figuras geométricas y patrones numéricos que, nuestro cerebro, a través de lo que nuestro ADN capta y decodifica, interpreta y convierte en formas, figuras, objetos y contornos, que parecen tener solidez y existencia real por si mismos. La imagen que encabeza esta entrada es una percepción mucho más real de las cosas, que la imagen que resulta de su decodificación por nuestros sentidos.
La gran realidad holográfica
Todo lo que consideramos físico no lo es, o no lo es en el sentido que nosotros conocemos, la construcción del mundo está basado en una realidad holográfica, maya, la ilusión, una simulación de ordenador, una proyección externa hacia el planeta como si en un cine esférico de 360º estuviéramos y no supiéramos ver el proyector. Esta realidad proyectada es plenamente modificable, alterable y manipulable desde fuera y desde dentro de todos nosotros, simplemente la mayoría no conocemos las reglas para hacerlo, y estamos limitados por las leyes que la propia realidad holográfica posee en si misma, sin saber que, esas leyes “físicas”, funcionan solo mientras nos encontramos dentro de esta realidad subjetiva. Al salir de ella, todo lo que conocemos y lo que nuestra ciencia marca como “real” y “comprobado”, no tiene ningún significado. Ni la velocidad de la luz, ni las teorías sobre la estructura del espacio y el tiempo, ni las explicaciones sobre el universo, tienen ningún tipo de validez fuera de nuestra matrix subjetiva.
Si levantásemos automáticamente el telón que cubre este planeta, apagáramos el proyector de cine y pudiéramos ver las pantallas vacías de imágenes, habría que empezar de cero para poner por escrito, y entender, entonces, las leyes de la realidad “real”, que se encuentra detrás de las pantallas, y de la que estamos excluidos y “ciegos” desde hace tiempo.
La película El Show de Truman es un intento de explicarnos como funciona todo esto, donde todos somos un Truman y todo el escenario de nuestra vida es una gran construcción artificial. Evidentemente, esto no ha sido así siempre, pero lleva en pie el suficiente tiempo como para que ninguno de nosotros, o la mayoría de nosotros, haya conocido otro tipo de realidad, ni aun que os hagan una regresión a vuestra primera encarnación en este planeta, a no ser que hubierais entrado antes de la llegada de aquellos que construyeron los decorados de la “matrix”.
Como un barco en una botella
Esta macro-construcción holográfica que nos rodea y se nos proyecta mentalmente para que vivamos dentro de un cine de 360º sin ser conscientes del mismo es el resultado del abordaje de los piratas al barco (para entenderlo, debéis leer este otro artículo), que no encontraron mejor forma de camuflar el exterior del mismo que metiéndolo en una botella, y tintando los cristales de la misma, algo así como esto:
De esta forma, no solo no vemos el mar de verdad, sino que todo lo que los pasajeros del barco perciben está completamente distorsionado por los cristales de la botella en la que estamos metidos.
El mar existe, por supuesto, así como otros barcos con sus pasajeros a bordo, pero la botella de cristal que nos rodea no nos deja ver las cosas como son en realidad. Nuestras leyes físicas, además, se ciñen solo a como funcionan las cosas dentro de la botella, lo que hace que todas nuestras mediciones, ecuaciones, cálculos y definiciones, sean, como mucho, parcialmente correctas, en el mejor caso, y completamente erróneos en la mayoría de ellos. Quienes viajan en barcos que surcan el mar sin botella, conocen las leyes del mar de forma mucho más exacta y real, así como nuestros piratas, visitantes extranjeros y algunos humanos capaces de saltarse las limitaciones impuestas. Para los demás, toda observación de lo que existe “ahí fuera”, y de lo que se cuece en el barco, está parcialmente distorsionada por el cristal energético que nos recubre y condicionada por lo que se nos proyecta a través de nuestro cuerpo y mente.
¿Hasta que “altura” llega esta matrix?
Lamentablemente, la realidad ilusoria no se limita solo al plano más denso, sino que abarca parcialmente alguno de los planos internos más cercanos al plano físico y tangible que conocemos, donde, a pesar de que todo es energía, y se perciben las cosas (decodifican) de forma diferente, seguimos estando dentro de la gran malla energética que nos recubre y que marca los “límites” de la matrix bajo la cual existimos. Viene a ser algo así como esto:
Expandir la conciencia – conectar con nuestro Yo Superior – salir de la botella
Lo único que no está limitado por las paredes de la matrix y la realidad holográfica es nuestra conciencia. La realidad en la que vivimos, al ser maleable e ilusoria, obedece también a la construcción personal que cada uno hagamos de ella, de forma que todos podemos modificar a voluntad la película de nuestra vida y los escenarios en los que nos movemos, ya que, desde nuestra conciencia, se puede controlar y manipular la energía en forma de patrones numéricos y líneas que la forman.
Excepto la conciencia y esencia del ser que somos, todo lo demás sigue las reglas de la realidad subjetiva que no sabemos cambiar o manipular (pero que otros si saben, para bien o para mal, de lo contrario tampoco podríamos recibir ayuda externa de aquellos que nos guían, orientan y apoyan).
Cuando nos identificamos con la parte “orgánica” de los que somos (cuerpo y mente), estamos sujetos a las reglas de la matrix. Nuestra programación mental, nuestros personajes y Yo’s, nuestro sistema de creencias, patrones de comportamiento, limitaciones, etc.,, todo eso sigue estando marcado por los límites de la botella de cristal, pues, de momento, aun no llegamos a traspasar este limite en prácticamente ningún caso. Esto nos lleva a que, creamos lo que creamos, sigamos la ideología, creencia, religión o sistema científico que nos ayude a comprender el sentido a existir en el barco, todo sigue siendo simplemente una opción ya programada dentro de la realidad proyectada, y se trata simplemente de escoger una de las opciones del menú, diseñado y confeccionado por otros, y puesto a disposición del consumidor en mil formas diferentes, pero todas dentro de la misma carta en un único restaurante.
Así, la forma de desconectarse de la realidad proyectada es enchufarse a la parte nuestra que se encuentra fuera de la botella, y que mandó, en su momento, una parte de si a experimentar una realidad tan peculiar, y de paso, a ver si podía hacer algo desde dentro, tratando de que esa parte no se olvidara de que todo era una proyección y que lo real estaba fuera de los límites de las pantallas que no se ven. Por eso siempre nos dicen los que, desde fuera, intentan hacernos comprender la situación en la que vivimos, que para ver las cosas como son de verdad hay que hacer esfuerzos (titánicos, diría yo) para desprogramarnos y enchufarnos a nuestro Ser/Yo Superior y conectar con “él”, hasta que ello nos haga expandir nuestra conciencia, tanto que supere los límites de la barrera energética, la malla de control y el cristal que nos encierra.
Los cambios se aceleran
Con el proceso actual de desdoblamiento y separación de la Tierra en dos, están habiendo tremendos cambios tanto en el barco como en la botella que lo recubre. Ya os hablé en la conferencia del año pasado que la malla energética que nos mantiene en la matrix se debilita a pasos agigantados, y que es, gracias al incremento de la frecuencia del planeta, y otros movimientos físicos y energéticos que, poco a poco, vamos rompiendo pedazos del cristal y empezamos a cuestionarnos, cada vez más, si son realmente correctas, o si alguna vez lo fueron, las cosas que nos contaban sobre la realidad en la que existimos. El hecho de que el grueso del cristal sea cada vez menor, nos facilita a más personas conectar con nuestro Yo superior, y nuestro Ser, y permite entonces que esta conexión enchufe más potencia a la parte encarnada, le permita incrementar su conciencia y empiece a percibir aunque sea de forma sutil y esporádica la falsa de la realidad subjetiva y el entorno proyectado en el que se mueve.
No os asustéis si empezáis a ver efectos raros en el holograma que os rodea a medida que pasan los años, como espejismos en el desierto, empezad a pensar que la realidad que veis puede cambiar fácilmente a medida que vosotros empezáis a daros cuenta que la pared que tenéis delante, el paisaje, o la mesa de vuestro escritorio, no son más que líneas de energía, patrones geométricos y montones de números, que pueden o no existir dependiendo de vuestra decodificación de los mismos, pero que forman parte de una ilusión global, proyectada en las mentes del ser humano.
Poco a poco iremos traspasando esas limitaciones, pues en el nuevo barco ya no existen, y mientras más nos vayamos separando de la vieja Tierra más obvio será. Confiemos en que no será un shock muy grande ver que, como en la peli, el show de Truman tiene un final feliz cuando este encuentra la puerta de salida del gran escenario de su vida, y es recibido por los que, desde fuera, han estado siempre observándolo y guiándolo en su periplo por la simulación en la que vivía.