Una de las razones más comunes para algunos de los problemas que tenemos, y sobre todo, para cierto tipo de emociones y sentimientos que surgen en nosotros y que no nos hacen sentir precisamente bien, son anclajes en nuestra aura de lo que llamamos entidades negativas.
Puesto que vivimos en un universo percibido como dual y de libre albedrío, no pueden existir entidades positivas si no existen entidades negativas. Ambos extremos son reflejos de las polaridades que gobiernan este juego en el que estamos metidos. No se puede «eliminar completamente» a la oscuridad, porque entonces «la luz desaparecería y dejaría de existir. No es que sea del todo correcto está forma de verlo, pero es una manera de expresar los conceptos de doble polaridad que nos rigen actualmente. La solución pasa por poner ambas polaridades en balance constante, algo que desafortunadamente en estos momentos está lejos de ser una realidad en nuestro planeta.
Como ya he comentado en otras entradas, las entidades negativas son simplemente seres, o fuerzas, que dependen de la energía de otras personas o entidades para «alimentarse» y «sobrevivir». Cuando poseen la fuerza suficiente para desplazar al alma original del cuerpo, sucede lo que llamamos una posesión, cuando no la tienen, simplemente están enganchadas a nuestros cuerpos sutiles. Pero para que esto ocurra, en muchos casos, hemos de darles o usan algún tipo de permiso presente en nosotros para ello.
No somos víctimas inocentes
En las primeras lecturas de Sanación Akashica realizadas en mis inicios simplemente descubría esta entidad negativa, averiguaba cómo estaba afectando a la persona y la «desconectaba» de ella sanando el campo energético y reparando aquellos daños que esta entidad hubiera podido causar. Sin embargo, con el tiempo, al investigar más la causa por la cual estas entidades se anclaban a una persona y no a otra, comprendí que era porque les habíamos dado permiso. Inconsciente, es cierto, pero permiso al fin y al cabo.
Para que un ente «negativo» se ancle a nosotros y luego sea más difícil expulsarlo hemos de darle permiso. ¿Cómo lo consiguen? Normalmente engañándonos (a nuestra alma muchas veces, no siempre es un permiso dado desde la personalidad consciente). Pueden hacerse pasar por entes positivos, por nuestro Yo Superior, por guías, por lo que sea, y nos pueden prometer el oro y el moro. Normalmente hay unas cuantas razones por las cuales aceptamos este anclaje, y las más comunes nos dicen mucho de las necesidades humanas más profundas: amor eterno, cariño, compañía y salvación «eterna».
La mente consciente probablemente no se da cuenta de «esta negociación», pero el alma que somos puede aceptar este enganche sin conocer sus consecuencias porque ha sido «engañada», evidentemente, para obtener algo que jamás una entidad negativa podrá darle. Otras razones menos comunes y que se encuentran en encarnaciones «algo menos avanzadas» son permitir el anclaje a cambio de poder, o incluso beneficios materiales. No es tan común, pero ocurre.
Porqué nos dejamos engañar
Cuando estamos en una encarnación, dentro del cuerpo humano, en este magnífico traje que usamos para expresarnos en el mundo, tenemos las limitaciones que nos impone nuestra configuración mental y energética para esta vida, y tenemos bloqueadas las memorias de quienes somos en realidad a niveles de planos superiores. El alma puede sentirse tanto vulnerable como asustada como perdida cuando inicia una nueva encarnación, o cuando se enfrenta al desafío de guiar a la mente y al cuerpo humano en el que reside en su camino evolutivo a través de las experiencias físicas de la realidad en la que existe. Por eso en muchas ocasiones, nos es fácil aceptar estas promesas de ayuda espiritual que entidades falsamente disfrazadas de lo que sea nos ofrecen. Nosotros, a cambio, les permitimos que estén cerca nuestro disfrutando de nuestra energía. Cuando el trato se ha hecho, ya es demasiado tarde, y la entidad negativa se descubre realmente y entonces es cuando empiezan los problemas.
Mi intención es explicar que nunca somos víctimas inocentes de lo que nos pasa, aunque muchas veces no nos demos cuenta y esté lejos de nuestra realidad consciente este tipo de «acuerdos» que hacemos a otros niveles. Pero al fin y al cabo, seguimos siendo nosotros mismos los que permitimos que estos anclajes tengan lugar. Tenemos todo el poder y el control de nuestras vidas en todos los planos de existencia de la misma y a todos los niveles de realidad en los que operamos. No hay que echarse la culpa tampoco, pero al menos ser consciente de ello. Si realmente hemos aceptado a un ser que nos ofrecía amor eterno, ¿qué es lo que realmente nos estamos diciendo a nosotros mismos que nos falta?