En el monasterio donde el maestro enseñaba y el discípulo estudiaba, las clases se sucedían con regularidad, y el joven estudiante que había comprendido perfectamente la lección que el maestro le había contado sobre los jardineros de la Tierra volvió unos días después con múltiples preguntas y dudas.
– Maestro – dijo el joven aprendiz – sobre lo que contaste, que en la Tierra los seres humanos tenían que anclar una malla, un manto frecuencial para preparar al planeta para el salto de nivel, para el cambio de densidad… ¿podrías decirme cuantos humanos son necesarios para ello? ¿Puedo ser yo uno de ellos?
– Mira pequeño, te voy a explicar algo- le contestó el anciano- de la cantidad total de habitantes, de seres, entidades, personas, que están habitando el planeta Tierra, podríamos decir que todos, absolutamente todos, tendrían el potencial de ser puntos de anclaje si quisieran. Si todas las personas que están encarnadas tuviesen la conciencia necesaria, y la vibración requerida para ser punto de anclaje de esas nuevas energías, ya estaríamos en el siguiente nivel evolutivo.
– Si maestro, pero eso no parece posible…- objetó el joven.
– Así es. Como bien sabes y puedes apreciar, como no todas las personas tienen esa conciencia, como hay una gran parte de la población que no han alcanzado aun ese nivel, aquellos que velan por el desarrollo del cambio planetario están ayudando a despertar a los que si tienen mayor potencial para serlo. Porque hay muchas personas por todo el planeta, muchas personas que están haciendo de anclaje pero no saben lo que están haciendo. No son conscientes de que sus cuerpos energéticos son necesarios y que están en condiciones de ser un pilar para sostener el nuevo nivel evolutivo… por eso hay que ayudarlos a despertar…
– Entiendo, Maestro, pero entonces… ¿hay algún número mínimo de personas que sean necesarias para ello…?
– No te lo puedo decir con seguridad, mi joven estudiante, porque la contraparte negativa, el otro bando, que está trabajando para que todo esto no suceda, también son muy numerosos, y por ello, hay que contrarrestar esa carga energética, y superarla. Te podría decir que hay un par de cientos de miles de personas que actualmente, de toda la población del planeta, tienen el nivel necesario para actuar como sujeciones energéticas…
– Solo… – suspiró el joven monje…
– Sin embargo, si ese número de personas trabajan al máximo nivel, despiertan, comprenden su función y se ponen a ello, solo con ese grupo se podría terminar de anclar esa malla energética que ayudaría entonces a muchos millones más a elevar automáticamente su nivel frecuencial, haciendo que entonces una gran parte de la población, quizás más de la mitad, pueda entonces alcanzar el nivel energético necesario para pasar a la nueva realidad.
– ¿Y que puedo hacer yo, maestro, como puedo prepararme para ayudar, como puedo anclar energías, ser un punto de sujeción?
– Es mucho más sencillo de lo que parece – contestó el anciano- la primera fase ya la conoces, ya la has estudiado en profundidad en tus anteriores lecciones y no es otra cosa que equilibrar tus centros energéticos. Debes limpiar, balancear y equilibrar a fondo tus centros energéticos. Y ya se que no es fácil, pues tu cuerpo emocional y tu cuerpo mental son muy volubles, muy cambiantes, constantemente están sujetos a influencias externas y cierta manipulación, y no es sencillo para una persona mantenerse energéticamente equilibrada.
– Pero sin ello no se puede hacer el siguiente paso, ¿verdad?
– Correcto, sin ello no se puede. Pero imaginemos que alguien tiene su sistema energético equilibrado, en armonía, vibrando, abierto, pues el siguiente paso es enfocarse desde el chakra del corazón en esa energía, simplemente. Desde ahí, conectarse a la vibración de la nueva realidad, porque es nuestro cuarto chakra el centro que vibra a la misma frecuencia que el nuevo nivel que queremos anclar.
– Lo entiendo…aunque creo que debería tener activado otras energías primero…
– Se a que te refieres, pequeño. En otras clases te han hablado de que en parte nuestro planeta todavía hay mucha gente que trata de despertar lo que llaman la kundalini, está bien, pero ahora ya no es necesario eso, ahora es más importante enfocarse en el centro energético del pecho, en el corazón, porque es el punto clave para el paso de nivel evolutivo, tiene un sentido y creo que lo puedes entender perfectamente, que es lo que ya te he comentado antes, es la energía de la «nueva Tierra» la que llega a través del chakra corazón. Uno tiene que enfocarse desde ahí y desde ahí conectarse con todo el campo de energía, que está vibrando, en esa densidad. Hay que poner y tener la voluntad, desde ahí, y conectarse…
– si… entiendo… gracias, maestro.
– Te doy un recordatorio, joven monje, un recordatorio de que las personas como tu y como yo debemos conectarnos con nuestra parte más divina, con la parte más libre, más alta, más interna, ya. Ya es hora. Tu ya lo sabes. Ya es hora, de que las personas lo hagan, pues estamos en un momento crucial. Sé que lo sabes, pero yo te lo recuerdo. Estamos en un momento crucial y es muy importante redoblar esfuerzos, todo depende de eso… todo….
Y el maestro entró en un silencio meditativo, esperando que sus palabras hubieran hecho cierta mella en su joven estudiante, como así había sido. Y el joven monje volvió a ser consciente de que todo dependía del trabajo individual de cada ser humano, de la conexión con su parte más divina, de la apertura por completo de su cuarto centro energético y de la voluntad entonces, simplemente deseándolo, de ser un canal para esa nueva energía que buscaba desesperadamente como llegar a la Tierra y como anclarse en el planeta. Algo que, por muy pocos puntos de anclaje que pareciera haber en este momento disponibles, tenía que seguir intentando para garantizar un futuro maravilloso para toda la raza humana.