Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Aprendiendo a reconocer el estado de las octavas y procesos físicos

Figura 3.1

La historia nos ha enseñado siempre que todo funciona por ciclos y que todo se repite por ciclos. La base de estas ideas, ya la conocéis, es la ley de las octavas, donde todo procesos físico o energético pasa por una serie de pasos o gradientes frecuenciales desde que se inicia hasta que se completa, dando lugar a lo que conocemos como una “octava” en clave musical, 7 notas más la primera nota de la octava siguiente, que forman un conjunto de estados que nos permiten dotarnos de una referencia para saber en que punto de ese proceso nos encontramos.

En la conferencia sobre Biorritmos y dinámicas energéticas ya explicamos cómo calcular ciertos aspectos de nuestras octavas particulares, cómo saber en que momento estamos a nivel físico, emocional, mental o espiritual y cómo aprovechar este conocimiento para insertar “choques conscientes” que nos permitan saltar los llamados “puntos de choque”, que son los momentos de nuestra vida en los que nos encontramos, “energéticamente” hablando, en lo que corresponde al paso de la energía de la nota MI a la nota FA de un proceso, o el paso de la nota SI a la nota DO, ya que, como sabéis, no existe semitono (las teclas negras del piano) entre esos dos puntos, que son aquellos en los que esa octava, proceso, o aquello que tengamos en marcha, puede torcerse, desestabilizarse, moverse de dirección, etc.

El conocimiento de manipulación de las octavas personales os lleva a tener mayor control sobre vuestra realidad, pues en todo momento podéis estar atentos a la nota de la octava (el estado energético de algo “físico”) en la que se encuentra aquello por lo que estéis trabajando, transitando, poniendo en marcha, etc. Hoy vamos a explicar cómo ejecutar este tipo de trabajo de monitorización para poder aprender a detectar las corrientes energéticas que subyacen detrás de todo lo que consideramos “sólido” y “tangible” (pero que no lo es) en el mundo de los cinco sentidos físicos.

Así, lo primero que hay que volver a recordar es que todo lo que sucede o queremos que suceda en el plano sólido tiene que nacer y crearse primero en el plano mental y luego en el etérico, de lo contrario, jamás nada se manifiesta en el nivel más denso y tangible. Esto significa que primero se pone en marcha una octava o proceso en el plano mental para que aquello que queremos, deseamos o necesitamos empiece su creación y formación como idea, concepto, arquetipo o forma mental. Las octavas mentales y etéricas son algo diferentes a las octavas del plano físico, pero no haremos ahora demasiado hincapié en la parte técnica de su descripción para no liarnos con ello.

Una vez se ha completado la octava mental de un proceso, y pasa al plano etérico, lo hace montado en la línea temporal que le corresponde por vibración de la persona a nivel mental y etérico. Así, las octavas y procesos que ponemos en marcha a nivel de “ideas”, a nivel mental, nacen en la línea temporal en la que se encuentre el cuerpo mental de la persona en cuestión. Una persona en la línea temporal 42 “pone” sus formas mentales encima del “rio energético” de la línea temporal 42, y por lo tanto, como un loto flotando en una corriente de agua, este loto se desplaza por la corriente siguiendo el río de la línea que le toca hasta llegar a donde tenga que llegar.

Si la idea o concepto o plan o propósito de hacer algo nace de la línea 42, cuando la octava mental llega a su final pasa por la misma línea 42 al plano etérico en su corriente energética 42, con lo cual, sigue con la vibración y frecuencia “alta” correspondiente a esta línea. Cuando la octava etérica de ese plan, proceso, idea o lo que sea se completa en el plano etérico, la misma corriente energética de la línea temporal 42 la “baja” en solidez y densidad al plano físico, donde entonces se pone en marcha la octava “física” para que termine manifestándose, apareciendo, cristalizándose o llegando a nosotros a nivel “tangible”.

Este último paso es el que vamos a aprender a monitorizar para comprobar en que estado “algo” que hemos querido poner en marcha, hemos solicitado, hemos empezado a manifestar o se encuentra ya a todo correr, se encuentra dentro de la octava que le corresponde.

Preguntando al YS

Evidentemente la primera forma de saber en que nota de la octava (=en que punto del proceso) se encuentra algo es preguntándoselo a nuestro YS, de manera que simplemente se hace una pregunta del tipo: “¿Este proyecto/cosa/proceso/situación que está puesto en marcha, en que nota de su octava física se encuentra siendo el DO inicial el punto de arranque del mismo y el DO final el punto de finalización total?” Y a partir de ahí uno pregunta, “¿se encuentra en el DO, DO#, RE…..etc.?”

Según la respuesta que os de, sabréis si algo está al principio, a medio camino, o a punto de terminarse. Pensad que el tiempo lineal que usamos para medir estas cosas no tiene sentido a nivel energético. El paso de una nota a otra no depende de un calendario, sino del tiempo que se necesite para completar el trabajo energético que hay detrás del proceso físico. Así que para unas personas y unos determinados proyectos, ideas o procesos, una octava dura días, semanas o meses. Pero ayuda saber que estás en el DO o en el SOL, pues te da una idea del avance que se ha completado ya. Y te da una idea de la cercanía de los puntos de choque en los que hay que estar muy atentos para poder corregir cualquier desviación que se pudiera producir en la octava y que pudiera hacer que el evento, proceso o aquello que se está llevando a cabo se distorsione, diluya, desvíe o cambie su resultado por no haber corregido la octava a tiempo cuando era el momento de pasar del MI al FA o del SI al DO. Revisad la conferencia para entender mejor todo esto.

Otros métodos

Para aquellos que se manejen mejor por señales y sincronicidades, vamos a solicitar que se instalen unos “chivatos” físicos en nuestra realidad que nos avisen cuando estemos en proceso de acercarnos a un punto de choque en alguna octava importante para nosotros. Aquí el problema no será pedir la señal, sino dirimir a que proceso hace referencia, porque lo que vamos a solicitar es que cuando se acerque el momento de cambio MI-FA o SI-DO de alguna cosa importante para nosotros a nivel físico y sólido, veamos ese aviso. Luego hay que ver a que parte de nuestra vida hace referencia, con que “cosa” en la que estamos involucrados está relacionado, algo para lo que tendremos que volver a pedir señales para ello.

Entonces, para lo primero:

Solicito que se inserte en mi cuerpo mental la emisión de un paquete de datos que manifieste en mi realidad el objeto X (a elegir por vosotros) cada vez que una octava importante en mi camino de crecimiento, de evolución, de aprendizaje y de cambio personal esté acercándose a los puntos  de choque MI-FA o SI-DO, permitiéndome darme cuenta y estar atento a que se acerca un momento energético importante para ese proceso que estoy viviendo. Solicito que se me facilite la comprensión del proceso en cuestión por mi YS, para que pueda entender las medidas a tomar si es necesario para reforzarlo, corregirlo o evitar cualquier distorsión, desvío o manipulación del mismo.

Y para lo segundo:

Solicito que se inserte en mi cuerpo mental un paquete de datos que manifieste en mi realidad el objeto Y (otro diferente) si el aviso recibido de que estoy acercándome a un punto de choque está relacionado con “……” (lo que cada uno tenga en marcha en su vida y que crea que puede estar relacionado con el aviso anterior).

Como veis, esta última petición es más compleja, hay que hacerla varias veces o encontrar la forma de recibir información sobre aquello a lo que hace referencia el aviso de cercanía de punto de choque anterior.

En el siguiente artículo hablaremos de proteger y bloquear algunas octavas importantes para evitar que desde el exterior puedan manipularlas, una vez hayamos aprendido a reconocerlas en nuestra realidad.

 

Profundiza en este tema y amplia tu conocimiento sobre los diferentes aspectos “del mundo que no vemos”