Estoy seguro de que, a todos nosotros, cuando nos caíamos de pequeño, nuestras madres y padres nos ponían la mano en la zona dolorida intentando así calmar el dolor o, al menos, paliar un poco intuitivamente el daño que nos habíamos hecho en esa parte del cuerpo.
Que las manos tienen un potencial enorme a la hora de transmitir energía es de todos sabido. Se puede calibrar la fortaleza y temple de una persona con un solo apretón de manos, la gente se echa pulsos para ver quien tiene más fuerza mano contra mano y, los terapeutas, masajistas y diferentes disciplinas corporales que trabajan con estas pueden hacer que el cuerpo sane, se relaje o se desbloquee gracias a la imposición de manos sea como sea que trabajemos con ellas.
A nivel energético, por lo tanto, las manos son un potente canal para transmitir energía, y esta capacidad viene gracias a la presencia de los palmochakras. Estos dos vórtices energéticos funcionan como todos los demás, es decir, también tienen receptores que captan el prana o chi “genérico” de los campos del planeta que nos rodean e interpenetran, pero, al contrario que otros chakras que solo recogen flujo vital, los palmochakras hacen, o pueden hacer, la función contraria, es decir, entregar flujo y energía cuando se aplican y se usan correctamente hacia otros, sean personas, cosas, animales, plantas o el mismo entorno en el que te encuentres para limpiar la energía de tu casa con la propia energía de tus manos.
Evidentemente, la energía que una persona pueda emitir por sus palmochakras es el mismo tipo de energía que la persona tiene en su sistema energético, al menos en parte. Es correcto que podemos, y de hecho muchas terapias energéticas así lo hacen, usar la energía que baje por el cordón dorado desde el YS y otros niveles frecuenciales y hacer que esta se canalice hacia los palmochakras, por la simple imposición de nuestra intención consciente y voluntad al flujo energético que nos recorre internamente, emitiendo, entonces, la energía que viene “desde arriba” por nuestras manos y aplicándolas a donde estemos poniendo la intención y la acción para ello. En general, esta energía que usamos siempre se mezcla con nuestra propia energía, porque no puedes separar los flujos físicos, energéticos y etéricos de los flujos que recibes de niveles superiores, por lo que la energía final que sale por tus manos siempre es una mezcla de la energía del YS o del nivel desde donde la estés recibiendo más la energía que este flujo encuentra a su paso por tu cuerpo etérico y físico antes de salir por los palmochakras.
Puesto que estos vórtices energéticos además son dinámicos y se adaptan por sí solos al flujo de energía que canalizan y proyectan “hacia afuera”, a medida que les llega energía de mayor vibración y pureza sus mismos componentes se van activando y adaptando para trabajar con esas frecuencias más elevadas y procesar más rápidamente energías de mayor octanaje. Al principio, cuando estamos limpiando “las cañerías” internas del sistema de canales por los cuales llega el prana a las manos, pueden incluso dolernos un poco, ya que los bloqueos en los meridianos y nadis que llevan el chi hacia el palmochakra pueden estar parcialmente obstruidos o bloqueados, y se siente como si un caño de agua interno estuviera tratando de desatascar una tubería para poder disolver lo que sea que impida que el flujo llegue correctamente hacia las manos.
En muchas ocasiones, además, la persona que no está conscientemente regulando el flujo energético que está aplicando a terceros, por ejemplo, en una sanación, usará siempre su propia energía para hacer esa terapia porque no está pendiente ni controlando ni solicitando un prana más “limpio” a su YS para hacer esa terapia en ese momento. Si la configuración mental de la persona, además, no está “abriendo” paso a la energía de niveles superiores por los bloqueos del propio sistema energético del terapeuta o por las razones que sean, uno se cansa rápidamente al poner las manos sobre un tercero y entregarle nuestra energía, sea para el masaje, la sanación o lo que sea, porque el flujo que el palmochakra entrega es parte del propio flujo vital del cuerpo físico y etérico, que son los que están disponibles a través del tantién inferior y medio, normalmente, para ello.
El cuerpo solar y la conexión al cuerpo etérico
En alguna ocasión, cuando hemos hablado de la composición de los cuerpos superiores del ser humano, hemos explicado que existe un cuerpo “en potencia” que llamamos el cuerpo solar, y que no es otra cosa que una especie de réplica del cuerpo etérico, pero en un nivel muy elevado de vibración, y que, si está presente en la persona, se sitúa por encima, frecuencialmente hablando, del cuerpo espiritual superior, que es el más alto de los cuerpos superiores del ser humano.
Este cuerpo solar lo que hace es captar no solo energía de los planos de la Tierra, sino energía de los campos del sistema solar a los que tambien pertenecemos, pero a los que no siempre estamos sintonizados por defecto. Por lo tanto, cuando el cuerpo solar está activo y presente en el ser humano, todo el prana que este usa viene de los campos y sustratos del sistema solar, más los campos y sustratos de la Tierra, que son captados por los receptores del cuerpo etérico “básico”. En este caso, la energía que se introduce en los meridianos y que los palmochakras usan para sus funciones proviene principalmente del cuerpo solar, siendo una energía con un octanaje mucho mayor (el octanaje de una energía es su nivel de pureza y vibración, algo parecido al concepto de la gasolina de mayor o menor calidad) y que permite, entonces, a los palmochakras, emitir un flujo de “prana solar”, vamos a llamarlo así, que facilita la sanación, cambios, limpiezas o lo que sea que estemos haciendo cuando ponemos las manos sobre alguien y trabajamos con nuestra energía sobre su sistema energético.
Solicitando la creación del cuerpo solar
Puesto que el cuerpo solar no es un cuerpo que venga “por defecto”, igual que no lo son el resto de cuerpos superiores ni tampoco lo es el cuerpo-ser espíritu, como ya explicamos en su momento, se puede solicitar al YS que evalúe la posibilidad de dotarnos del cuerpo solar si nuestro trabajo, misión, propósito o actividad requiere de un flujo de energía de mayor potencia, pureza y vibración, porque somos terapeutas, porque trabajamos dando masajes, porque hacemos cosas con la energía de nuestras manos y no queremos usar nuestra propia energía física y etérica, etc.
Así, simplemente creando una petición al YS para que inicie la creación del cuerpo solar, podremos solicitar que se ponga en marcha su formación, y, tarde el tiempo que se tarde en ello (pueden ser meses) llegue un momento en el que el flujo vital que recorra nuestro sistema energético esté formado no solo por el prana o chi de la estructuras del planeta, sino de los campos del sistema solar que también nos engloban pero que no pueden sintonizarse con tanta facilidad si no tenemos un cuerpo sutil especialmente sintonizado y creado para ello.
Codificando mentalmente el contenido que queremos transmitir a través de las manos
En todo caso, usemos la energía que usemos cuando aplicamos las manos a otra persona para transmitirle energía, calmarle un dolor o hacer una terapia en camilla, podemos codificar las instrucciones que deseamos que se imbuyan en la memoria de las partículas que forman ese flujo, para que ejecute un cierto tipo de función u otra. Es decir, si vas a tratar una herida en una persona, puedes mentalmente solicitar que la energía de tus manos se codifique con los códigos de “sanación de heridas”, que no dejan de ser instrucciones al cuerpo físico para que esa energía active y refuerce los mecanismos naturales de sanación del cuerpo fisiológico.
Esta codificación la hace el YS, y, mientras tu estés con las manos puestas sobre la persona y mentalmente focalizada en que tu energía está, en ese momento, siendo usada para tratar una herida (o lo que sea necesario), la energía de tus palmochakras hará principalmente esa función, que es para lo que está codificada en ese momento. Así, si eres terapeuta, masajista o las manos son tu instrumento de trabajo, puedes solicitar que la energía que emites a través de ellas se codifique con una cierta función o instrucciones, y, mientras no cambies esas instrucciones, “eso” será lo que la energía de tus palmochakras estará emitiendo e instruyendo al sistema energético de quien la esté recibiendo.
Aprendiendo de esta forma a modular la energía que sale de nuestros palmochakras, usando energía de mayor vibración proveniente del cuerpo solar cuando este se haya desarrollado, y codificando las instrucciones mentalmente en la energía que aplicamos a los demás, nos encontramos con una increíble herramienta para hacer todo tipo de trabajo energético sobre otros, sobre nosotros mismos o sobre el entorno en el que nos encontramos.