En general, solemos tener claro que cuando pedimos algo a los “planos y jerarquías superiores” estos nos van a hacer caso inmediatamente, y van a ejecutar aquello solicitado sin que medie juicio de valor de por medio, de manera que siempre nos “van a conceder” aquello que estemos pidiendo. Luego, por el método de prueba y error, vemos que esto no es así, que muchas veces pedimos “cosas” que no llegan nunca, o pedimos ayuda que no se materializa, o simplemente nos da la sensación de que, “ahí arriba”, hacen “oídos sordos” a nuestras peticiones. Como en casi todo, no es correcta nuestra interpretación ni tampoco es del todo correcto la idea de que todo aquello que pedimos, lo conseguimos.
Desear o necesitar
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que existe todo un mundo infinito de ayuda para aquello que se necesita, que no es lo mismo que aquello que se desea, por lo tanto, no existe petición o solicitud para recibir recursos, herramientas, ayuda, apoyo o lo que sea oportuno cuando hay una necesidad evolutiva y experiencial asociada a ello. Por otro lado, la mayoría de las veces, el ser humano pide ayuda para cosas que desea, que puede que tengan algún tipo de relación con procesos evolutivos o no, y que puede que estén dentro de los parámetros de lo que es útil al crecimiento de la persona o no lo estén. En estos casos, la respuesta ya no viene dada tanto por mecanismos directos de ayuda desde nuestros niveles superiores, sino viene dado simplemente por las sincronicidades que generamos nosotros mismos por la proyección energética de nuestra realidad de manera subconsciente. Así, muchas veces, aquello que deseamos llega más porque nosotros mismos lo hemos co-creado por proyección que porque hayan intervenido otros niveles superiores para ello, mientras que, por otro lado, cuando nos es necesario algo, no hay octava o proceso mental, etérico o físico que se escatime para que esté presente en nuestras vidas, y llegue de la manera más rápida y fácil posible.
¿Por qué hay diferencia entre desear y necesitar?
Cuando el ser humano nace, para cada nueva encarnación, la esfera de consciencia ubicada en la parte superior del plano mental para cada uno de nosotros se encuentra “orientada” energéticamente hacia el interior de la misma, conectada completamente a la consciencia de nuestro YS, de manera que, durante los primeros meses y años de nuestra infancia, tenemos una conexión total e identificación con esos otros niveles superiores de consciencia. Luego, la esfera de consciencia empieza a revertirse, a “darse la vuelta” energéticamente, naciendo la personalidad humana con una consciencia artificial creada sobre la superficie de la misma esfera de consciencia, y perdiendo esa conexión natural y plena con nuestro YS. Como ya hemos comentado alguna vez, el programa que ejecuta la reversión es el programa “deseo”.
¿Por qué el programa “deseo” es el encargado de esta reversión?
El deseo es el programa que genera el estímulo energético para anhelar aquello que entra por los sentidos, de manera que nos incita a querer enfocarnos en la parte material y terrenal desde nuestros primeros días de vida. El anhelo, el querer aquello que se percibe, es un programa heredado de la genética de nuestros creadores, de la raza que llamamos Draco principalmente, que lo poseen a un nivel tremendamente desarrollado por sus características conquistadoras, dominadoras y basado en la polaridad del servicio a uno mismo. Este “anhelo” viene codificado en nuestros genes, y activa procesos energéticos de querer “atraer” hacia nosotros, aquello que captamos y percibimos por los sentidos, poniendo en marcha luego los mecanismos de la mente para lograr los medios de conseguir aquello que anhelamos.
Al ir anhelando y deseando cada vez más lo que percibimos, nuestra consciencia se ve forzada a enfocarse en ese mundo material para poder gestionarlo, de esta manera, el programa “deseo” completa en pocos años la reversión total de la esfera, en todos sus líneas y vectores, y a los 7 u 8 años de edad la persona ya ha perdido prácticamente toda la conexión con su Yo Superior al haber perdido todos los vectores de energía que conectaban su personalidad con el centro de su esfera de consciencia. El Yo Superior, entonces, se ve obligado a comunicarse con la superficie de la esfera de consciencia como si se tratara de un “ser externo”, algo ajeno a la personalidad, ya que ha sido opacado y encerrado dentro de la esfera sin posibilidad de tomar las riendas y el control de las esferas mentales, la personalidad y el vehículo físico que ocupa para cada encarnación.
La necesidad como contrapartida evolutiva
Así que mientras el deseo como programa y energía intenta mantenernos enfocados en obtener cosas del plano material (o de otros, pero con su reflejo en el mundo de la materia), la necesidad es una energía asociada a la voluntad de obtener lo que se requiere para completar los procesos codificados en la “trama sagrada” de cada persona, el conjunto de experiencias, lecciones y aprendizajes que nuestro YS intenta y necesita obtener de su contrapartida terrenal para cada partida del juego de la vida. Puesto que aquello que se necesita forma parte de las herramientas y recursos que revierten positivamente en la evolución de una persona y en sus procesos de crecimiento, siempre está disponible y al alcance de la mano, mientras que aquello que se desea, aun pudiendo estar disfrazado de necesidad, forma parte de otro programa con otra energía diferente (el “anhelo”) y por lo tanto, no entra dentro de los procesos directos de “otorgar” lo que se solicita por muchas peticiones que se realicen. Eso no quita que se pueda asistir por parte de nuestros guías y YS a ayudarnos, pero digamos que no tiene una prioridad tan alta como los procesos y octavas que forman parte de lo que “si que se necesita”.
Diferenciando entre lo uno y lo otro
Para diferenciar si estamos solicitando algo que necesitamos o algo que deseamos, es cuestión de ver si podemos pasar unos días más sin aquello que estamos pidiendo. Si podemos estar sin “lo que se está solicitando”, si podemos adaptarnos y olvidarnos por completo y no tiene ningún efecto en nuestra vida tener eso ahora o tenerlo dentro de 10 días, entonces es un deseo, que puede, de nuevo, que venga disfrazado a nuestra decodificación como una necesidad, pero sigue siendo un deseo que nace del programa ego y de las rutinas subconscientes de seguir anhelando “cosas” del tipo que sea.
Como podéis intuir, por esta regla, prácticamente todo lo que el ser humano pide a los planos superiores, en casi todas las plegarias, rezos, peticiones, solicitudes, en casi todas las partes del mundo, bajo cualquier credo, religión, ideología, o creencia, entra más bien dentro de la categoría de deseo, lo cual es correcto, pues todos nosotros estamos siendo gestionados por un programa ego, usando una consciencia artificial sobre la esfera de consciencia llena de múltiples subpersonalidades y que se mantiene enfocada en la realidad material gracias al programa deseo (pues es literalmente una rutina energética que corre por las esferas mentales y la esfera de conciencia).
Cada vez que hagáis peticiones a vuestro YS, tomando las del blog y cambiándolas o creando las vuestras propias, estas son recibidas, al 100%, por completo, pero no todas son ejecutadas, pues depende de los parámetros anteriores mencionados que se le dé prioridad o no, que se ponga en marcha la octava y proceso necesario para ello o se ponga en cola para cuando “se pueda”, etc.
Cuando estemos “solicitando” cosas y no parece que lleguen, analicemos si estamos queriendo o deseando algo que puede que no esté relacionando con una necesidad evolutiva. Si vemos que es así, trabajemos nosotros con nuestro potencial co-creador en proyectar en nuestra realidad lo que deseamos, sabiendo que seguimos recibiendo todo aquello que necesitamos sin ningún tipo de restricción. Ambas cosas corren en paralelo en nuestras vidas y ambas cosas terminan dándonos “aquello que queríamos”, simplemente vienen o pueden venir por mecanismos diferentes y donde en uno de ellos, somos nosotros los que podemos aprender a tomar el control del mismo y en otro aprender a trabajar con planos superiores para recibirlo.