Cuando uno se quiere poner en contacto con las energías de nuestro planeta solemos referirnos a él como Kumar, Pachamama, Gaia o como Gea, aunque el nombre de Gaia como tal no sea un nombre “real”, sino el nombre acuñado hace cuatro décadas por el escritor William Golding, amigo de James Lovelock, autor de la teoría que visualiza a la Tierra como un sistema autorregulado, quien cuenta de donde viene el nombre de su hipótesis:
“Surgió en la década de los sesenta, cuando el escritor William Golding, que posteriormente ganó el Nobel y muchos otros premios, era vecino y amigo de Lovelock. Ambos vivían en la localidad de Bowerchalke, a unos veinte kilómetros al suroeste de Salisbury, en el sur de Inglaterra. Hablaban con frecuencia de temas científicos en sus paseos por el pueblo o en el bar de la localidad, el Bell Inn. En 1968 o 1969, durante un paseo, Lovelock contó su hipótesis a Golding, que se mostró muy receptivo, ya que a diferencia de la mayoría de literatos, había estudiado física en Oxford y comprendía plenamente la ciencia del razonamiento. Se entusiasmó y dijo: “Si tienes intención de presentar una idea de ese calibre, sugiero que le des un nombre de ese calibre, sugiero que le des un nombre apropiado: yo propongo Gaia”.
A Lovelock le encantó la sugerencia; era una palabra, no un acrónimo, y ya entonces veía la Tierra en cierto sentido como algo vivo, al menos en la medida en que parecía regular su propio clima y su propia química. Pocos científicos están familiarizados con los clásicos, y no saben que a Gaia se le llamaba también “Ge”. Ge, claro está, es el prefijo de las ciencias de geología, geofísica y geoquímica. Para Golding, Gaia, la diosa que impuso el orden sobre el caos, era el nombre apropiado para una hipótesis sobre el sistema de la Tierra que regulaba su clima y su química para mantener la habitabilidad.”
Origen del nombre que casi todo el mundo usa aparte, muchos de nosotros consideramos que el planeta como tal, la Tierra, contiene un solo “ser” o conciencia que hace de “espíritu planetario”, es decir, el equivalente al espíritu de un ser humano que usa un cuerpo físico para su evolución, siendo Kumar (nombre que el ser que usa la Tierra para lo mismo). Sin embargo, esto no es del todo exacto, ya que la descripción del planeta que nos acoge a nivel de las conciencias que lo forman es mucho más complejo, y no se trata de un solo “ser” o “alma planetaria” sino que, en realidad, hay varios “seres” o conciencias principales que todas juntas forman el conjunto de la pequeña maravilla en la que vivimos.
El planeta es un ser compuesto por múltiples esencias
Si tuviéramos que definir la composición de nuestro planeta Tierra, (cuyo nombre global sería Kumar, pues es el nombre que refleja la vibración total del planeta como un conjunto de energías y esencias que lo componen, como ahora veremos), lo podríamos descomponer en diferentes seres o conciencias (o campos mórficos autoconscientes, como queráis denominarlos) que forman el total del “ser” o alma planetaria de la Tierra. Son estos:
1) La energía o la matriz del núcleo: el núcleo de nuestro planeta es de hierro a nivel físico, y como tal, tiene una vibración y nivel de conciencia determinado, pero la matriz energética del planeta es mucho más antigua que la parte física que conocemos. Muchas veces si quisiéramos realmente referirnos a la conciencia más esencial de la Tierra, tendríamos que referirnos a este campo autoconsciente. La creación de la Tierra, como de cualquier otro planeta, se hace primero a nivel energético, como si de un bebé en una incubadora se tratase, donde se forma la matriz energética que luego dará vida a ese planeta. La creación de este núcleo o matriz fue responsabilidad de seres y entidades que nos pillan muy lejos, evolutivamente hablando, pero que crearon el planeta como un gran proyecto evolutivo hace eones de tiempo. Esta conciencia o matriz base es el primer “ser” que compone el “alma planetaria” de la Tierra. Tan así es, que cuando uno quiere enraizarse bien al planeta, desde el primer chakra, o desde los pies, uno puede conectar conscientemente con la energía del núcleo del planeta y anclarse a ella. Yo suelo visualizar que meto las raíces de mí sistema energético en este núcleo, pidiéndole permiso, para sentir la conexión directa con la conciencia de nuestro planeta.
2) El espíritu de los mares: Nuestro planeta está formado por la combinación de las energías de los cuatro elementos principales, y uno de ellos es la energía y conciencia del agua. El mar, los ríos, los océanos, los lagos, etc., tienen un ser, un espíritu, una vida, con la cual uno puede comunicarse, como hacen los chamanes, los indios nativos americanos o simplemente las personas que son capaces de conectar con ese ser/conciencia. El ser/campo mórfico autoconsciente del agua es una conciencia con derecho propio de existencia sobre el planeta, y que coexiste en perfecta armonía con el resto. Su nombre, como ser, es una vibración impronunciable por nuestras cuerdas vocales, lo mismo que pasa con el resto de seres principales de los otros elementos.
3) El espíritu del viento: El aire, como el agua, es otro elemento y energía primordial existente sobre la Tierra, y como tal, es un ser autoconsciente con el cual puedes interactuar al igual que interactuamos con cualquier otra energía. Es otra de las conciencias principales del planeta responsable de la creación de todas las capas de la atmósfera, de las nubes y de todo lo que vemos entre el plano físico y la heterosfera.
4) El espíritu del fuego: el tercer elemento y campo mórfico autoconsciente importante. Otro ser, tiene vida propia, y rige el elemento físico fuego y así se manifiesta en nuestro planeta. Responsable de las energías que mueven los volcanes, las corrientes de lava, en el exterior o interior del planeta.
5) El espíritu de la flora, arboles y plantas: Cuarto elemento, la conciencia de la tierra, con minúsculas, la consciencia grupal de la biosfera es la suma de los campos mórficos y conciencia de las especies de minerales, árboles y plantas que existen en la Tierra, de la naturaleza básicamente. Conectar con Gaia, para mantener el nombre acuñado por Lovelock, es conectar con la naturaleza, pero no por ello al llamar a Gaia te va a responde el espíritu del mar o podrás comunicarte con el viento. Cada ser tiene sus dominios, y lo que todos llamamos Gaia, no es más que la suma de conciencias de la flora y reino mineral del planeta. Los campos morfo genéticos de cada planta, árbol, roca o mineral se encuentran en la zona media-alta de uno de los subplanos del mental (dependiendo del tipo de especie), mientras que el ser que los “rige” a todos se encuentra en el plano mental.
6) Los elementales: Los cuatro elementos principales anteriores, como seres creadores y conscientes, generan formas etéricas que son los responsables de la protección, cuidado y vida en la parte física del elemento correspondiente. Es decir, el espíritu del aire es el creador de las formas y seres elementales que llamamos sílfides, responsables del cuidado del aire tal y como nosotros lo percibimos. El espíritu del agua, es el creador de las ondinas y ninfas, entidades etéricas que velan por el bien de las aguas de la Tierra. El espíritu del elemento tierra es la creadora de lo que conocemos como duendes, gnomos, elfos, hadas, etc., que ya se que a muchos os sonará a mito, leyenda o a que hemos visto muchas películas del Señor de los Anillos, lo cual, en realidad, no le resta ni un ápice de veracidad a su existencia ni al papel tan importante que tienen en la gestión de los recursos naturales del elemento al que corresponden. Finalmente, el espíritu del fuego es aquel responsable de la creación de lo que conocemos como las salamandras, los elementales del fuego (que no los animales físicos). El conjunto de estas conciencias forman parte del “alma planetaria” o Kumar, como lo hemos llamado antes, con derechos propios, voz y voto en lo que sucede en la Tierra.
7) El gran espíritu de los animales: otro gran ser, una de las conciencias más importantes, por abarcar y ser la suma de todas las conciencias de todos las mentes grupales de todas las razas animales del planeta. Con este ser tuve un encuentro interesante en una regresión, que narré en la primera parte de los artículos “Los Jardineros de la Tierra”, algo que te cambia para siempre la forma en la que ves y percibes las inteligencias que están detrás de la fauna del planeta. El “ser” que rige los campos morfogenéticos de los animales se encuentra a nivel de lo que llamamos el plano mental, en la región de los arquetipos, desde donde se crean “los moldes” o ideas “puras” de lo que luego se manifiesta en el plano físico. Las conciencias individuales de cada raza, por ejemplo el inconsciente colectivo de los ciervos, o de los pingüinos, se encuentran en el sub-plano más alto del plano mental. Todos los animales, excepto algunas especies, como delfines o ballenas, tienen su inconsciente colectivo en este nivel, estos dos últimos por ejemplo, su inconsciente colectivo se encuentra en la parte baja de lo que llamamos el plano átmico, que vendría a ser la entrada en el nivel de conciencia de nivel mayor al nuestro. Aunque parezca lo contrario, el inconsciente colectivo de la mayoría de especies de flora tiene una vibración más alta que la mayoría de especies animales.
8) El éter o Akasha, la energía del TODO que amalgama al resto. Por supuesto la energía del TODO está presente en todos y cada uno de los sistema planetarios, como parte del “alma” del mismo, como parte de la energía que une y que conecta a todos lo seres los unos con los otros.
El ser humano
Y si hemos descrito el conjunto de los seres que forman el alma o conciencia de este planeta que llamamos Tierra, ahora nos falta incluir otro ser o conciencia global más, la nuestra. Porque evidentemente los seres humanos con nuestro campo morfogenético grupal o inconsciente colectivo somos otra gran masa energética autoconsciente que viaja en el mismo barco que el resto de seres que os contaba arriba. El inconsciente colectivo de la raza humana se mueve entre los planos más bajos del plano mental, para aquellos con un nivel de conciencia menor, y los planos más altos de esta misma región, para los que poseen un desarrollo algo más elevado. Aun así, tenemos que entender que solo somos UNO más de los diferentes seres y consciencias del planeta, no somos el más importante, no somos el más especial, sino que somos una de las especies a nivel físico, y una de las conciencias a nivel energético, que forman parte de este ecosistema tan variado que viaja por el espacio, con la peculiaridad de que tenemos un potencial enorme para influenciar, dañar, o cuidar al resto de seres y compañeros de viaje, con los que, lamentablemente, por ignorancia o por dejadez, estamos teniendo una pésima relación.
Recordad que si el resto de seres y conciencias quisieran darle la vuelta a la tortilla, otra situación muy distinta tendría el ser humano en este planeta a la que está teniendo en este momento, pero para el resto de los seres principales, somos como los niños que estamos aprendiendo y creciendo, y se nos perdonan y toleran muchos comportamientos por el hecho de que somos una raza en evolución que tiene que tomar responsabilidad por sus actos respecto al hogar en el que vive. Afortunadamente poco a poco cada vez más personas vamos aprendiendo a tomar en cuenta que no somos los únicos que viajamos en este barco y disfrutamos con la conexión, la energía y la colaboración con el resto de conciencias y seres que forman el conjunto del ser que llamamos Kumar, y que a nivel de planeta es nuestro hogar, la Tierra.