Una de las lecciones aprendidas desde que conocí, o tuve contacto con aquel a quien llamo mi guía espiritual, es que en el momento de las decisiones importantes, trascendentales a veces, nuestros guías nos dejan a nosotros la responsabilidad total y silencian temporalmente su continúo flujo de información para no interferir en el proceso que nos toca: decidir.
Decidir es una de las cosas más complicadas en esta vida, quizá no las decisiones de cada día, sino cambios importantes. En esos momentos es cuando buscamos desesperadamente la ayuda del exterior, o del interior, para que la decisión sea en cierto modo una responsabilidad compartida.
Tenemos miedo de decidir por nosotros mismos cosas importantes y equivocarnos, por lo que recurrimos al Tarot, a consejeros, a nuestros guías, etc., para, en cierto modo cubrirnos internamente las espaldas: es que le hice caso a las cartas, es que mi guía me dijo esto….
Mis guías han estado ahí, siempre pendientes y sufriendo conmigo al ver que me costaba una eternidad, terrestre, el tomar una decisión que iba a cambiar mi vida. Pero no intervienen, dejan que seamos nosotros mismos los que aprendamos el valor que tiene tomar y aceptar las responsabilidades, aunque no dejan de enviarnos mensajes de ánimo y de apoyo.
Otra de las cosas que he aprendido es que no importa la decisión que tomes, siempre será acertada por cuanto es tu decisión. Sea cual sea el camino que elijamos, estarán contigo para ayudarte a caminarlo, solo qué serás tu quien deba decidir en cada momento que bifurcación tomar. Es como un coche, te llevará siempre a donde quieras ir, pero tu eres quien lleva el volante y decides el camino.