¿Qué pasa cuando fallecemos? La pregunta del millón. Según tus creencias puede pasar de todo, desde que simplemente “no haya nada más” y “vida no hay más que una”, hasta que se produce un proceso complejo de reciclaje conocido como reencarnación (aunque todo es simultáneo, pero es imposible para el cerebro humano comprender este proceso si no se explica como algo lineal). Como yo soy de los que creo en este segundo aspecto, la reencarnación, básicamente la idea es intentar “investigar” de la forma más entendible posible que parece que ocurre desde el momento en que abandonamos el cuerpo físico hasta que entramos en otro, y cuales son las diferencias entre entrar y salir de una vida y entrar y salir de un nivel evolutivo.
Vida tras vida, la acumulación de experiencias
Lo primero que tenemos que entender es que todo lo que entra y sale de un proceso encarnativo no es sino una fracción del ser que somos, y que esa totalidad del ser no está limitada por el espacio ni por el tiempo. Esa conciencia de ser parte de la eternidad la mantenemos en lo más profundo de nuestro subconsciente, y solo una pequeña parte de esa percepción es capaz de encontrar su camino hacia la mente lógica y racional, pues lo que llamamos el “velo de amnesia” (la programación que todos poseemos en las esferas mentales) nos mantiene a todos en tabla rasa, ignorantes de lo que se cuece en las porciones más profundas de la mente, durante toda la encarnación.
Cuando llega el momento de abandonar el cuerpo, el llamado cordón de plata se deshace de forma natural, desconectado por nuestro Yo Superior, desligando al alma del vehículo físico ocupado durante la encarnación. El alma puede no querer abandonar inmediatamente el entorno donde se ha fallecido, especialmente si se quiere asegurar o quiere ver que sucede con aquellos de los que se acaba de despedir, y tratar de, aunque para la mayoría sea una señal imperceptible, hacer notar que todo está bien, correcto, que nada más que un proceso natural ha sucedido y que es momento de partir.
En todo caso, llega un punto en el cual ese alma es consciente de que es tiempo de seguir adelante. Si se trata de una pausa entre dos encarnaciones, el siguiente paso es la revisión de lo que ha sido vivido. Durante todo este proceso, estarán junto a la entidad aquellas presencias que sirven como guías, sean los propios de la encarnación (los que todos tenemos cuando estamos dentro del juego), otras partes de nosotros mismos proyectadas desde el Yo Superior u otras almas que anteriormente salieron de este juego y ahora vienen a dar la bienvenida al recién llegado. El alma entonces es acompañada hacia los planos no físicos superiores del planeta, donde se inicia ese proceso de revisión.
Revisando lo aprendido
Si habéis leído los libros de Michael Newton, este proceso lo describe (las personas a las que sometió a hipnosis regresiva) como la visión de una película, imágenes, o instantáneas, en las cuales hacemos nosotros mismos un análisis de lo aprendido y experimentado, lo no aprendido y no experimentado, y aquello que se haya podido convertir en algo así como acuerdos sin cumplir, karma, lecciones pendientes, etc., etc. Tras esta revisión se produce un proceso de sanación, recuperación, limpieza, etc., pues recordad que tenemos todavía una parte importante de nuestros patrones emocionales y mentales con nosotros que deben ser puestos a punto antes de iniciar una nueva vida.
Una vez realizado este proceso de recuperación, sin concepto temporal de cuanto puede o debe durar el mismo, nos preparamos los objetivos para el siguiente asalto al plano físico, tomando como base las directrices de nuestro Yo Superior, el plan de estudios que nos queda pendiente, nuestro interés personal en revisar una lección u otra, el servicio que queremos hacer a los demás, etc. No existe ningún juicio al respecto, es un proceso de ver que hemos aprendido y que nos falta por aprender. No hay culpa, no hay remordimientos, solo hay experiencias y lecciones pendientes.
Así, con la ayuda de nuestro Yo Superior y de lo que llamamos nuestros guías, un plan para la nueva encarnación se prepara. Se discuten las principales relaciones que vamos a tener, los acuerdos con las almas que van a participar en nuestro aprendizaje y nosotros en el suyo, la elección de habilidades y talentos necesarios para ese propósito escogido, y las características del vehículo físico necesario para las lecciones y misión deseada. Y así el proceso comienza de nuevo, y se inicia otra encarnación más.
La última vida y el paso de nivel evolutivo
Llega un momento en el que, antes de encarnar, la entidad ya sabe que esa será su última vida, pues el aprendizaje deseado para su nivel evolutivo actual está muy cerca de ser completado, así que esa última aventura se planifica ya con la idea de que no se volverá a la realidad actual (a no ser que vayan muy mal las cosas) y que el proceso de graduación al siguiente curso (en nuestro caso, la llamada matrix 15,6Hz, nuestro «nuevo» nivel de juego), será su “test” final tras la finalización de la encarnación. Todos hemos oído hablar (y más este mes) del Armagedón, el final de los tiempos, la ascensión de la humanidad, y todo tipo de catástrofes mediante la cual el mundo tal y como lo conocemos desaparece. No tiene pinta de que se parezca en nada al proceso que, creo, sucede en realidad.
Cuando esa alma está en su última encarnación, está completando aquello que le falta para su “graduación”, y esto incluye la elección de polaridad evolutiva consciente para el siguiente nivel, sea hacia la polaridad de servicio a otros, con lo cual podremos, a priori, seguir en el planeta una vez se instauren las energías para ello, o de servicio a uno mismo, para lo cual deberemos buscar otra escuela en cualquier otro punto que admita graduados “negativos”. Por eso es tan importante ahora, para aquellos en su última vida, escoger polaridad.
La forma en la que esta graduación o paso de nivel sucede es muy similar (entiendo) al paso que se produce entre vidas, con una excepción que ahora vemos. Tras la ruptura del cordón de plata, tras la bienvenida por guías, seres amigos, y nuestro Yo Superior, tras la revisión de todo lo acontecido, la entidad por si misma “pide” someterse al “test” (siempre metafóricamente hablando) de la siguiente realidad o nivel evolutivo.
Todos los niveles evolutivos están presentes en potencia, que lo que llamamos la matrix 15,6Hz no sea aun un nivel activo en el planeta pues está en construcción no significa que las energías que lo caracterizan no estén disponibles para aquellos que ya han alcanzado este “curso”. El mecanismo de evaluación entonces es muy simple. El alma se mueve hacia los planos donde estas energías están presentes, se sumerge en ellos, bajo la mirada del Yo Superior, y se hace la prueba. Si este alma es capaz de “vibrar” en este nuevo nivel cómodamente, se ha completado la graduación, que simplemente significa que el alma, tras las cientos o miles de encarnaciones a nivel 7,8Hz actual, ha adquirido el potencial y el “nivel” para entonces empezar a usar los planos de la siguiente realidad evolutiva porque se encuentra al mismo nivel “frecuencial” que el entorno que usará a partir de ahora.
Si por casualidad ocurriera que un alma no llegara a “encajar” vibracionalmente hablando con el nuevo nivel frecuencial, debe volver a encarnar a nivel actual de nuevo, o trabajar en los planos internos de la Tierra, hasta que refine su nivel evolutivo lo suficiente para poder usar la nueva «matrix» como la base para el nuevo ciclo de aprendizaje.
En todo caso, somos una entidad atemporal, eterna e infinita, simultáneamente existiendo en muchos niveles, en lo que nos parece una progresión lineal de adquisición de experiencias evolutivas hasta volver a esa “Fuente” de la cual hemos partido. Muchos estamos en nuestra última encarnación, y eso además de una responsabilidad es una alegría, pero lo que vaya a suceder después sigue siendo simplemente una hipótesis de trabajo que espero no tardemos demasiado en comprobar.