Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Alquimia mental y el poder del pensamiento para moldear la realidad – I

Os decía en el último artículo que los pensamientos y las creencias son dos de los ingredientes básicos que forman la realidad de cada uno, y que, el pensamiento, no es simplemente una actividad mental pasiva, sino una fuerza creativa fundamental que moldea nuestra experiencia de la vida. En todos los sentidos, cada pensamiento, incluso aquellos que parecen insignificantes o fugaces, llevan consigo una carga energética capaz de influir en el entorno físico y metafísico, y en las estructuras que dan pie al holograma que percibimos como el mundo de los sentidos. En este aspecto os quiero hacer hincapié de nuevo, nuestra realidad no es algo que «sucede» independientemente de nosotros, sino una creación constante e interactiva que se genera desde nuestro interior.

Nuestra mente (formada por las seis esferas mentales), y su programación inherente, es una herramienta creativa extremadamente poderosa, capaz de traducir energías abstractas en formas tangibles y concretas. Cada pensamiento, creencia, patrón, dato, información, etc., al ser emitido, envía vibraciones con un cierto contenido al tejido mental de la realidad, que responde manifestando circunstancias, eventos y experiencias acordes con esas vibraciones y contenido. Lo que os quiero recordar de nuevo es que esta idea redefine el concepto de causalidad, pues nos sitúa a cada uno de nosotros como el arquitecto principal de nuestro mundo, ya que no es el entorno el que moldea a la persona, sino la persona quien moldea al entorno mediante su enfoque mental y emocional.

El proceso, a modo de resumen, implica que para que veamos algo en nuestra realidad primero lo formamos internamente con nuestras creencias, pensamientos, ideas, sueños, deseos, patrones, miedos, programación, etc., y eso va «moldeando» el contenido del cuerpo mental.

De ahí es proyectado a la zona del plano mental donde cada uno de nosotros tenemos un pequeño «repositorio» de datos que recoge todo lo que emitimos, de ahí se filtra, tamiza, adapta, corta o altera según múltiples parámetros, se compara con las reglas del paradigma en vigor y con la Rb, se crean las realidades probables para cada cosa, se desechan como fantasía cosas que no pueden «bajar» por no cuadrar con los filtros anteriores y se crean las múltiples versiones frecuenciales de cada cosa para que te conectes a la que corresponda a tu nivel de realidad actual. Finalmente, cuando todo eso en el plano mental está «listo», todo baja al etérico, luego al físico, y nuestra esfera de consciencia se conecta al fotograma en cuestión que cuadre con nuestra realidad interna del momento, para que veamos el reflejo «externo» de cómo estamos por dentro en cada instante fotograma a fotograma.

La alquimia mental a partir del autoconocimiento interno

Y eso no es otra cosa que lo que hacían los alquimistas. La alquimia, además de una ciencia o una disciplina destinada exclusivamente a la transmutación de los metales, que es la interpretación externa y para los no iniciados en el tema, es un vasto sistema simbólico y práctico que describe los procesos de transformación interna del ser humano a partir de la transformación de sus pensamientos, emociones, creencias y programación.

Aunque históricamente se asocia con la búsqueda de la Piedra Filosofal y la transmutación del plomo en oro, los alquimistas que se iban adentrando en el tema reconocían que estos procesos eran metáforas de algo mucho más profundo: la evolución interna y la integración de los diferentes niveles del ser humano en una estructura cada vez más limpia, “desprogramada”, sana, elevada en vibración, conectada con mayor fluidez al alma, supralma y YS, etc. En este sentido, los procesos de la alquimia son un modelo completo de autoconocimiento, donde cada etapa, símbolo y operación representa un paso en el camino hacia la comprensión de uno mismo y la conexión con nuestros niveles superiores, y volveremos a hablar de ello más adelante para usar sus analogías a la hora de explicar cómo nos transformamos internamente a medida que vamos cambiando lo que pensamos, creemos y sentimos.

El pensamiento como un acto energético

Lo que sí que creo que ya sabéis, es que, desde la visión de nuestros yoes internos, de nuestros mecanismos subconscientes y preconscientes de proyección de la realidad, la alquimia “mental” o “espiritual” interna tiene como base que el pensamiento es visto como energía en movimiento. Aunque no pueda ser detectado por los sentidos físicos, cada pensamiento tiene un impacto tangible en el campo energético, etérico y mental que nos rodea, y en el que estamos inmersos como un pez nada en el mar sin saber que está rodeado de agua. Y estos pensamientos no se pierden o desaparecen, sino que se integran en esta “red vibratoria”, este sustrato mental, etérico y energético, que conforma la base de la realidad física. Como me recuerda mi YS cada vez que pienso «¿por qué me ha tenido que pasar esto o lo otro?», el mundo que vemos y experimentamos es una proyección externa de las energías internas que emitimos a través de nuestras ideas, miedos, patrones de comportamiento, creencias y emociones.

Un pensamiento repetido con intensidad y emoción se convierte en una especie de «plantilla energética» que tiende a materializarse en el mundo físico según los mecanismos que ya conocemos, o que puede usarse para cambiar internamente una de nuestras estructuras que dan forma luego al algún aspecto, evento, situación u objeto de nuestra realidad (que es lo que la alquimia persigue, transformación interna reflejada luego externamente).

Si constantemente se piensa y proyecta en términos de carencia y limitación (consciente o inconscientemente, porque es que el mundo de “fuera” me está mostrando físicamente esa carencia y la estoy percibiendo y no la puedo negar porque la tengo delante de mis ojos) se generan nuevas experiencias que reflejan de nuevo estas ideas, mientras que si se cultivan pensamientos de abundancia y confianza se van atrayendo situaciones y oportunidades que validen esa perspectiva.

Esto es relativamente sencillo de explicar, pero, como os decía en el artículo anterior, hay creencias fuertemente arraigadas envueltas en miedos fuertemente protegidos por vivencias, traumas y experiencias de esta y otras encarnaciones que hacen del proceso un arduo trabajo de transmutación interior. Si hemos vivido carencia, y vemos carencia, esa carencia es lo “real”, por lo que refuerza la propia programación y creencias de carencia (o de lo que sea). Romper este círculo vicioso es una de las cosas más difíciles en cualquier área de vida, y uno de los aprendizajes más duros al que ser humano, como especie, se enfrenta, pues las restricciones y programación interna en este aspecto es de las más complejas que existen, algo nunca visto en una raza consciente.

Los motivos para ello, ya los hemos explicado. Fuimos creados a partir de una base sauria, el troodón, pero se nos dotó de una genética formada a nivel físico, etérico, mental, etc., de más de 20 razas. Tenemos todo su potencial combinado y latente, pero tenemos toda la complejidad de sus psiques individuales también combinadas y sumadas en nosotros. Si “ellos” (asimoss, por ejemplo) tienen que trabajar internamente con su programación “lo que sea” para desarrollarse como especie, nosotros tenemos que trabajar con/contra la programación asimoss, más la amoss, más la zul, más la animiss, más la alomiss, más la rashid, etc., y así hasta 20 y pico combinaciones psíquicas de todas las razas que nos crearon, todas imbuidas en decenas de niveles de nuestra programación mental y energética. A nivel fisiológico es más o menos lo mismo, pues tenemos el ADN combinado de todas ellas como ya hemos explicado anteriormente.

Además, esto se ve incrementado porque nuestras creencias más profundas en su aspecto negativo son las que, en general, REC y SC han potenciado siempre para manifestar un mundo más acorde a sus intereses, pero solo han podido hacerlo porque son elementos presentes en cada uno de nosotros, ya que nada puede existir en nuestro mundo “de fuera” si, “eso”, no existe primero en nuestro mundo “de dentro”. Y, como hemos dicho, esto es una ley natural inherente al funcionamiento del universo.

Solve et Coagula

Cada petición al YS, cada ejercicio de visualización, cada meditación donde trabajamos energéticamente en nuestra estructura, cada toma de consciencia de algo que no sabíamos que estaba en nosotros, etc., pone en marcha el principio fundamental de la alquimia, solve et coagula —disolver y coagular, que encapsula la esencia de este modelo de transformación interior. Implica el desmantelamiento de estructuras internas, emociones estancadas, programación automática, la liberación de patrones limitantes y la recomposición de la psique en una forma más integrada y armoniosa tras cada disolución de un yo, de un patrón, de un programa, de un arquetipo, de un bloqueo, de un trauma, etc. Este proceso no solo nos transforma como individuos, sino que también nos revela las fuerzas profundas que operan en nuestro interior, conectando lo físico, lo emocional, lo mental y nuestra parte más espiritual.

Creencias y pensamientos: la relación esencial

Creencias y pensamientos son dos elementos hechos de la misma materia: energía mental a partir de unas partículas que llamamos «alfas» y «analfas», pero existe una relación directa entre los pensamientos conscientes y las creencias profundas que es posible que aún no hayamos sabido descubrir en nosotros. Mientras que los pensamientos son la forma activa y dinámica de nuestras ideas, las creencias son estructuras más estables y arraigadas que actúan como filtros para determinar qué pensamientos tienen mayor peso en la creación de la realidad.

Si una persona tiene la creencia, visión, idea, de que “el mundo es un lugar hostil”, sus pensamientos estarán teñidos por esa percepción, generando situaciones que perpetúan esa hostilidad, en mayor o menor grado, combinado con el resto de pensamientos y creencias que emita la persona, la familia, el grupo al que se pertenece, la región en la que se vive, etc., algunas de las cuales pueden ser completamente opuestas y contrarias, y quedando almacenadas en nuestro cuerpo mental individual, o en los inconscientes colectivos duales, familiares, grupales, etc., dando lugar a una experiencia de vida donde puede manifestarse cualquiera de las versiones de cualquier evento, en cualquiera de las dos polaridades, con más intensidad una que otra, o pueden alternarse esas proyecciones o pueden cancelarse mutuamente por completo, de nuevo tanto a nivel individual, dual, familiar, grupal, regional, etc.

Al cambiar una creencia fundamental negativa por alguna otra de sentido contrario, como “la vida siempre encuentra maneras de apoyarme”, por ejemplo, siempre se terminará por transformar la calidad de los pensamientos y, por ende, de la realidad experimentada. Lo que cuesta, en general, es encontrar esa creencia y reconocerla, aceptarla, expresar nuestra gratitud por lo que hayamos podido aprender gracias a ella, en esta o en otras encarnaciones, y dejarla ir, solicitando a nuestro YS que la transmute y disuelva pues ya no la necesitamos como parte de nuestro camino evolutivo.

La aceptación de los opuestos

Es por ello, también, que, en los tratados medievales alquímicos, el proceso de transformación comienza con la aceptación de que el ser humano a nivel psíquico y emocional es una unión compleja de miles de conceptos aparentemente opuestos: materia y espíritu, consciente e inconsciente, luz y sombra, blanco y negro, abundancia y miseria, amor y odio, y mil programas y arquetipos y conceptos más que tenemos todos nosotros integrados en nuestra estructura psíquica y que pueden ser, y son, a veces, diametralmente contrarios entre sí, otras veces complementarios entre sí. Habíamos hablado de ello cuando explicábamos el concepto de la programación cruzada. 

Lo que hicieron los antiguos alquimistas para explicar estos procesos “espirituales” fue usar símbolos opuestos/complementarios como el Sol y la Luna, el azufre y el mercurio, o el Rey y la Reina, redactando tratados de alquimia mundana que describen la tensión inherente entre estas fuerzas (metales y elementos del mundo físico en sus analogías) y la necesidad de reconciliarlas para alcanzar la perfección.

Este proceso de sanación y transformación de estos conceptos opuestos, conocido como coniunctio, no es simplemente una tarea intelectual, sino una experiencia vivencial que exige introspección, trabajo interno y transformación continua, el que llevamos haciendo todos nosotros desde hace tantos años buscando nuestros bloqueos, programas, limitaciones, creencias, etc., y trabajando con nuestro YS para irlos transformando y alterando nuestra realidad interna. Por ello, la alquimia que estamos llevando a cabo, más que transformar metales del mundo de los sentidos, es la que nos permite como individuos enfrentar nuestros propios aspectos fragmentados (los yoes de la personalidad), nuestra programación cruzada y opuesta, nuestro inframundo personal y nuestras creencias sobre la vida, todo ello representado simbólicamente por la materia prima o plomo alquímico, en busca de una transformación y purificación que eleve todo ello hacia un estado de “oro espiritual” (sanación de los cuerpos sutiles, energía de alta vibración recorriendo nuestros canales, estructuras internas limpias energéticamente hablando, etc).

Sin límites, excepto los que yo posea internamente

Por lo tanto, y a pesar de que así lo parezca, nuestros YS nos explican, o intentan que integremos, el concepto de que no estamos limitados por nuestras creencias actuales. La regla es que podemos manifestar lo que deseemos mientras no haya nada en nosotros que diga lo contrario. Pero también es correcto que, ese «nada», está compuesto de muchas restricciones, pues tenemos miles de reglas, normas, creencias, paradigmas, miedos, yoes, arquetipos, etc., que son los que nos dicen, a nosotros mismos, lo que se puede y no se puede hacer, tanto a nivel individual como a nivel de la psique colectiva. Las restricciones son reales, tenemos topes y límites, pero son internos, están solo en nosotros, no hay nada fuera que te limita, somos nosotros desde niveles increíblemente fuertes, poderosos y potentes, pero internos siempre. Esto aplica tanto a nivel individual como colectivo, pues, por un lado, tenemos nuestra programación y creencias individuales cada uno y, por otro, tenemos los topes y reglas de la «matrix» codificadas en la Realidad Base y en el Paradigma en vigor en estos momentos, presente también en nuestra programación mental.

¿Cómo sé el mundo que quiero?

Igual que tenemos los mecanismos (y sus limitaciones) para permitirnos proyectar la realidad que queramos, también tenemos la inspiración y conocimiento para saber qué queremos o podemos crear, pues viene también de nosotros mismos, ya que cada uno ha creado su propia versión de este universo a través de nuestra partícula AUM, así que tenemos todo el conocimiento que se puede tener de todo lo que existe en todo el cosmos, y, de ahí, podemos obtener la inspiración para crear lo que queramos en nuestra realidad actual aquí y ahora, teniendo en cuenta todas esas restricciones que hemos dicho y que seguimos tratando de eliminar paulatinamente.

El énfasis hoy os lo pongo en las creencias, para recordaros que a través de un proceso consciente de autoobservación y cuestionamiento, podemos identificar y reemplazar aquellas que ya no nos sirven. Este cambio, a su vez, desencadena una cascada de nuevos pensamientos que generan una realidad interna más alineada con nuestras aspiraciones y deseos. Personalmente, lo que más me ha costado en más ocasiones de las que recuerdo es tirar del hilo, desde una situación o evento aparentemente tan alejado de lo que yo considero o creo que proyecto hacia mi mundo hasta encontrar, a veces días después de mucha introspección, y de venga a buscar y buscar en mí, y darle vueltas, meditar sobre ello, etc., la creencia y patrón, programación y sustrato, que era la responsable de “eso”. Pero siempre aparece en mi interior, formando parte de esas creencias inconscientes que os mencioné en el artículo anterior, y que dan forma a nuestro mundo sin que seamos conscientes de ello.

Luego, tal y cómo me preguntabais por X sobre esto: «¿Podemos eliminar realmente todas y cada una de esas restricciones desde el nivel más superficial de lo que somos (que es dónde yo tengo consciencia o así lo siento) para manifestar lo que queramos?»

La respuesta es que desde el nivel en el que estamos, podemos eliminar todo lo que tenemos en ese nivel y lo que podamos percibir del nivel inmediatamente inferior. Os decía que se podía imaginar como el que está cavando una zanja, tus pies están a nivel del suelo, así que solo puedes quitar tierra del nivel que tus pies están pisando en ese momento, y lo que tienes inmediatamente por debajo.

Cuando has cavado unos centímetros, te metes dentro de la zanja, y puedes empezar a cavar a un nivel más profundo porque tú ya estás «más abajo», y puedes percibir lo que hay más internamente (mentalmente, dentro de ti) que cuando estabas a ras de suelo, que, antes, estaba tapado por lo que aún no habías quitado (sanado, desprogramado).

Básicamente, puedes quitar cada restricción que esté en el mismo nivel en el que estás evolutivamente hablando en este momento, y en el nivel inmediatamente inferior que ya puedes percibir. Este entrenamiento y desprogramación es básico para moverse a la nT pues, ahí, tendremos la responsabilidad colectiva, como tienen todas las razas, de crear todos cooperativamente la realidad que deseemos para el conjunto de la humanidad. La razón para algunos de esté «sinvivir» de cosas que salen y salen con cada lectura, diagnóstico y sanación no es otra que limpiar y limpiar y cambiar nuestra psique, porque si se diera el caso de que nos movemos en vida a la nT, y vamos «tal cual» estamos ahora, el siguiente nivel evolutivo manifestará igualmente la misma realidad que tenemos en este, ya que, de nuevo, la realidad depende de lo que proyecten las personas que forman parte de ella.

Si se quiere una realidad «mejor», se tiene que cambiar a las personas profunda e internamente, y no hay nada externo que pueda dar lugar a esa transformación por mucho que se piense que cambiando a los políticos de turno, los sistemas de control de turno, las empresas que hacen esto o lo otro, los grupos que mueven esto o lo otro, etc., se va a solucionar algo. Todo ello es solo el reflejo del contenido de nuestro IC global, nacional, regional, local, grupal, familiar o dual y el contenido presente en nosotros que nuestros Yoes Globales envían al SER de la Humanidad para que cohesione los escenarios que aplican para toda la sociedad en sus diferentes niveles.

Seguiremos en la segunda parte con el tema de las emociones como potenciador de este mecanismo interno de manifestación a través del cambio de creencias y pensamientos, y vamos a ver si vamos reforzando estas ideas para que calen más hondo, y sirvan para que nuestra consciencia desmonte y encuentre con mayor facilidad aquello que cada uno desee cambiar internamente para que, todo, en algún momento, cambie también externamente.

 

 

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