A pesar de que solo nos acordamos de nuestro cuerpo cuando nos duele algo, cuando estamos enfermos, o cuando tenemos algún problema físico, la verdad es que habría que hacerle mucho más caso. Nuestro cuerpo es literalmente la razón y el vehículo gracias al cual podemos experimentar la realidad física en la que existimos. Pues si a nivel de “alma” no somos más que pura energía, poco podríamos hacer si esa energía no se canalizara a través de un elemento físico que la sustentara y le diera las herramientas para el crecimiento que buscamos.
La inteligencia del cuerpo
El cuerpo tienen memoria, tiene inteligencia, tiene conciencia. La tiene desde el primer momento que las células empiezan a desdoblarse para crecer y dar forma a este traje humanoide que habitamos. El primer acuerdo que hacemos con nuestro cuerpo sucede en el momento de nuestra encarnación, donde la energía y el ser del alma se ha de poner a colaborar con la conciencia del cuerpo. En la mayoría de los casos se llevan bien, se aceptan, y ambas conciencias se convierten en una sola, con una especie de acuerdo simbiótico, sin el cual, ni la una ni la otra podrían funcionar a su máximo nivel. El cuerpo sin la conciencia directora del alma no seria más que una máquina biológica, el Yo Superior, conectado a través del ama, sin el vehículo de crecimiento y experimentación que es el cuerpo, no podría jamás adquirir experiencias y crecer en su camino de vuelta al lugar de donde partió.
El cuerpo tiene memoria, de hecho, la memoria y conciencia del cuerpo no es más que la suma de los trillones de pequeñas memorias y conciencias de cada una de nuestras células, cadenas de ADN y elementos químicos de los que estamos hechos. Ese conjunto responde como una sola entidad, con la cual podemos “conversar”, hablar, comunicarnos. Muchos ya lo hacen, a través de la kinesiología, otros muchos a través de la meditación, y otros muchos más no tienen ni la más remota idea de que pueden hacerlo.
Dando órdenes, aceptando consejos
Nuestro cuerpo tiene su propia inteligencia, de hecho, mucha más de la que nos podemos creer pues además de la parte evolutiva “natural” que nos toque, si tenemos en cuenta las manipulaciones genéticas, que para bien y para mal, parecen que han sucedido (que dieron lugar al Homo Sapiens), podemos estar de acuerdo que nuestro propio sistema físico tiene muchas cosas que contarnos. Para empezar, tiene mucho más claro que nosotros, a nivel de alma, como adaptarse y funcionar a nivel puramente físico. Sus reacciones “instintivas”, la memoria celular, y los mecanismos de defensa y reacción automáticos no están diseñados para estar bajo control de la entidad que lo habita, sino para simplemente gestionar cualquier situación en la cual su supervivencia este en peligro.
De la misma forma que muchos de los procesos mentales y la gestión de las funciones físicas, son automáticas, nuestro cuerpo esta dispuesto a aceptar “órdenes”, siempre que nosotros aceptemos sus consejos, pues la jerarquía última de control, cuando está bien clara, deja manifiesto que es el alma quien maneja el vehículo, pero siempre con el consentimiento de este.
Eliminando bloqueos, sanando enfermedades
Las disfunciones energéticas que se manifiestan en enfermedades físicas pueden tener muchas causas, pero tienen una sola repercusión, el mal funcionamiento de nuestro vehículo terrenal. Nuestro cuerpo nos puede avisar cuando estas disfuncionalidades se están produciendo, si solo sabemos escucharlo. Para empezar, entre otras cosas, solo se nos pide que lo apreciemos y lo valoremos en su justa medida. El simple hecho de concentrarnos regularmente en cada parte de nuestro sistema físico y enviar mentalmente nuestra gratitud por su función y trabajo, hará que el cuerpo responda con la satisfacción de verse reconocido y trabajando en equipo con nuestra conciencia. Sin embargo, se puede ir aun más lejos, pues la energía que forma cada célula, la configuración en armonía que dan forma a un sistema saludable, puede ser modificada cuando se producen disfunciones que se manifiesten en problemas físicos.
El que haya tanta gente que diga haberse curado de cualquier cosa con visualizaciones, con trabajo interno, con meditación, no tiene otra base que el trabajo en equipo entre la energía y los deseos a nivel de alma, con las energías y deseos del cuerpo de sanar por sus propios medios. Lejos estamos todos de tener a estas alturas el poder de auto-sanarnos con la mente, pero no será este el primer ni el último artículo que habla de ello, no porque sea obvio ni fácil o no requiera trabajo, sino porque es algo simplemente posible.
A las células les podemos pedir que paren su ciclo de envejecimiento, que alteren su reloj interno para que no mueran tan rápido como lo hacen, les podemos pedir que reconstituyan cualquier parte dañada, que mejoren cualquier órgano o que restauren cualquier tejido. El conjunto celular, a nivel energético, funciona como un solo organismo capaz de modificarse internamente a petición de la entidad alojada en el, nosotros en este caso, y es solo cuestión de aprender a comunicarnos con nuestro cuerpo, y a establecer una gran relación de cooperación y trabajo. Habla con tu cuerpo, tiene ganas de charla.