“Tu subconsciente te ha traicionado”. Posiblemente habéis oído u os han dicho más de una vez esta frase, cuando algún gesto, expresión o palabra que “se nos escapa” delata lo que verdaderamente estamos pensando o sintiendo, versus lo que estamos mostrando hacia los demás, o haciendo querer que los demás vean de nosotros. ¿Por qué nos “delata” nuestro subconsciente? ¿Qué es lo que realmente “nos delata” si es que existe tal componente?
Un componente “exterior” y un componente “interior”
De hecho, digamos que “algo” se muestra siempre fiel a cómo estamos y somos, mientras que otro “algo” trata de mostrarse como cree que es más conveniente hacerlo, aun yendo en contra de la parte que está más cercana a nuestro verdadero estado mental, emocional o energético. Así que vamos a ver qué son esos “algos” y hablaremos de los “yoes” subconscientes, y de los mecanismos de conexión entre la parte que proyectamos hacia los demás, para intentar que nos vean de una determinada manera, y la parte que simplemente es cómo es y está como está, y no siempre se pone de acuerdo con nuestra “proyección exterior” para ir sincronizadas respecto a lo que quisiéramos expresar como comportamiento “público”, independientemente de cómo estemos en cada momento.
Creo que es obvio para todos que hemos aprendido desde pequeñitos a comportarnos en sociedad, a ser (en general) amables y amigables, a “saber estar” o a dar una imagen determinada en un momento determinado, queramos hacerlo o no queramos, tengamos ganas o no las tengamos y estemos deseando salir corriendo de ese sitio, y, aun así, pongamos buena cara y tratamos de mantener una apariencia determinada ya que las circunstancias lo exigen. Es “normal”, es la manera en la que funcionamos en sociedad y es uno de los mecanismos que nos permiten interactuar y forjar las relaciones humanas, tengamos nuestro mejor o peor día. Como se suele decir, “la procesión va por dentro”, y, de cara a aquellos que no tienen por qué saber o no queremos especialmente que estén al tanto de si tenemos un buen o mal día, nuestros mecanismos adaptativos de la personalidad saben perfectamente cómo poner al frente al “yo” o subcaracter que mejor pueda lidiar con cada situación en la que nos encontremos, independientemente, como digo, de que tengamos más o menos ganas, estemos más o menos motivados, nos apetezca más o menos o no tengamos más remedio. Como todos sabéis, muchas veces hacemos las cosas por que “es lo que hay “y “es lo que toca”, y no le damos más vueltas.
Pero, por otro lado, este proceso de gestión de la realidad exterior por parte de los diferentes personajes que forman nuestra personalidad, y el gestor de la misma, el programa “ego”, es diferente a otro proceso interno en el que otra parte de nuestra personalidad, en vez de mirar “hacia fuera”, hacia el mundo exterior y las situaciones que se nos presentan, siempre mira “hacia dentro”, hacia la gestión del cuerpo y avatar, hacia el estado emocional y anímico, hacia el nivel de vitalidad etérica, etc.
Y esa otra parte, que “mira hacia adentro”, se expresa también a través del lenguaje corporal, a través de expresiones faciales, a través de alguna frase que se escapa “por las buenas”, a través de las posturas y posiciones que adoptamos, etc. A estos mecanismos los vamos a llamar los “yoes del subconsciente”, pues, literalmente, también forman parte de la personalidad, ubicada en la superficie de la esfera de consciencia, a un metro aproximado de nuestra cabeza, y también están regidos por el programa ego.
Sin embargo, en vez de gestionar nuestra forma de mostrarnos al mundo, muestra nuestro estado interno real en forma de personalidad subyacente a la personalidad externa. Es decir, tienes un “yo” que es el que te permite interactuar con tus compañeros de trabajo “hacia fuera”, y tienes un “yo” que, según cómo estás en cada momento, transmite información al “yo” externo para que este sea consciente del estado “real” del avatar en cada instante. Como en este caso no se trata de simples programas o arquetipos, sino de una parte completa y autoconsciente de nuestra personalidad que usa cientos de diferentes programas para manifestarse, estos “yoes” subconscientes siempre analizan, recogen y muestran hacia el “yo” externo el estado real de los procesos internos, y hacen de “puente” entre unos y otros.
Así, si yo necesito mostrar buena cara en una reunión, y pongo mi “yo educado” en control de mi personalidad, pero mi estado emocional es de aburrimiento o cansancio, la gestión de mi parte mental, emocional y etérica queda a cargo de programas de las esferas mentales bajo mando del yo “subconsciente”, que transmitirá al “yo educado” – que está en control de la parte “externa”- cómo está el cuerpo y el sistema energético en ese momento, encargándose de hacer los “ajustes” necesarios para que el cuerpo se pueda “expresar” también, a la vez que el yo “externo” hace el rol que toque en cada situación a través del propio cuerpo (estar en una reunión de forma educada y sonriente, por ejemplo).
Sin embargo, a veces el yo subconsciente no puede decirle al cuerpo y a su sistema energético (los cuerpos sutiles son autoconscientes por sí mismos, pero en menor grado que la personalidad y que el programa ego, y mucho menos que el alma), que se quede “quieto” y sonriente, que es lo que el yo “educado” está intentando mostrar, y, como el cuerpo está cansado y el cuerpo emocional y mental presentan formas mentales de aburrimiento a niveles elevados, el yo subconsciente no tiene más remedio que ajustarse, y permitir entonces que las expresiones faciales pasen a mostrar el aburrimiento, y que la postura corporal pase a mostrar el cansancio, a pesar de que realmente tu quieres mostrar una actitud “profesional”, seria y educada que no se corresponde a lo que tu cuerpo y tus expresiones “subconscientes” están proyectando, contienen y tienen “activas” en ese momento.
Como el yo “externo” (cualquiera de los que se distribuyen la responsabilidad de mostrar al mundo como somos y qué queremos que se vea de nosotros) tiene menos poder sobre la gestión de avatar que el yo subconsciente, siempre el subconsciente decide cómo se expresará el cuerpo, de ahí que el lenguaje corporal nos da mucha más información de cómo está una persona que sus palabras o expresiones conscientes, ya que nuestra personalidad “hacia fuera” se “escoge” según la situación en la que estamos, y cómo creemos que debemos comportarnos en ella, mientras que los “yoes subconscientes” no tienen esa presión y se expresan exactamente igual a como el cuerpo y los cuerpos sutiles se encuentran en cada momento.
Como en muchas ocasiones estos dos factores están completamente opuestos, cuando el “yo externo” dice o hace algo, pero el cuerpo emocional, mental, etérico o físico van por otro lado o están en un estado que no es ni de lejos aquello que la personalidad está intentando mostrar, el yo subconsciente encuentra formas de hacerle llegar al yo “externo” que hay un desfase enorme entre la imagen que damos o queremos dar, y el estado real de todo el sistema físico y energético.
Así, si el yo subconsciente lo considera adecuado, pondrá cara de póker, de desagrado o de aburrimiento delante de alguien que nos aburre mortalmente, aunque tu personalidad sepa que debes ser agradable con él o con ella y darle conversación. O el yo subconsciente desviará la mirada si no le apetece “conectar con alguien” aun cuando el yo “externo” en control esté intentando mantener la charla por educación, o el yo subconsciente reducirá el tamaño de las pupilas trabajando con la consciencia del avatar si la percepción energética de alguien en ese momento no le agrada, o las dilatará enormemente si a nivel energético se encuentra muy a gusto con quien tiene delante. Los que son expertos en lenguaje corporal conocen muy bien cómo se expresa el cuerpo y lo que nuestros gestos y posturas denotan, así que, ahora, ya conocemos también que parte de la psique rige estas posturas y expresiones y por qué existe este desajuste, a veces, entre lo que mostramos y lo que realmente nos gustaría mostrar.
Un mecanismo de supervivencia
Este mecanismo de división en dos dentro de los “yoes” de nuestra personalidad, teniendo unos que “miran hacia dentro” y expresan el estado interior, y otros que muestran “hacia fuera” aquello que es más adecuado según cada situación, proviene de los primeros “modelos” de lhumanus que asimoss fueron desarrollando en los inicios de la creación de nuestra especie, para que pudiéramos adaptarnos a los “caprichos” de la élite asimoss, que decidía en cada momento que tareas o actividades se les encargaban a estos. Como el lhumanu y todos los homos que nos precedieron necesitaban adaptarse rápidamente y poseer mecanismos mentales que facilitaran el “complacer a los dioses”, digámoslo así, se les proporcionó unos sistemas duales de personalidad en los que una parte estaría siempre pendiente de que el avatar estuviera “bien” y “monitorizado” (los “yoes“ subconscientes) mientras que otras facetas de la personalidad estuvieran siempre “pendiente” de los deseos de sus “creadores”.
Con este doble mecanismo en funcionamiento, y con el paso de los milenios, los diferentes tipos de homo fueron desarrollando una doble gestión de la realidad y de las situaciones sociales que servía como mecanismo de supervivencia, pues no obedecer las órdenes de un asimoss en aquellos momentos, cuando los tenían en su mismo rango frecuencial y estaban en un estado densificado al mismo nivel que los primeros seres humanos, significaba la muerte inmediata, así que el doble mecanismo de personalidad “interno-externo” desarrolló en el ser humano la capacidad de mostrar una cosa, y esconder o aparentemente ocultar lo que verdaderamente pudieran pensar o sentir respecto a aquello que se les obligaba a hacer (y eso que el nivel de consciencia de nuestros antepasados erectus, habilis, neandertales, etc., era mucho menor que el actual).
Con cada cambio genético y con cada nuevo “modelo” de homo, los mecanismos mentales de doble gestión fueron arraigándose más y más en la configuración estándar hasta que, en el homo sapiens, ya pasaron a formar parte de la manera “normal” en la que todos los nuevos seres humanos que nacieran estaríamos “gestionados” y programados, a pesar de que asimoss hacia mucho tiempo que habían vuelto a su estado natural de vibración, desapareciendo del rango visual en el que los podemos llegar a captar “a ojos abiertos” y cuando ya no daban ningún tipo de orden directa a los humanos pre-sapiens, pues ya gestionaban a la humanidad a través de la estructura de SC que montaron entonces para ello, despreocupándose de la gestión del día a día de la humanidad, y delegando todos los detalles de la misma en los diferentes niveles de poder de SC que hemos explicado en artículos anteriores.
¿Dónde están ubicados estos “yoes subconscientes”?
Al igual que todas las facetas y personajes que forman nuestra personalidad se encuentran ubicados en la superficie de la esfera de consciencia, los “yoes subconscientes” se encuentran así mismo en esta esfera, pero en un estrato interior, de manera que, los “yoes” que usamos como nuestras “caretas” ante el mundo y ante los demás, están “proyectados hacia el exterior” (sus vectores y líneas de energía y consciencia), mientras que los “yoes subconscientes” están proyectados y conectados hacia el interior de la esfera de consciencia.
Aunque todos estos “yoes” están conectados a su vez con las esferas mentales, y gestionados por el programa ego, los yoes subconscientes trabajan con los programas de la esfera mental subconsciente y algunos de la esfera mental consciente que regulan el cuerpo que usamos, mientras que los “yoes externos” de la personalidad, en casi todos los casos, están conectados con los programas y arquetipos de las esferas mentales consciente y consciente-continuo, pues cada “yo” ha de procesar una serie de datos diferente y, por lo tanto, usa programas, arquetipos, sistemas y mecanismos mentales diferentes ubicados en distintas esferas mentales para ello.
El estrato “interior” donde se ubican estos yoes no es diferente al estrato superior o externo de la esfera donde se crean los diferentes personajes de la personalidad, pero tiene mayor acceso a la consciencia del YS y son más fácilmente accesibles por el alma porque no recogen ni destilan parte del “ruido” que el resto de nuestra personalidad percibe del mundo “exterior”, con lo que son partes de nuestra personalidad que están menos “agobiadas” por los procesos de análisis continuos de “lo que pasa ahí fuera” y, por ello, tienen mayor libertad y autonomía para estar gestionando y coordinando los procesos internos de lo que pasa en nuestro cuerpo, tanto a nivel físico como energético, emocional o mental.
Armonizando los yoes “subconscientes” con los yoes “externos”
Para poder armonizar nuestro estado interior con nuestro estado exterior, y que los “yoes subconscientes” asistan a los “yoes externos” en su labor de lidiar con la realidad “de ahí fuera”, podemos poner en marcha mecanismos de balance entre estados físicos, energéticos, emocionales y mentales regidos por los procesos subconscientes de la personalidad y los mecanismos externos que necesitan de estos procesos “internos” para poder ser parte de la sociedad y del mundo en el que vivimos.
Esto no significa que bloqueamos las expresiones de la consciencia corporal, o que el yo subconsciente vaya a evitar que pongamos cara de cansado cuando realmente lo estamos, sino que facilitará el reconocimiento por parte de nuestra personalidad “exterior” de los estados internos que esos “yoes subconscientes” nos intentan mostrar, haciéndonos conscientes con mayor claridad de que estamos de esta u otra manera a nivel físico, emocional o mental, y, siendo conscientes de ello, no actuar (tan) forzadamente en contra de esos mismos estados si no es que realmente queremos hacerlo porque las circunstancias no nos den otra elección.
Tengamos en cuenta que, siempre, todo pasa por incrementar la consciencia de la personalidad “externa” respecto a cómo estamos en todo momento a todos los niveles de nuestra estructura física y energética, algo que no siempre sucede, y algo que a veces otros nos tienen que recordar (“tienes cara de cansado”, “estás poniendo una expresión tal que ya se que no te apetece nada”, etc.). Todo siempre pasa por la expansión de la consciencia: a mayor consciencia de algo, mayor poder de alterar la energía de ese algo, y, a mayor poder y capacidad para alterar algo energéticamente, mayor poder para cambiar la realidad respecto a ese algo.
Por lo tanto, siempre hemos de ir a buscar incrementar el aspecto consciencia de todo, en cualquier situación, en cualquier momento, en cualquier experiencia. El comprender “algo” y tomar consciencia de “algo” es el primer paso para cambiar el mundo en el que vivimos, la sociedad en la que existimos y los procesos evolutivos en los que estamos inmersos. El tomar conocimiento de nosotros mismos con mayor claridad al hacernos más conscientes de los contenidos gestionados por los “yoes subconscientes”, respecto al estado de todos los elementos de nuestra estructura, nos empodera, y nos da más control sobre nuestras acciones, lecciones, vivencias y experiencias, permitiéndonos dar otro paso más en el control de nuestra vida y de nuestra realidad.
Así, la petición a nuestro YS, que podéis codificar como ya hemos explicado anteriormente, y que será necesario realizar varias veces para que se pueda ir completando paulatinamente el trabajo, es la siguiente:
Solicito a mi Yo Superior y doy permiso permanente para que armonice los procesos mentales que rigen los mecanismos subconscientes de la personalidad que gestionan las estructuras físicas, etéricas, emocionales, mentales y causales de mi avatar, y que hacen de nexo y puente con los “yoes” de mi personalidad que sirven para gestionar la realidad externa en la que existo. Solicito y doy permiso permanente para que los yoes “externos” de mi personalidad se pongan en consonancia y armonía con mis yoes “subconscientes”, y que estos últimos gestionen los procesos internos de mi avatar proporcionando al conjunto de mi personalidad información más directa y consciente sobre el estado de estos. Solicito y doy permiso permanente a mi Yo Superior para que se lleven a cabo las sanaciones necesarias en mi estructura mental y energética para que exista un equilibrio y armonía entre ambos elementos de mi psique, y que se corrija cualquier desbalance existente entre ellos. Solicito y doy permiso permanente para que mi Yo Superior actúe en ambos elementos, tanto internos como externos, para ejecutar los cambios necesarios, de forma que mi personalidad actúe siempre en consonancia a mis estados físicos y energéticos, y pueda ser consciente de ellos en mayor medida, para buscar siempre mi bien mayor, mi bienestar y mi equilibrio en todos los procesos de mi vida. Gracias.
Posiblemente el solo hecho de conocer que existen “yoes subconscientes” nos sirve como primer paso para entender mejor esta parte de nuestro comportamiento “no controlado” por nuestra personalidad “al mando”, y, a partir del trabajo que podáis hacer con vuestro YS, como hemos explicado, podréis armonizar ambos aspectos de nuestra psique para unificar y ser más coherentes con nosotros mismos, estando externamente más como estamos internamente, y estando internamente más como necesitamos estar externamente.