Llega un momento en que ver la televisión se ha convertido en deporte de alto riesgo. Lo digo por el tono y contenido de todos y cada uno de los informativos con respecto a la «crisis» económica que estamos viviendo. La forma en la que nos están bombardeando y tratando de mantener bajo control es alucinante, creando una psicosis colectiva con el miedo a que las cosas cada vez vayan a ir a peor. Yo creía que esta forma de manipulación social solo pasaba en Estados Unidos, pero cada vez más se nota en todas las cadenas de nuestro país (o será que ahora ponemos más atención).
La mente humana es fácilmente influenciable. Lo conocen los políticos y los medios que saben que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad bien incrustada en el colectivo inconsciente de la gente, o los publicistas que usan los mismos trucos para crear sus mensajes subliminales. Convencer a las masas de que esto es blanco cuando hace un año era rojo no tiene mayor secreto que una buena campaña de información/desinformación encubierta o descubierta. Lo que está pasando en estos momentos en todos los medios de comunicación es que nos están montando una película a medida de unos pocos. Me recuerda mucho al libro de Orwel 1984.
Las cosas van mal, porque algunos han querido que vayan mal
Las mismas personas que han desatado la crisis económica mundial son aquellas que ahora nos están bombardeando a través de sus medios para mantenernos con la preocupación en el cuerpo. Todo el sistema financiero global, mediático y político está controlado por un conglomerado de personas y familias de unos pocos miles de individuos. Casi todos los canales de televisión, prensa y radio acaban teniendo sus raíces en un pequeño grupo elitista que viene de generaciones y generaciones atrás. Son los que deciden lo que la gente debe saber o no, o más bien, los que deciden lo que la gente debe pensar. Y el sistema bancario es idéntico, entrelazado e interrelacionado con el poder y los medios, evidentemente aquí no descubro nada nuevo.
Aquellos que decidieron desatar la tormenta económica tenían muy claro que había que poner toda la maquinaria en marcha para no solo poder hacer y deshacer a su antojo, sino para que la gente ni se enterara ni se rebelara. A ver quién no está ahora preocupado por su trabajo, su hipoteca o si va a llegar a final de mes con un nivel de ansiedad a veces extremadamente inusual.
¿Cuál es el objetivo?
Pensar que unos pocos miles de personas pueden controlar a entre 6 y 7 mil millones es alucinante y escalofriante, pero no se ha de investigar mucho para descubrir que efectivamente es lo que está sucediendo. Lo peor es que no nos damos cuenta. Y el objetivo, el de siempre. Seguir controlando todas las cosas al más alto nivel, seguir enriqueciéndose, seguir disfrutando del poder que da el ser capaz de decidir lo que la gente del globo entero puede y no puede hacer. Cada vez más estoy convencido de que no es un tema de dinero, en esos círculos ya se tiene todo lo que se puede desear, sino de control global de las masas. Hay que darse cuenta de ello. No es posible que regalemos nuestra capacidad de libre pensar, de analizar y de decidir por nosotros mismos ante todas y cada una de las circunstancias de forma tan fácil, sentados cada día una hora delante del telediario.
Crea el problema, luego crea la solución que te convenga
La mayoría de cosas cuando se tiene el poder para ello funcionan así. Si queremos pasar una ley para restringir las libertades de la gente sin que protesten, pues organizamos eventos que nos pongan a todos los pelos de punta para que pidamos a gritos más cámaras en la calle, más control de nuestras finanzas, más sistema de vigilancia de la población. Si queremos tener a las masas calmadas y controladas, establecemos un sistema de preocupación permanente que anule todo deseo de rebelarnos contra aquellos que, desde despachos de no se sabe donde, firman los papeles que ponen en juego las vidas de la gente. Por decirlo de otra forma, si tu quieres que tu niño se coma toda las espinacas, esconde todo lo que tienes en la nevera y convéncele que no hay más comida de ninguna clase por motivos «globales», verás como no protesta ni una sola vez. Nosotros somos así, somos como niños que nos creemos todo. Ellos nos han escondido el resto de comida, y se la han quedado para el festín de unos pocos.
Empieza a pensar por ti mismo
En estos momentos lo que hay que hacer es despertar, darse cuenta de la manipulación. Empieza a analizar el problema por ti mismo, no dejes que te lo analice el telediario. No dejes que sean los medios quienes que digan que debes opinar ¿Cuál es tu situación en estos momentos? ¿Cómo puedes mejorarla o no caer en problemas? Piensa, piensa y decide. Tu capacidad de hacer y conseguir aquello que te propongas esta en tus manos y en tu cabeza. No caigas en la psicosis y no te tragues cualquier cosa que veas en la tele o en el diario. Piensa, ¿quién o qué puede salir ganando si yo me creo todo esto? ¿Me beneficia a mi vivir en este estado de preocupación? No hay que hacer nada más sino pensar por nosotros mismos. No se puede controlar una mente despierta y alerta, no se puede manipular a alguien que no se deja influenciar fácilmente por lo que lee u oye en las noticias. Conviértete en alguien así, y te será más fácil salir de los problemas y preocupaciones en las que nos han metido, sea por culpa de que no podemos pagar la hipoteca, que nos hemos quedado sin trabajo o que no llegas a fin de mes.