En los cursos de Sanación Akáshica tenemos un tipo de bloqueo energético que aparece de vez en cuando en las lecturas al cual hemos llamado “maldiciones”. Lejos de lo que la palabra en sí os pueda inspirar, con sus evocaciones de brujas y pócimás mágicas, lo cierto es que el efecto energético de una “maldición”, como os explico a continuación, puede llegar a bloquear parte del área de vida de la persona sobre la cual esa “maldición” tenga resonancia.
¿Qué es una “maldición”?
Llamamos maldición a una potente emanación de energía hecha por una persona a nivel normalmente no consciente. Un ejemplo sería una persona que le dice a otra «¡¡ojalá nunca consigas tal y tal…!!» por ejemplo, en un arrebato o un enfado. Esa «petición», si posee la suficiente fuerza, se queda «enganchada» a nosotros si llegamos a aceptar que tenemos parte de culpa o implicación en lo sucedido.
Pueden suceder de forma natural en una pelea, enfados o momentos de ira, pero normalmente la persona que echa la “maldición” no es consciente del poder que esta tiene. Y las hay de múltiples tipos: ojala que no te suban el sueldo o no te den a ti el ascenso porque te has portado de tal forma, ojala no consigas nunca pareja porque has hecho daño, ojala no tengas esto o lo otro, espero que nunca logres tal cosa, etc., etc., etc.
Si realmente la otra persona acepta esa energía, esa intención se manifiesta y se queda registrada en el campo energético del receptor, pasando a bloquear aquella área de la vida de esta persona a la cual hacía referencia dependiendo de varios factores como la intensidad de la misma, la ubicación de esta, la posibilidad de que esa energía sea «emitida» como parte de la proyección de la persona en la co-creación de su realidad, etc.
El poder de la palabra
Por regla general, hay que tener cuidado con lo que decimos en momentos de enfado, rabia, ira, etc., pues es en estos casos donde se generan este tipo de energías con tan fuerte carga energética negativa que, si la otra persona, por la razón que sea, termina aceptando en su aura aun de forma inconsciente, puede convertirse en una carga para ambos, hasta que sea eliminada.
Las maldiciones también pueden provenir de hechos sucedidos en otras vidas que siguen latentes, y cuya energía sigue presente en el cuerpo emocional de la persona. Por regla general, quien hizo la maldición seguirá siendo parte de nuestra vida de alguna forma, pues existe un problema kármico que ata a ambas almas, se ha generado una especie de “enganche” (más o menos fuerte) entre la persona que nos “maldijo” y nosotros. Así que, cuidado con lo que decimos y la carga energética que ponemos en lo que decimos, pues realmente puede terminar causando un bloqueo, que luego no sabemos cómo se nos ha podido generar.