Esta es la segunda entrada de nuestra serie «Leyes Universales». Aquí puedes leer el primer post sobre la Ley de la Creación Consciente.
La Ley de la Aceptación es el principio de no acción, de no resistencia, de no juicio.
Esta ley nos dice que lo que resistes, persiste, y nos ayuda a traer libertad a nuestra vida, para ser lo que queremos ser, para estar con quien queremos estar, o para vivir como queremos vivir. La forma de usar esta ley de forma práctica es, primero, permitir a los demás ser como son, y, segundo, permitir a la vida, al universo, que nos envíe todo lo que deseamos recibir. Un bloqueo muy normal a nivel inconsciente de esta ley, que provoca que seamos y tengamos menos de lo que podríamos ser o tener es la idea, implantada en muchas personas, de que «yo no merezco esto».
Dejar a los demás ser como son
«Soy como soy. Mientras soy como soy, permito totalmente a los demás ser como ellos son»
No hay dos personas en el planeta idénticas, y no hay forma de cambiar a nadie, por mucho que nos empeñemos en ello. Si no aceptamos que cada uno tiene un mundo, una realidad, una forma de ver las cosas, de ser, de comportarse, de amar, de vivir, etc., diferentes, primero, estaremos perdiendo el tiempo y gastando energía en cambiar a alguien que no puede ser cambiado y moldeado a nuestro antojo (por ejemplo nuestros hijos o pareja) y, segundo, con nuestro comportamiento estamos haciendo que los demás no nos dejen ser como somos, vivir como queremos o comportarnos como nos comportamos.
Solo si puedes aceptar, no simplemente tolerar, como son el resto de personas que te rodean, habrás entendido la Ley de la Aceptación. No hacerlo es lo que causa la gran mayoría del sufrimiento en nuestras relaciones con los demás, pues siempre tenemos esa imagen «ideal» de aquellos que queremos, e intentamos que se parezcan lo más posible a ella. Además, si crees de verdad que aquellos que no piensan o actúan de una forma determinada, «tu forma», están «equivocados», entonces estás juzgando a la gente.
Juzgando a los demás
Juzgar a los demás es una emoción de bajo nivel frecuencial, y, tal y como explica la Ley de la Atracción, cuanto más vibres con esa emoción más atraerás hacia ti las circunstancias, personas o eventos que te permitan seguir perpetuando ese juicio hacia todo lo que consideras que no está de acorde a tu forma de ver el mundo.
Si necesitas que siempre se actúe de acuerdo a tus criterios, jamás serás feliz y experimentarás la total libertad que proviene de aceptar el mundo tal y como es, y sentir que el mundo nos acepta en consecuencia a nosotros sin juzgarnos. Básicamente así es como empiezan las discusiones, peleas, batallas y guerras.
Siempre funciona
La Ley de la Aceptación es una ley universal. Es eterna, funciona siempre y en cualquier parte. Es una ley absoluta, creas en ella, la pongas en práctica o no, y tiene una gran influencia en nuestra vida, aunque no queramos aceptarlo.
Cuando nos rendimos a la aceptación total, el universo, sus energías y jerarquías creadoras, no encuentran ningún bloqueo para hacernos llegar todo lo que podemos tener, permitimos a todos ser como son y funcionamos con total libertad, sin cargas o proyecciones de los demás que nos limiten o nos pongan pesadas expectativas en la espalda esperando que seas como ellos quieren que seamos.