Imagino que no hay nadie que no haya oído hablar de la Ley de la Atracción y de todo lo que se ha creado alrededor de la misma. Con el lanzamiento de la película de «El Secreto» o «What the bleep do we know» (¿»Qué rayos sabemos?»), se empezaron a generar montones de libros, artículos, programas de auto ayuda, etc., que intentan explicarnos que es la Ley de la Atracción, y cómo hacer que venga a nuestra vida todo aquello que deseamos (no es que el tema no existiera antes, es que quizá no era tan conocido por las masas). Sin entrar en creencias, cada uno tiende a creer o no en aquello que resuena con sus valores internos, y hemos de decidir por nosotros mismos que es válido o no para nuestra realidad. Así que con ese espíritu de ingeniero que uno lleva dentro (y que sale de vez en cuando), me he propuesto escribir una explicación parcialmente técnica de como funciona la Ley de la Atracción según mi entendimiento actual de la misma.
Premisas básicas
La Ley de la Atracción parte de la premisa básica que todo en el universo es energía en diferentes estados,vibrando a una frecuencia determinada. Poco hay que discutir aquí al respecto ya que es uno de los pilares de la física cuántica. Una roca, una flor o Saturno, todos estamos formados por esa energía, en estado más sólido o más etéreo, cada uno con su frecuencia vibratoria específica, pero siendo el mismo componente básico. Así como nuestro cuerpo físico es energía con ciertas características, nuestros pensamientos y sentimientos emiten a su vez energía a una frecuencia determinada. Cuanto más focalizado o intenso es el pensamiento o sentimiento, más directo es el haz energético creado o lanzado al exterior.
La segunda premisa es que «lo semejante se atrae». La frase exacta es el «like attracts like», que expresa en inglés el concepto exacto de que aquello que es igual, acaba por acabar junto. Aquello que eres, sientes o tienes, es lo que siempre atraes hacia ti.
La tercera premisa es que el universo es una piscina enorme de energía, o por decirlo de otra manera, un montón de plastilina de la cual somos capaces de coger un trozo y moldearla según nos interese. Es decir, existe una fuente inagotable de recursos en los cuales nuestros pensamientos dirigidos son capaces de influir.
El proceso de atracción
Desde el momento que deseamos algo hasta que aparece en nuestra vida el impulso energético pasa por diferentes estados o fases. Es importante conocerlas pues nos indican en que punto se encuentra la materialización de nuestro deseo. El tiempo que tarda en materializarse algo que deseamos depende de muchos factores, siendo uno de los más importantes tu preparación y nivel de resonancia con el deseo esperado (la vibración a la misma frecuencia de la energía del deseo). Solo atraemos las cosas cuando estamos preparados para recibirlas, y eso es algo que puede retardar que aparezca en tu vida ese amor soñado, ese millón de euros o el chalet en Ibiza. Otro factor importante es la intensidad con la que mantenemos el deseo, no es lo mismo que nuestro «láser» mental este 24 horas moldeando la energía universal para crear tu petición, que una vez a la semana te acuerdes de aquello que pediste y te quejes porque nunca llegue.
El impulso Alfa
Se denomina impulso o onda Alfa al pensamiento inicial que lanzamos cuando deseamos algo. Es la energía concentrada, el láser de nuestra mente que dispara hacia el exterior la idea que deseamos atraer hacia nosotros. Al igual que un rayo lumínico, nuestro impulso alfa tiene diferentes niveles de potencia y alcance, un deseo débil, con dudas, con ahora lo quiero ahora no lo se, no genera más que una débil onda con el contenido energético de aquello que queremos manifestar. Un deseo fuerte, constante y seguro, es como un haz directo y potente que va directo a esa piscina de energía que es el universo con la imagen del deseo a atraer.
La reflexión Beta
Una vez hemos generado nuestro deseo (consciente o inconscientemente), el universo nos responde con lo que se denomina reflexión Beta. Es una especie de «acuse de recibo» que nos indica que se ha recibido nuestra petición. Funciona de forma casi instantánea y sutil, de forma que no siempre nos damos cuenta. Ejemplos de esta reflexión beta es por ejemplo querer manifestar cierta cantidad de dinero y de repente nos encontramos 5 euros en un bolsillo de un pantalón viejo, o escuchamos casualmente una conversación relacionada con el tema con alguna indicación referente al deseo de incrementar el dinero. La reflexión beta no falla nunca, pero no todo el mundo sabe detectarla.
La época de calma (y progreso)
Una vez hemos obtenido el «ok» de que nuestro deseo se ha recibido, debemos mantener la «concentración» y nuestro «láser» enfocado para que la energía que enviamos forme en esa enorme «piscina» universal aquello que queremos. En este caso, la única forma de mantener nuestra energía mental moldeando constantemente nuestro deseo es por medio de «sentir» aquello que deseamos como si ya lo tuviéramos. Es decir, si quieres un coche nuevo, produce mejores resultados y en menos tiempo sentir la sensación de conducir esa maravilla mecánica, el viento de la ventanilla, los fantásticos asientos de cuero, la potencia del coche. Tu imaginación y un poco de voluntad puede hacer el resto. Sentir es más potente que pensar, contiene más energía, por ello, cuando sientes lo que quieres como si ya lo estuvieras disfrutando, es como si pusieras la potencia de tu onda energética al máximo y sintonizaras tu frecuencia interior con la frecuencia del deseo.
Es en esta fase cuando la mayoría de personas abandonan y cuando sus ondas de deseo se diluyen. Como comentaba, debes estar preparado para recibir lo que pides, y debes dar tiempo a que esto aparezca en tu realidad. La clave aquí es mantener constante el sentimiento de que ya tenemos lo que hemos pedido, y puedes hacerlo de muchas formas: visualizando, con afirmaciones, concentrándote cada día en ello, etc.
Proceso de materialización y cambio de estado
Aunque no nos demos cuenta, nuestro deseo se empezó a formar desde el mismo momento en que el universo nos envió su reflexión beta. En estos momentos aquello que deseamos se encuentra en estado energético puro y debe pasar por varios estados hasta convertirse y adecuarse al nivel energético que precisa para aparecer en nuestra realidad. Así, nuestro deseo debe concentrarse, tornarse más sólido y convertirse al nivel vibratorio y frecuencial que se ajuste al nuestro ( a la vez que nosotros nos ajustamos al suyo, para que los iguales se atraigan). Una vez en este estado, ya tenemos prácticamente todo dispuesto para que la ley de la Atracción termine su cometido. Es en esta fase cuando empezarán también a llegarte las oportunidades o indicaciones que debes tomar o hacer para encontrar tu deseo. Estas oportunidades no tienen sino la finalidad de prepararte para recibir lo que has pedido o bien para indicarte el camino hacia donde vas a encontrarlo. Hay que estar atento y saber reconocerlas, pues las puertas que se abren, si no se cruzan, tardan tiempo en volver a abrirse.
La materialización final
Probablemente sin darte cuenta un buen día descubrirás de has conseguido aquello que deseabas y que lo tienes delante de tus narices. Esto es realmente impresionante si eres de los que por ejemplo pones objetivos en tu vida a 6 meses, 1 año y tres años. Cuando estás revisando aquello que pediste hace 1 año, te das cuenta que sin saber como ya se encuentra formando parte de tu vida.
En definitiva, la Ley de la Atracción es una herramienta muy potente para conseguir aquello que queremos, pero no es una varita mágica que hace aparecer en nuestro salón en pocos minutos nuestro deseo. Requiere constancia, demostrar que realmente estamos seguros de lo que queremos, nada de dudas y paciencia. Una vez te haces con el método, no dudas nunca más de su eficacia, y como todas las cosas, con la práctica, cuanto mejor lo haces más rápido se notan los resultados.