Hemos hablado anteriormente en algunas de las preguntas que habéis ido haciendo así como en algún articulo del blog que los conceptos numerológicos que poseemos y usamos en la actualidad no están “actualizados”. Hemos comentado brevemente la razón de que esto sea así, pero quizás cuesta de entender el por qué, ya que, al fin y al cabo, ¿no son todos los números siempre iguales?
En cierta manera es correcto. Un “uno” siempre es un “uno”, por muchos años que pasen, siglos o cambios en nuestra psique común, civilización o sociedad. Así que, en teoría, resulta raro preguntarse por qué hay que actualizar los conceptos “numerológicos” según la situación energética de nuestro inconsciente colectivo, de nuestra vibración y frecuencia como especie, y del estado actual de nuestra evolución a nivel global.
La explicación que dimos en su momento como respuesta a vuestras preguntas, es que ese “uno”, o el número que sea, no solo representa una unidad matemática de medida para contar o hacer sumas, para saber la cantidad de algo, sino que ese “uno” es un símbolo para un arquetipo que representa una energía y que posee un contenido asociado a una magnitud, la cual, aunque se use desde hace milenios para expresar la misma cantidad de manzanas en un canasto, no representa la misma energía cuando se usa para medir procesos psicológicos, octavas y cambios evolutivos, avances o alteraciones en corrientes energéticas o modificaciones en los campos y estructuras del ser humano.
Por lo tanto, matemáticas aparte y uso cotidiano de los números para contar cosas y hacer fórmulas o llevar un registro de datos para nuestra coordinación como sociedad, los números son símbolos que representan y codifican una parte de la estructura de la Creación, del universo, del sistema solar, del planeta y del ser humano. Representan elementos de su psique y de su estructura sutil, representan movimientos en la creación de la realidad, representan alteraciones y parámetros de cómo está construido el mundo, en todos los niveles, desde el plano más físico y denso hasta el nivel más alto en frecuencia de la Tierra, y todo eso cambia con el tiempo, de manera que, en general, la mayoría del conocimiento numerológico que tenemos, heredado de antiguas civilizaciones como la sumeria o la babilónica, pasando por la egipcia y posteriores, nos ha sido dado y lo seguimos manteniendo en la actualidad tal y como estaba siendo estudiado hace miles de años, cuando las frecuencias planetarias eran otras, cuando los campos mórficos de la Tierra y de la humanidad tenían otra composición y vibración, cuando la psique individual y colectiva de cada ser humano se regía por unas energías diferentes a las actuales, etc.
Esto hace que números que eran considerados “maestros”, “mágicos”, “divinos” o con “poder”, ahora se encuentran en franjas que nosotros consideraríamos números de “baja vibración”, pues tenemos acceso a corrientes energéticas más elevadas que aquellas a las que podían acceder nuestros antepasados babilónicos, y, por lo tanto, los números que representan estas “nuevas vibraciones” en la actualidad son los nuevos números “maestros” o “elevados” y los dígitos anteriores que se usaban hace varios milenios con esa denominación, ahora, para nosotros, son números cuya frecuencia es más baja, e incluso negativa, con respecto a la frecuencia actual versus la que tenía para nuestros antepasados.
Así, hay todo un cambio respecto al significado de estos símbolos numéricos, porque todo depende del estado frecuencial del planeta y sus energías, que son los que están codificados en esos grafismos, sea en la forma de un siete o tenga la forma de un once, pero no dejan de ser arquetipos y bloques de conceptos que nosotros diagramamos de una forma determinada para poder describir cómo funciona el mundo en el que vivimos y sus estructuras teóricas, leyes y normas de funcionamiento.
Por lo tanto, todas nuestras fórmulas siguen usando los mismos dígitos para hacer sus operaciones matemáticas, y nuestras ecuaciones no varían un ápice y, cuando se suman dos más dos, en las leyes y estructuras actuales, seguiremos poniendo un cuatro como resultado, pero el contenido vibracional del dos y del cuatro es diferente ahora que hace siglos, y los campos energéticos a los que el “dos” y el “cuatro” están conectados han cambiado mucho, por lo tanto, su impacto en la psique humana, en el destino, en la trama sagrada, en la creación de la realidad, etc., también lo ha hecho, y eso es lo que vamos a ver un poco a lo largo de dos o tres artículos para poder entender, mucho mejor, toda la filosofía pitagórica y de los grandes maestros de la antigüedad, que veían en las matemáticas y en los números la solución a todos los enigmas del universo y las herramientas para comprender la infinita belleza y armonía que existe en la Creación.
El origen de los campos de energía que representan “cantidades”
¿Cuál es el origen de los números? ¿Por qué existen y quién los inventó? ¿Son iguales en todos los lugares del universo para otras razas y civilizaciones? ¿Los seres no físicos, los “guías espirituales” u otros tipos de vida consciente usan números para “sus cosas”?
Empecemos por conceptos más genéricos y vayamos desarrollando la teoría hasta entender cómo hemos llegado a tener esos grafismos que representan cantidades de cosas que usamos para hacer funcionar nuestra sociedad.
Todo está formado por diferentes combinaciones de campos energéticos, partículas de muchos tipos y diferentes gradientes frecuenciales. Esto es válido tanto para nuestro planeta como para cualquier otro elemento o componente de cualquier sistema galáctico en cualquier punto del universo. Estos campos energéticos y partículas se agrupan entre sí para formar niveles más densos y sólidos o más etéreos y ligeros, y de ahí nacen todas las combinaciones de elementos, conocidos y no conocidos, que forman luego la materia, que forman luego las estructuras planetarias, que forman las estructuras de los cuerpos sutiles del ser humano o de cualquier otra raza, etc.
Cada tipo de energía resultado de cada combinación de partículas y fuerzas obtiene una única “variable” que identifica “cómo” es esa energía y fuerza. Es decir, cuando se juntan un cierto tipo de campos de fuerza, y ciertas partículas forman conglomerados dentro de esos campos y se forman elementos con la sustancia de ese campo de partículas, hay algunas características que son exclusivas para ese tipo de formación o elemento y que son diferentes de las características de otros elementos formados por la combinación de otros tipos de partículas.
Así, cada cosa que existe tiene unas cualidades y “algo” que las define de “la manera en la que son” y con las características que poseen. Ese “algo”, de momento todavía no es un número, pero es la base para su creación y aparición como forma de identificación de “eso” de cara a todo lo demás.
Mezclando elementos y tipos de partículas para obtener otros más complejos
Bien, si tenemos un “identificador energético” para cada tipo de energía, de elemento, de fuerza o de campo de flujo “cósmico” y de ahí nace todo lo demás, la mezcla de diferentes “materias primas” en esos niveles da como resultado otros elementos mucho más complejos que también tendrán sus propias características, y que podrán ser identificados si analizáramos esas características y cualidades específicas. Por ejemplo, tenemos los tres colores primarios, el rojo, el azul y el amarillo, y todos los demás colores pueden ser creados mezclando esos tres.
Si dijéramos que la cualidad “rojo” es una característica de un cierto tipo de energía y combinación de “algo” que para nosotros denota la frecuencia del rojo, y lo mismo para el azul y para el amarillo, esto sería, de alguna manera, una forma de describir los elementos primarios “cósmicos” que, cuando se mezclan, dan lugar al resto de cosas, dando a cada elemento unas cualidades que se pueden medir o analizar, si supiéramos cómo o tuviéramos tecnología o herramientas para ello.
Luego, la mezcla de colores primarios da otros colores que tienen otras características, y esas características ya son diferentes a las características y cualidades de los elementos que las forman, por lo que, por ejemplo, el color verde, o elemento “verde”, es más que la suma del azul y el amarillo, que son sus elementos base, y podemos hablar de una tonalidad verde con una frecuencia determinada sin necesidad de decir que, para explicar lo que es el verde, hay que hablar siempre del azul y del amarillo primero y usar las cualidades y descripción de sus colores base para explicarle a alguien la cualidad “verde” de algo.
De esta manera, mezclando elementos, mezclando partículas, sumando energías, se van creando miles de millones de diferentes tipos de “cosas” que existen por doquier en eso que llamamos la “Creación” y cada elemento que existe en ella, sea material y perceptible a nuestros sentidos o sea “energético” y no perceptible por nosotros, tiene sus propias cualidades y parámetros y características, que pueden ser medidas y anotadas y usadas para describir ese elemento.
Los números son campos de energía
Si más o menos hasta aquí lo vamos comprendiendo, entonces el origen de los números irá quedando claro si entendemos que los números son también energía, una combinación de diferentes campos de partículas llamadas “mónadas”, hechos de diferentes mezclas de esas mónadas que nacen para poder saber “cómo” hay que mezclar el resto de elementos para formar los componentes del universo.
¿Esto qué quiere decir? Quiere decir que para saber que una receta de cocina tiene que hacerse con varios ingredientes necesitamos saber la proporción de cada ingrediente que debemos poner para hacer el plato en cuestión. De manera que, a nivel “cósmico”, necesitamos tener una medida de qué cantidad de cada elemento “primario” es necesario combinar para obtener otro tipo de elementos para formar otro tipo de “cosas”, de nuevo, tanto a nivel material como energético.
Por lo tanto, desde cada “nivel de consciencia” que existe dentro del universo, luego dentro de cada cúmulo de galaxias, luego dentro de cada galaxia, luego dentro de cada sistema solar y luego dentro de cada planeta, existen “campos de energía” que tienen diferentes “cualidades cuantitativas” y que son usados para saber la proporción de “cuánto” hay que mezclar de cada elemento primario para poder crear otro tipo de elementos de orden mayor. Estos campos de energía “cuantitativa” dan información al resto de seres, fuerzas y consciencias de la cantidad y la proporción de “algo” para crear otro “algo” y hay un campo “numérico” para cada cantidad que conocemos.
Representando los campos numéricos con grafismos
Así, los “números”, como grafismo en nuestra escritura o sistemas de lenguaje, son los “dibujos” que representan esos campos de energía que son usados por niveles evolutivos enormemente grandes a nuestra percepción, para saber cómo y de qué manera combinar partículas, mezclar campos, incrementar o combinar energías, etc., para poder formar un planeta, crear un plano físico o uno etérico, manifestar vida de una forma u otra, o, simplemente, tener una magnitud de la cantidad de “algo” que forma cada cosa que vemos en nuestra realidad.
De alguna manera, y aunque suene raro, estamos diciendo que los números son representaciones de campos de fuerza consciente, campos de consciencia, “seres conscientes” si se quiere ver así que sirven para que otras inteligencias y consciencias planetarias, solares, galácticas, cósmicas, etc., puedan crear todo lo que existe, y estos “campos de consciencia numéricos” son los que se usan para ordenar las proporciones de cómo el resto de elementos se juntan entre sí, se combinan o se fusionan para ello.
Estos “campos numéricos”, pues, son universales, en el sentido de que existen de forma idéntica por todo el universo como “forma energética” pero luego, dentro de cada planeta, cada raza y cada civilización los representa de forma diferente, los diagrama con diferentes símbolos y los usa a diferentes niveles de profundidad y conocimiento para la gestión de su realidad, de su sociedad, de su “mundo”.
De ahí que, si tuviéramos que hablar con una civilización “lejana” y decirles que nosotros ocupamos el tercer planeta de nuestro sistema solar y les mandamos el número “3” con la forma en la que nosotros lo dibujamos, posiblemente no entenderán el concepto gráfico del número, pues para ellos la energía de la cantidad “tres” son unos palos cruzados y unos puntos por encima, por decir algo, pero si entenderán que la energía del “tres” representa una magnitud y un orden, una posición y una cantidad que es equivalente a un tercer nivel de “grado numérico” que es idéntico para todos los sistemas de todo el universo, pues el campo de energía que representa el número “tres” es un campo común para todos y, no importa como lo representes, se entiende el concepto de “tres” y la magnitud y cantidad que representa.
De esta manera, todas las civilizaciones de todo el universo, a nivel “matemático” se pueden entender entre ellas más allá de lenguajes o palabras, y quizás más allá de grafismos para representar símbolos, si solo pudiéramos comunicarnos las cualidades y características de aquello que queremos expresar y hacerles comprender que estamos representando “tres” de algo con un dibujo de una determinada manera, y ellos nos dirían que entienden perfectamente ese “tres” de algo aunque su dibujo y símbolo para ello sea otro.
Por lo tanto, los números tienen un origen “cósmico”, se usan y fueron creados como sistemas energéticos de formación y mezcla de elementos y partículas para poder crear todo lo que existe, y son universales para todos los seres estén donde estén y se encuentren en el nivel evolutivo, zona del espacio, planeta o raza a la que pertenezcan.
Con esta base introductoria, desarrollaremos en el siguiente artículo un poco más de cómo se formaron y cómo se usan para crear todo lo que existe, y por qué, como decían los pitagóricos, las matemáticas son la clave para comprender el universo.