De los diferentes componentes que forman nuestro cuerpo humano, distinguimos entre sistema internos (que solo “existen” mientras estamos vivos, tales como la matriz etérea, los sistema de canales, el sistema de chakras y las capas del aura, todo ello perteneciente al cuerpo etérico) y los sistema “externos”, que se mantienen activos aun después de la muerte del cuerpo físico, y que llamamos también cuerpos sutiles.
De estos cuerpos sutiles, que básicamente son las diferentes capas que el alma “se pone” a medida que se “introduce” en una experiencia física, distinguimos cuatro: el cuerpo etérico o energosoma, el cuerpo emocional, astral o psicosoma, el cuerpo mental o mentalsoma, y el cuerpo espiritual o causal que sería el traje que el alma usa en los periodos entre vidas como único «envoltorio». De todos ellos, os quiero hablar hoy del cuerpo mental.
El cuerpo mental
Nuestros pensamientos e ideas, y nuestros conocimientos racionales e intuitivos, son portados por el cuerpo mental o mentalsoma. Su vibración es mayor que la del cuerpo etérico y la del cuerpo emocional, y su estructura es menos compacta.
En una persona poco desarrollada mentalmente, el cuerpo mental tiene la apariencia de una sustancia blanca lechosa. Los pocos colores existentes son apagados y sin brillo, y su estructura aparece relativamente opaca. Cuanto más vivos son los pensamientos y cuanto más profundos son los conocimientos intelectuales de una persona, tanto más claros e intenso son los colores que irradia su vehículo mental.
Como todos nuestros sistema están interconectados, las frecuencias más bajas de vibración de este cuerpo mental se manifiestan en nuestro pensamiento líneal, en la función del entendimiento racional, a través del cual buscamos la mayoría de las personas el conocimiento de “la verdad espiritual”. Básicamente, este tipo de actividad racional que ejecuta nuestro cerebro y nuestra mente se basan en las percepciones del plano físico, en vez de la transformación en conocimiento de las percepciones que provienen del cuerpo espiritual, que es donde se tiene el acceso a este tipo de conocimiento.
¿Qué hace el cuerpo mental?
La auténtica función de nuestro cuerpo mental consiste en recoger las “verdades universales” que le llegan del cuerpo espiritual e integrarlas con el entendimiento racional, procesarlas en nuestra mente lógica, que las transfiere entonces a las situaciones concretas de nuestra vida y nos lleva a encontrar soluciones y respuestas de los problemas que nos planteamos en torno a nuestra existencia y sobre las leyes universales.
Es por eso que los conocimientos que de esta forma nos llegan del plano espiritual de nuestro ser se manifiestan como la intuición de la que tantas veces hemos hablado y que comento tan extensamente en “El Poder de la Intuición”. Son conocimientos repentinos, a menudo en imágenes o incluso en sonidos que después se transforman en pensamientos verbales. Por eso, cuando les hacemos caso, nos permiten mirar al interior de la auténtica naturaleza de las cosas, pues traducimos lo que viene “de arriba” para poder aplicarlo “aquí abajo”, en vez de vivir “aquí abajo” con lo que hemos generado en nuestra mente, el nivel más inferior de generación de conocimiento y entendimiento que poseemos.