Básicamente los obstáculos y problemas en nuestra vida aparecen para ayudarnos a aprender valiosas lecciones que nos hacen a largo plazo más fuertes y más preparados. Todas esas situaciones que en este momento nos están molestando, o se han convertido en un problema, no son más que una alarma sobre un tema que tenemos que resolver para poder pasar al siguiente nivel del juego de la vida en el que todos estamos.
La vida tiene un gran sentido del humor, nos ayuda a crecer y a evolucionar poniéndonos por delante situaciones y experiencias para que aprendamos de ella, y, al principio, lo hace de forma sutil, suave, sin demasiadas complicaciones. Cuando somos capaces de darnos cuenta que atravesamos por una nueva etapa y que hay algo que tenemos que aprender de ella, el camino del aprendizaje puede ser tan jovial y tan divertido como dispuestos estemos a averiguar cual es la enseñanza de la situación en la que nos encontremos. El problema, sin embargo, es que a la mayoría de nosotros nos cuesta entender que tras cada vivencia que tenemos, se oculta una pequeña (o gran lección), y no podemos pasar de curso hasta que no hayamos aprobado el examen.
Es básicamente como la alarma del despertador, que cada vez suena más fuerte hasta que te decides levantarte de la cama y apagarla. Al principio, podemos encontrarnos esos obstáculos, problemas o situaciones molestas que aunque nos están diciendo a gritos que tenemos que enfrentarlos para poder dejarlos atrás, parece que no suenan lo bastante alto como para que no podamos ignorarlos. Es entonces cuando nos vemos inmersos en una vida mediocre de pequeños problemas por todos lados, que pueden ser más o menos llevaderos, pero qué, por no enfrentarlos y solucionarlos, se acumulan uno detrás de otro hasta que un buen día no podemos más.
Grandes lecciones ignoradas, grandes problemas que afrontar
Cuando lo que la vida nos presenta es una de esas grandes lecciones que debemos aprender mientras nosotros miramos para otro lado, el ruido de la alarma se hará cada vez más insistente hasta que llegue a bloquearnos por completo. Es cuando nos encontramos en una situación en la que, o bien plantamos cara al obstáculo o problema que tenemos delante, o bien estaremos realmente fastidiados hasta que nos decidamos a hacerlo. Es como el examen final de curso, si no quisiste estudiar en los pequeños parciales, y hacer los trabajos que te iban poniendo a lo largo de todo el año, ahora te toca plantarte delante del macro examen y no te mueves de ahí hasta que lo apruebes.
Sentimiento de «stand-by»
La analogía con los aparatos eléctricos es muy apropiada. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido la sensación de estar muchas veces en stand-by? Estamos «encendidos», pero no avanzamos. Estamos estancados y solo tiramos de rutina para superar el día a día, de manera que nuestra vida se convierte en un agobio, en la cual nada se mueve, porque nada se soluciona que permita a la vida darnos el pase al siguiente nivel de juego donde nuevas y excitantes aventuras nos esperan. Si en estos momentos te identificas con esta situación, párate un rato y analiza una a una todas las facetas de tu vida en las cuales pareces estar atascado.
Identifica que te bloquea
¿Buscas un cambio de trabajo y no llega? Mira a ver que esta pasando en tu puesto actual que no te deja avanzar. ¿Estás negándote a aprender algo nuevo que quizás sea lo que te hace falta para una posible nueva posición? ¿Estás perdiéndote alguna lección con algún jefe/compañero que tengas que solucionar para poder dejarla atrás?
¿Tienes problemas familiares/de pareja/sociales? ¿Estás envuelto en situaciones repetitivas? ¿Te ves obligado a tratar con alguien que aparece una y otra vez en tu vida y te molesta? Fíjate en lo que esa persona/situación pueda estar tratando de enseñarte con su comportamiento o reacciones, pregúntate porque tienes que verte envuelto en ello, ¿Qué hay que aprender de aquí? Solo tu puedes encontrar la respuesta, pero hacer la pregunta ya es un paso de gigante hacía la misma.
Enfrentándonos a nuestros miedos
La mayoría de veces estamos estancados porque nos da miedo avanzar, pasar al siguiente nivel y cambiar de curso. Nos da miedo remover esos obstáculos porque se han convertido en algo más o menos cómodo, y hemos aprendido a arrastrarlos con nosotros, sin embargo, solo hay una forma de poder evolucionar como personas y mejorar, enfrentándonos a lo que nos molesta, a los problemas que tenemos. Huir o taparlos solo nos hace perder el tiempo, porque la vida no retirará sus lecciones para que estemos cómodos. Y no querer verlo tiene mucho que ver con la cobardía interna que a todos nos acecha.
La vida quiere que estemos aún mejor de lo que estamos, y sabe que solo en el siguiente nivel de juego podremos conseguirlo. Así que las lecciones seguirán repitiéndose, una y otra vez, cada vez con más fuerza y cada vez con más dificultad si cabe. Es hora de enfrentarnos a ellas, es hora de aprobar este examen porque lo que viene luego es de nuevo mucho más placentero. Cada vez que te moleste algo, te encuentres en metido en un problema o te enfrentes a un obstáculo, no te des la vuelta, sino lánzate contra él. Dime que te molesta, y te diré que tienes que resolver.