Una de las cosas que más me sorprende y de la cual más he aprendido en los últimos años es que a mayor “limpieza energética” o mayor nivel de “vibración”, esto del karma del “día a día” alcanza unas velocidades impresionantes.
El bumerán que vuelve
Sabéis que la vida es como un bumerán, no hay nada que no “lances” (digas o hagas) que tarde o temprano, de alguna forma, más o menos sutil, no vuelva a ti. Es pura ley de la atracción, acción-reacción, causa-efecto, llevada a la acción directa, tanto, que sus efectos se notan aunque no sepamos relacionarlos con una causa que quizás sucedió hace años. Por alguna ley física que aun no domino del todo, a mayor nivel frecuencial está el emisor, más rápido se producen los efectos de aquello que se emite.
Por ejemplo, imaginaros que hace 10 años, un buen día, yo no tengo ganas de ir a trabajar, y me invento cualquier excusa llamando a mi jefe para decirle que estoy enfermo. Esa energía de “engaño” o “mentira” (o el estado energético que lleve asociado) de por aquel entonces, debido a que mi sistema energético estaba aun muy cargado, no tenía repercusiones inmediatas “negativas”. Es decir, había generado una energía de la “mentira” pero en mi realidad no se manifestaba ese efecto. Igual meses después alguien me hacia lo mismo a mi, en cualquier otra situación, y sin yo saberlo, se cancelaba el karma o se balanceaba esa energía emitida tiempo atrás. El bumerán “volvía”, si, pero yo no era capaz de asociar esa situación a algo que yo había iniciado.
A toda velocidad
En estos momentos, eso me sucede en cuestión de mínutos, o como mucho a lo largo del mismo día. No puedo generar ningún tipo de energía sin ver la consecuencia (positiva, equilibrante o negativa) volver hacia mi de forma casi instantánea. Mi intuición dice que simplemente es debido al estado vibracional en el que uno se encuentra, pues frecuencias más altas encuentran menos resistencias físicas a la hora de atraer el efecto de aquello que ha sido generado.
Esto lleva a una conclusión muy rápida y a una lección muy importante, aquello que hagas, que digas, tiene que estar siempre de acorde a lo que eres, es decir, hay que ser “transparente”, mostrarnos como somos y no alterar la vibración natural que emitimos, y que si generas “energías” que tienen consecuencias (buenas o malas), que sea porque son las energías “puras” y verdaderas que emites y emanas. ¿Porqué? Porque a partir de un cierto momento, aquello que «emites» llega de forma muy pero que muy rápida de vuelta a ti, disfrazado de la situación, persona o evento que haga falta, pero de vuelta al fin y al cabo. Y no hay nada más incomodo que ver como el bumerán te da una y otra vez en la cabeza, no es que duela, es que te das cuenta que no hay forma de escapar a esta ley universal.
Al final todo esto no es más que otra lección: honestidad con uno mismo, transparencia, y sinceridad. Al fin y al cabo, tu atraes lo que emites, tarde más o menos, así que mejor atraer todo lo anterior que los procesos contrarios.