Todos tenemos nuestras épocas de altos y bajos, en las cuales, o bien estamos súper productivos, alegres y derrochando actividad, o bien andamos con ganas de echarnos al sofá y no dar ni golpe por mucho que tengamos que hacer. No es difícil, en el primer caso, sentirse altamente motivado cuando nos encontramos en uno de esos picos de nuestro ciclo productivo, lo complicado, evidentemente, es encontrar la motivación para ponerse a hacer cosas cuando transitamos por los valles de esos mismos periodos.
Sin desmerecer las épocas en las que todos necesitamos descanso, mental y físico, y en las cuales podemos estar metidos en este tipo de estado, es peligroso caer en la espiral de «no tengo ganas de hacer nada, no hago nada, se me acumula la lista de cosas por hacer, me agobia la lista de cosas por hacer, se me quitan las ganas de hacer nada» y vuelta a empezar. Para aquellos que, a parte de echaros una siesta más larga de lo normal, necesitéis un empujón para volver a poneros las pilas, aquí os dejo algunas ideas.
Motivarse a partir de factores externos
Ponernos manos a la obra para hacer algo cuando no tenemos la energía para ello requiere un esfuerzo de disciplina enorme, especialmente cuando no hay ninguna prisa especial o presión para hacer aquello que tenemos pendiente. Una forma de arrancar es, sin duda, buscar presiones externas que nos puedan obligar a empezar a hacerlo. A pesar que poca gente estaría dispuesta a adelantar fechas de entrega, horarios de reuniones, finalización de proyectos, etc., el tener de repente menos tiempo para terminar una tarea es un motivador extremadamente potente que nos puede sacar del estado de ánimo de «no tengo ganas de hacer nada». Quizás sigas sin tener ganas, pero si en vez de dos días tienes cuatro horas, es más que probable que te pongas a hacerlo. La cuestión es arrancar, sacarnos del estado mental pasivo y activar de nuevo la maquinaria productiva, sea para hacer un informe, arreglar un mueble o fregar los platos.
Motivarse a partir de factores internos
Otra forma de volver a activarnos es dejar de lado, en principio, todo lo que nos da tedio y solo concentrarnos en hacer algo que nos guste mucho. Tenemos que compensar la falta de espíritu productivo con la pasión y divertimento que nos produce hacer algo que nos gusta. Encontrar esa pequeña actividad que nos llega de alegría y nos eleva el estado de ánimo es justo lo que necesitas para luego poderte poner a ejecutar esas otras cosas que no te apetecen para nada.
Motivarse saliendo rápido de los valles
También es posible motivarse siendo consciente de que uno está en el punto más bajo de nuestro estado energético y productivo del día, la semana o el mes. La idea es conscientemente realizar esas actividades que nos recargan positivamente y nos devuelven a un estado anímico mejor. Cada cual puede tener siempre a mano unas cuantas de esas pequeñas actividades: escuchar nuestra música favorita, salir a hacer deporte, jugar con nuestros hijos, pegarnos un baño en el mar, etc.
Pasar un día sin hacer nada no es malo por sí mismo, y puede ser incluso necesario y beneficioso. Lo malo es caer en rutinas apáticas que nos lleven a sentirnos cada vez con menos ganas de trabajar, sea en lo que sea. Así que, si te encuentras en alguno de esos periodos, mira de salir lo más rápidamente posible de la forma que te sea más cómoda, y volverás a sentirte de nuevo pletórico, motivado y listo para seguir con tu actividad.