Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Palabras y formas mentales, ¿cómo hago para que me entiendan?

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Todos hemos notado la diferencia entre leer y aprender un concepto o una idea de un libro o manual, o escucharla y aprenderla directamente de la persona que te la trata de explicar. Es obvio que, en muchos casos, se aprende perfectamente de textos escritos y de aquello que leemos, y, sin embargo, cuando vamos a una charla, conferencia, curso o seminario, es cuando muchas de las cosas que hemos leído, por fin “calan” en nosotros, y hacen ese “click” que nos lleva a entenderlo.

¿Por qué sucede esto? Es tan normal y estamos tan acostumbrados a que así suceda que posiblemente jamás nos hemos planteado el que haya un mecanismo detrás de estos procesos de enseñanza presencial versus aprendizaje mediante la lectura, pues si que existe una razón por la cual, muchas veces, necesitamos estar delante de una persona que nos explica algo para que lleguemos a captarlo profundamente.

Transmisión de formas mentales

El mecanismo de funcionamiento es sencillo. Toda energía presenta algún tipo de consciencia, y tiene un aspecto material marcado por la intensidad y densidad del bloque energético generado. Los procesos sentimentales que nacen de nuestro cuerpo emocional son agregaciones de materia de ese mismo plano, todos los procesos mentales son agregaciones y están construidos de materia del plano mental, y todos los procesos conceptuales están formados por materia del plano causal.

Cada vez que pensamos, a partir de las partículas sub-atómicas denominadas alfas y analfas, generadas por las neuronas y los procesos del cerebro, su centro intelectual correspondiente y los cuerpos sutiles asociados (el mental y el causal), se generan formas mentales que son expulsadas de nuestro sistema energético. Estas formas mentales se pueden percibir como nubes de energía de diferentes tonalidades, siendo expedidas desde el sistema energético de la persona hacia el exterior y entorno de la misma. La forma que tienen depende del contenido del pensamiento (el concepto que se esté transmitiendo), su definición y detalle viene determinado por la claridad mental de la persona que lo ha generado, y su color o tonalidad viene determinada por la calidad de ese pensamiento. A mayor nivel evolutivo de la persona que está generando esas formas energéticas, mayor definición, claridad, nitidez y viveza de color tienen sus emisiones mentales.

Habilidad de comunicar a varios niveles

Y es que todos los pensamientos son expresiones de consciencia etérica, emocional y/o mental. Son formas temporales, y su intensidad está directamente relacionada con la cantidad de energía que se pone al formarlas. Cuando una forma mental o emocional ha cumplido su propósito, se desintegra lentamente, y se vuelve a descomponer en las partículas primordiales que fueron usadas para su creación, disolviéndose de nuevo en el “éter” del entorno. Como ya podéis suponer, la generación sin control de todo tipo de formas mentales de múltiples clases de emociones y pensamientos, es lo que da lugar a los llamados egregores y balsas de energía.

Así, la habilidad que tiene una persona para hacerse entender depende de varias cosas. Primero, que sepa lo que tiene que explicar (obvio), segundo, que sus funciones energéticas de expresión y comunicación, el estado de su quinto chakra, estén en perfecto orden, y, tercero, que sepa generar o tenga la habilidad de generar (lo hacemos inconscientemente) formas mentales detalladas y potentes, que sirvan para ayudar a la comprensión de lo que se está diciendo a nivel de palabra, complementando los procesos vocales y el uso del lenguaje.

Percibiendo las formas mentales

La razón para este último punto estriba en que cuando estás oyendo una charla, una conferencia o una clase, no solo estás escuchando sonidos, sino que tu cuerpo mental está sintonizando los procesos y formas mentales presentes en la sala donde te encuentras, siendo la mayoría de estas formas mentales, por definición, las que provienen de la persona que está hablando. Esto suplementa el entendimiento e integración del contenido energético de los conceptos, ya que se imbuyen en nuestros cuerpos sutiles, las energías mentales de aquello que está siendo explicado verbalmente.

Del cuerpo mental del profesor o del orador, nacen y son enviadas hacia los oyentes los mismos conceptos que se están transmitiendo oralmente, pero en forma de figuras y bloques de energía, que son integrados y captados por nosotros de la misma forma. Es como si nos tratan de explicar el concepto de lo que es una flor, un puente o la metafísica de Aristóteles, y a la vez que llega de manera auditiva las palabras, llegan en forma de bloque energético la forma y el contenido de la flor, del puente o las ideas del filosofo griego. Estas “ideas energéticas” se unen a nuestro cuerpo mental, se imbuyen en él, pasando luego por su conexión con las esferas mentales a los diferentes niveles de procesamiento de las mismas: consciente, supraconsciente, subconsciente, y demás.… de ahí, las esferas mentales hacen su trabajo filtrando, cortando, analizando, rechazando o aceptando la información según el contenido de patrones, programas, filtros, arquetipos y demás partes de lo que cada uno lleve en su psique, y, finalmente, y mediante los procesos neuronales de gestión de la información entre la mente y el cerebro, guardamos la información, la archivamos y, si hemos tenido suerte, la integramos como parte de nuestra consciencia, expandiendo la esfera, si se ha producido ese “click” que nos ha hecho entender lo que se nos estaba explicando (de lo contrario se queda, casi siempre, como “datos” acumulados en el cuerpo mental que no han llegado a ser procesados y convertidos a conocimiento y de ahí en sabiduría).

A buen entendedor

Aunque todo el mecanismo explicado es automático e inconsciente, es tremendamente importante, y es lo que hace que se le entienda a una misma persona el mismo concepto mejor que a otra, ya que, aunque sus palabras sean las mismas (estén por ejemplo leyendo un texto), su contenido mental puede no serlo, si ambas comprenden y emiten formas mentales de diferente calidad, contenido y detalle con las ideas a transmitir.

Dicen que a “buen entendedor, pocas palabras bastan”, lo que le falta quizás al refrán es que para ser un buen entendedor, además de oír y entender lo que se nos dice, hay que captar correctamente los bloques de energía conceptuales que recibimos, teniendo delante a un buen emisor de los mismos.

 

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