En los tres últimos artículos hemos vuelto a traer al foco de nuestra atención el principio más fundamental que rige el funcionamiento de todo lo que existe, y que no es otro que el que cada ser consciente que vive en cualquier punto del universo crea su propia realidad a partir de las proyecciones mentales que genera desde su psique y cuerpo mental. Como hemos explicado, este proceso no ocurre al azar ni por accidente, sino que está directamente controlado por los mecanismos de nuestra psique y estructura mental, e influenciado por nuestras creencias personales como base de la programación que nos hace ver el mundo de una determinada manera, y emitirlo de esa misma forma.
Así, repitiendo lo dicho, las creencias son los pilares sobre los cuales construimos nuestra experiencia de vida, actuando como filtros a través de los cuales percibimos y moldeamos la realidad física, y estas se amplifican con las emociones. El conjunto de ambas cosas es lo que nos permite, de nuevo, a nosotros, y a cualquier otro ser de cualquier otra raza o especie, manifestar un “holograma de realidad” en el que poder experimentar lo que cada uno se haya planteado vivir como parte de su proceso evolutivo. Esto permite que todo lo que vivimos —nuestras relaciones, logros, desafíos, nuestra salud, trabajo, etc., — esté profundamente conectado con nuestras ideas y expectativas internas, tanto en una polaridad como en otra, y que estas se puedan manifestar con poca, mediana o increíble intensidad a la hora de reflejar aquello que existe interiormente en cada ser humano.
En un estrato energético «por encima» de los diferentes arquetipos a los que nuestra psique está conectada y que forman parte de la programación inherente que posee nuestra especie, nuestras creencias funcionan como programas que determinan cómo interactuamos con el mundo y cómo el mundo responde a nosotros. Lo más complejo, en este caso, es que muchas de estas creencias operan en un nivel inconsciente, moldeando nuestra realidad sin que nos demos cuenta de su influencia y, como os ponía en anteriores artículos de ejemplo, si se sostiene la creencia de que “la vida es difícil” (que es algo generalmente común para todos porque forma parte de la programación “estándar”) se tiende a crear experiencias con mayor facilidad que confirmen esa percepción: obstáculos en el trabajo por aquí y por allá, relaciones complejas de este o del otro modo o problemas económicos a pequeña, mediana o gran escala, etc. Esto no es porque la vida sea inherentemente difícil (a menos que sea algo que escogemos así, planificamos así y lo proyectamos así por un propósito evolutivo concreto), sino porque, para muchas situaciones en la vida, esa creencia actúa como un filtro que organiza la realidad de acuerdo con su contenido.
Del mismo modo, una creencia profunda proyectada sobre el concepto contrario de «fluidez de la vida» encontrará oportunidades y soluciones en su camino, ya que nuestro sistema de creencias estará alineado con los eventos, escenarios y situaciones que concuerden con esas posibilidades. De nuevo, aquí entran muchos factores evolutivos, kármicos, álmicos, etc., que forman parte de la receta que determina la realidad final que cada uno de nosotros experimenta, pero todos esos factores, al final, también están involucrados y fuertemente enlazados con la programación del sistema de creencias que cada uno atesora.
Luego, como recordatorio, las creencias no son estáticas ni inmutables; podemos identificarlas, cuestionarlas y reemplazarlas con ideas más alineadas con nuestros deseos y aspiraciones. Este proceso requiere autoobservación, consciencia sobre lo percibido internamente y un compromiso para transformar nuestra perspectiva interna de las cosas que forman parte de nuestra vida, pues la zona de confort psíquica se activa para crear resistencias a cualquier cambio interno que intentamos llevar a cabo, contra lo que se ha de imponer una voluntad aún más potente para poder aplicarlos.
Fases de la transformación interna del ser humano
A este respecto, y tal y como hemos dicho en los artículos anteriores, la alquimia es el arte, proceso y el sistema de la transformación interior y, en el modelo alquímico de autoconocimiento y desprogramación/sanación/transmutación, las fases del Opus Magnum (la gran obra, como se conoce) reciben los nombres de nigredo, albedo, citrinitas y rubedo, siendo una representación simbólica de etapas de la evolución personal que nos ayudan a “marcar” los procesos que se van dando en nuestra estructura sutil, a medida que transformamos nuestras creencias, sanamos emociones, eliminamos patrones, quitamos bloqueos energéticos y desprogramamos nuestras estructuras mentales.
Los nombres de estas fases los pusieron los alquimistas medievales, y vamos a usarlos también para que veamos que los pasos dentro de la alquimia que tan simbólicamente buscaba la transmutación del plomo en oro, no son otra cosa que una serie de pasos de una octava o proceso que busca el cambio interior de nuestro «plomo» (lo pesado, denso y negativo) por nuestro «oro» (nuestra pureza, vibración, sanación), y por la que todos nosotros transitamos en mayor o menor grado cuando estamos inmersos en nuestro trabajo personal y de crecimiento evolutivo.
Identificar, comprender y sanar/desprogramar
La primera fase de cualquier proceso de transformación interior recibe el nombre alquímico de nigredo, u «obra negra», y simboliza el inicio del proceso de “descomposición” de lo que uno necesite desmontar y sanar en su interior, tras su identificación, y quizás a veces con algo de caos sobre la marcha en la realidad de la persona, porque hay épocas en las que, si uno realmente quiere, se desmontan, o pueden hacerlo, muchas cosas a la vez, o se ponen en marcha muchos procesos simultáneos por parte del YS y de la supralma para “soltar lastre”. Hace algunos años os hablaba de esto en el artículo de “cuando todo se nos pone patas arriba”.
Aquí es cuando muchos de nosotros confrontamos nuestras “sombras”, nuestros miedos, nuestros bloqueos y muchos de los aspectos de nuestra vida que tenemos sin trabajar. Esta etapa es, a menudo, la más difícil, pues implica observar, ir a buscar y reconocer la fragmentación interna de nuestros yoes, la cantidad de cosas que se oponen entre sí en nuestro interior, la enorme lista de cosas a limpiar y desprogramar y sanar y transmutar, etc., pero, el ver todo eso, en general, nos hace reforzar la convicción de que existe la necesidad de cambio interno, de la misma manera que, en general, cuando ves que tienes la casa hecha un desorden total (al menos la mayoría de personas) y para sentirte mejor, se potencia la necesidad de empezar a limpiar y poner las cosas en su sitio.
Es por ello un momento de gran potencial para dar saltos cualitativos de crecimiento personal, ya que a través de esta confrontación inicial se activa la energía necesaria para la transformación alquímica interna de nuestra estructura sutil, aprender montones de cosas respecto a nosotros mismos y conocernos internamente mucho mejor, descubriendo aspectos de nuestra psique de los que, posiblemente, no éramos conscientes hasta el momento. Es el “nosce te ipsum”, conócete a ti mismo, como primer paso para empezar a cambiar lo que quieras de ti, y de aquello que emites y proyectas hacia tu mundo.
Luego, tras la nigredo, se activa la siguiente etapa, llamada albedo u «obra blanca», que representa la eliminación de algo detectado e identificado en el paso anterior, tras la comprensión de su función, origen, lección asociada, razón de ser, etc, que precede a su sanación. Aquí es cuando hemos comenzado a tomar consciencia e integrar las lecciones, información, conceptos o vivencias destapadas para un determinado bloqueo, creencia o tema que se esté trabajando y cuando se pone en marcha el proceso de limpieza energética que hacemos con nuestro YS. Si hemos hecho todo correctamente, la información obtenida de cada cosa que descubrimos en cada sanación nos permite alcanzar una mayor comprensión de uno mismo, micro paso a micro paso, micro concepto a micro concepto. Por lo tanto, esta fase es aquella a la que la alquimia hace referencia cuando se pone en marcha cada proceso de limpieza emocional y energética, que prepara al sistema sutil para recibir la “onda” del YS con los parámetros de sanación codificados en las peticiones.
Estas dos etapas a nivel micro son continuas y funcionan en bucle. Una sanación de un bloqueo, programa, miedo o creencia cualquiera es una micro-nigredo, que, al completarse, inicia una “micro-albedo”. Al volver a trabajar otro tema pendiente, se inicia otra octava de la nigredo, y, al iniciar la sanación de ese tema pendiente, se pone en marcha otra octava del albedo. La mayoría de los seres humanos nos movemos en bucle entre estas dos fases durante la mayor parte del tiempo, hasta que se acumula “momentum” para saltar a un nivel evolutivo superior, en general a partir del nivel 10-12 de la LT42, en el que tu sistema energético está lo suficientemente limpio y desarrollado para empezar otro ciclo y fase de crecimiento en un estrato de realidad muy alejado del que, normalmente, sostiene la estructura de vida de prácticamente toda la humanidad y del que hablaremos en el siguiente artículo.
El subconsciente y las creencias inconscientes
Entonces, volviendo al tema de las creencias como pilares de todo lo que proyectamos y manifestamos en nuestra realidad, hemos dicho que la mayoría de estas se encuentran ubicadas en niveles subconscientes e inconscientes de la estructura de nuestro cuerpo y esferas mentales, y su aparición en nosotros suele derivar de experiencias tempranas de nuestra niñez, de lo que recibimos de la Realidad Base, de lo que viene por defecto en el paradigma que rige en cada época histórica, de las influencias culturales o de los patrones familiares que hemos absorbido a lo largo de nuestra vida y de los inconscientes colectivos a los que estamos conectados, desde el familiar hasta el global para todos nosotros.
En muchos casos, y aunque estas creencias a priori tan profundas pueden parecer difíciles de cambiar, recordemos que el subconsciente no es un “sistema fijo” o un almacén donde no se puede tocar nada, sino que, por el contrario, es una parte de nuestra psique, con sus programas, arquetipos y yoes conscientes de ellos mismos y de sus roles, que responde a nuestras intenciones conscientes y a nuestras decisiones de transformación.
Transformando las creencias personales
Hagamos una prueba y vámonos a la parte práctica que os permita empezar a identificar y cambiar algunas creencias. Para comenzar, observa las áreas de tu vida que parecen problemáticas o insatisfactorias. Cada desafío externo suele reflejar una creencia interna que limita nuestro potencial. Identificar estas ideas es el primer paso hacia su transformación (otros bloqueos que haya en esa área de vida también forman parte del “coctel” de lo que manifiestas en ella, pero no entraremos en ello ahora). Para el trabajo con las creencias puedes empezar por:
Autoobservación consciente: Presta atención a tus pensamientos y emociones, especialmente en situaciones desafiantes. Pregúntate: “¿Qué creencias podrían estar detrás de estas reacciones?”. Intenta escuchar lo que pasa por tu psique y lo que “hablan” tus yoes internos, ¿Qué pensamientos se han cruzado en ese mismo momento en el que estabas buscando las raíces ocultas de ese tema sobre el que indagas?
Escritura introspectiva: Escribe sin parar todo lo que te venga al respecto e irán saliendo ideas que, cuando tires del hilo, te llevarán a otras ideas que te llevarán a miedos que te llevarán a creencias. Anota áreas de tu vida que parecen bloqueadas o insatisfactorias. Reflexiona sobre las posibles creencias subyacentes y escribe afirmaciones positivas para reemplazarlas, en paralelo con trabajar con tu YS con peticiones para eliminar las primeras.
Visualización creativa: Imagina con claridad y detalle la realidad que deseas experimentar. Acompaña esta visualización con emociones positivas, gratitud y entusiasmo. De hecho, no tiene nada malo forzar la situación, en el sentido de que te puedes poner delante del espejo y empezar a repetirte en voz alta y forzando una energía dinámica, positiva y alegre cualquier cosa que estés tratando de proyectar, conseguir, etc. En plan «¡he conseguido tal cosa! y lo repites mil veces con entusiasmo. Eso es básicamente un ejemplo de cómo emitir una onda proyectiva con una emoción positiva que la amplifica.
Afirmaciones conscientes: En línea con lo anterior, repite afirmaciones que refuercen las nuevas creencias que deseas incorporar. Por ejemplo, si estás trabajando en la creencia de merecer algo, podrías repetir: “ -Lo que sea- fluye hacia mí de manera natural y constante”, o básicamente cualquier variación de cualquier cosa que quieras que sea parte de ti, dicho con tus palabras y repetido hasta la saciedad con entusiasmo y seguridad, hasta que se grabe en tu programación y sustituya a la creencia anterior que has detectado y estás tratando de eliminar y desprogramar. En el proceso, si has detectado esa creencia contraria de «no merezco tal cosa», haces el trabajo de desprogramación con tu YS y, con ello, dejas de emitir las dos ondas, la positiva con «me lo merezco» y la contraria con «creo que no me lo merezco» y pasas a proyectar solo la afirmación y creencia positiva.
La importancia del presente
Con lo anterior en mente, hay que reforzar la idea de que, aunque nuestras experiencias pasadas pueden haber influido en nuestras creencias actuales, no estamos atados a ellas. En cualquier momento, podemos elegir cuestionar nuestras suposiciones, adoptar nuevas perspectivas y tomar acciones alineadas con intenciones diferentes a lo que hemos creído hasta el momento. Por lo tanto, el presente es el único punto de poder desde el cual podemos cambiar nuestras creencias y, por ende, nuestra realidad.
Este enfoque en el presente, en pensar que todo lo pasado no tiene porque dictar todo lo que vendrá en el futuro es crucial, porque la realidad responde a lo que estamos emitiendo en el ahora, sobrescribiendo las proyecciones de momentos anteriores como un cómic que se borra y redibuja a sí mismo una y otra vez desde la viñeta presente hacia las viñetas “futuras” con cada creencia que cambiamos en nosotros y cada nueva proyección de realidad que emitimos desde nosotros. Si sostenemos aquellos pensamientos y emociones alineados con nuestras metas y aspiraciones, comenzaremos a ver cómo esas energías se reflejan en el mundo externo cuando nuestra esfera de consciencia llegue a los fotogramas espaciotemporales que han sido reescritos con las nuevas creencias, “leyendo” ese contenido y no teniendo más remedio que ver manifestado la nueva proyección con la nueva “idea” emitida.
Intentad poner en práctica todo esto para habituaros al mecanismo de borrado de creencias (con las peticiones a vuestro YS) y de la emisión de nuevas (con lo que os he mencionado antes). Luego, como la cosa es algo compleja y hay montones de otros parámetros involucrados, hablaremos también de las creencias colectivas y su impacto en la realidad común, así como de las dos otras fases del proceso de transformación alquímica del ser humano, ya en el siguiente artículo.