Antes de que cualquier enseñanza, información, conocimiento o camino en la vida pueda ayudarte a evolucionar, todos tenemos que entender una verdad muy simple, básica, preliminar, y a partir de la cual basarnos para tomar las decisiones importantes.
La primera cosa que debes preguntarte, pensar seriamente, y luego actuar en base a ella es esta: ¿en qué clase de mundo quiero vivir?
Solo una vez lo has decidido, es cuando estás en condiciones de conseguirlo. Es el mejor “acuerdo” que tenemos con el universo. Si quieres vivir en mundo bueno, entonces se bueno. Si quieres vivir en un paraíso, se un “paraíso” como persona.
Es tan simple que parece mentira que funcione tan bien.
El aceite y el agua
Todos sabemos que el aceite y el agua no se mezclan, se evitan, se rehúyen. ¿Porqué? Simplemente porque tienen diferente naturaleza, y cada uno de ellos, de forma natural, “gravita” hacia aquello que le es idéntico. Nosotros no somos diferentes. Cada uno de nosotros, terminará existiendo en la clase de mundo al cual pertenece, por su forma de ser, de vivir, de existir, sin importar las otras clases de mundos que existan en cualquier otro lado. Si tu naturaleza es agua, te irás con el agua, y aun sabiendo que existe el aceite, no podrás nunca verte afectado por lo que suceda en la naturaleza del aceite, porque no es la tuya.
Así que antes de elegir o hacer cualquier cosa, piensa ¿yo en qué mundo quiero vivir? Y luego haz lo que creas conveniente para que esa acción o decisión te lleve o acerque a ese mundo. Sabiduría antigua de los monasterios del Tíbet que nos recuerdan que tenemos el poder de convertirnos en lo que queramos, y crear el entorno para existir en base a ello.