Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

El Cuerpo Etérico y la protección contra elementos externos

a-1etericoHace unos días hablábamos de uno de los cuerpos sutiles, el cuerpo mental, del cual comentamos su importancia en la comprensión de la realidad que nos rodea, pues bien, vamos hoy a hablar de otro de los cuerpo sutiles, el etérico, y de su importancia en relación a la salud del cuerpo físico.

Protección contra enfermedades

El cuerpo etérico es una de las primeras barreras que tenemos contra todo lo que nos rodea, tanto a nivel físico como energético. Es el primero de los cuerpos sutiles que poseemos, componente de los llamados sistema externos que son aquellos que siguen existiendo aun cuando fallecemos, aunque sea temporalmente. Este cuerpo etérico es evidentemente el primero en difuminarse y desaparecer cuando muere el cuerpo, dejando libres al cuerpo emocional/astral y el mental para su viaje por los planos superiores en busca del camino de retorno al Yo Superior.

Cuando el cuerpo etérico se encuentra en perfecto estado, es como un escudo que rebota y rechaza parte, si no todo, de lo que entra en contacto con nosotros, sean virus y bacterias que flotan allá donde vamos, sean energías negativas. Evidentemente una rotura, fisura o desgaste de este cuerpo es lo que provoca que elementos externos puedan «entrar” en nosotros y causarnos esos estados de enfermedad (evidentemente para aquellas que tienen un origen externo).

Perdida de protección

Son muchas cosas las que debilitan este potente escudo, entre otras, nuestro estado de ánimo, nuestra energía y vitalidad interna, nuestras emociones y calidad de pensamientos, etc. Un buen conjunto energético de Chakras + Aura + Cuerpos sutiles funcionando a pleno rendimiento representa una salud de hierro por muchas plagas y pasas de virus que existan, cosa que, a la mínima que estos sistema, especialmente el cuerpo etérico, presente alguna pequeña disfunción, deja hueco a que lo que hay por ahí fuera se cuele en nosotros.

Como todo, no hay fórmulas mágicas para mantenerlo al 100% activo, pero sí que una buena gestión de nuestras emociones y pensamientos, con una orientación positiva de los mismos, hará ya gran parte del trabajo de mantenimiento y evitará que nos convirtamos en un colador para todos los virus que nos echen ahí fuera.

 

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